El oficialismo y el peronismo, la principal fuerza opositora a nivel porteño, enfrentan unas elecciones clave ya que entre ambas deberán renovar más de la mitad de las bancas en juego en la elección porteña que Jorge Macri resolvió desdoblar. Libertarios y afines también se la juegan fuerte.
En un contexto marcado por la caída de las acciones públicas de las fuerzas políticas tradicionales, las elecciones de medio término de la Ciudad de Buenos Aires pueden convertirse en un hito si las expresiones libertarias logran una performance competitiva. En los últimos dos rounds, las fuerzas del cielo dieron muestras de una fortaleza impensada que ahora podría consolidarse.
Las elecciones del macrismo
El desdoblamiento electoral y la estrategia de municipalizar la elección expresan un cambio defensivo en la posición del macrismo que, después de más de 15 años de control casi total de la Ciudad de Buenos Aires, ahora ve cómo la fragmentación en el espectro de derecha puede jaquear su poder.
En la elección, que como anticipó Letra P el gobierno de Macri quiere hacerla en mayo, el oficialismo pone en juego ocho bancas. Si bien el 100% de esas butacas podrían considerarse propias del macrismo, el devenir político del PRO hizo que buena parte de ellas respondan a sectores o corrientes internas hoy alejadas del Mauricio Macri y de su primo Jorge.
Por caso, entre quienes terminan sus mandatos están Emmanuel Ferrario y Claudio Romero, quienes hoy trabajan para una candidatura de Horacio Rodríguez Larreta, pero también está Juan Pablo Arenaza y María Luisa González Estevarena, que aunque permanecen dentro del bloque oficialista Vamos por Más se ordenan políticamente con Patricia Bullrich.
Hoy, los puros puros son el ex secretario privado de Macri Darío Nieto y Paola Michielotto, quienes junto a los lilitos Hernán Reyes y Cecilia Ferrero completan el bloque.
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Libertarios y opoficialistas
Otro escollo que afecta los planes oficialistas para retener el control parlamentario es la cantidad de bancas que también ponen en juego expresiones progresistas, radicales y republicanos que más allá de los matices juegan como rueda de auxilio del PRO porteño.
En ese grupo, que sumado representa apenas una banca menos que las que renueva el macrismo, están el ex lopezmurphista Yamil Santoro, los radicales Lucio Lapeña, Gustavo Mola y María Parry; la socialista María Barreto y María Sol Méndez, de Confianza Pública.
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Los libertarios disidentes Ramiro Marra y Jorge Reta, quienes le salvaron a Macri el proyecto de Presupuesto de un naufragio seguro, también ponen en juego sus bancas en un limbo político producto de la ruptura con La Libertad Avanza (LLA). La alquimia libertaria para cuidar sus lugares en el ex-Consejo Deliberante tendrá que ser ingeniosa ya que los cuatro ex compañeros de Marra -Marina Kienast, Rebeca Fleitas, Lucía Montenegro y Leonardo Saifert- volcados el año pasado a construir el armado local conducidos por Karina Milei y Pilar Ramírez también ponen en juego sus butacas.
Los muchachos peronistas
Reflejado en el espejo del oficialismo, en las antípodas del arco político, el peronismo también pone en juego ocho bancas que le permiten hoy ser un actor fundamental en el juego parlamentario porteño. La dispersión y los debates internos agitados por el triunfo de La Libertad Avanza el año pasado que atraviesan al peronismo van a estar presentes a la hora de afinar el lápiz de candidaturas ya que quienes renuevan en esta vuelta electoral pertenecen a una multiplicidad de espacios.
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Siguiendo los pasos de Andrés Larroque luego de su ruptura con La Cámpora, Berenice Iañez y Victoria Montenegro, quienes terminan sus mandatos, se integraron a la agrupación La Patria es el Otro que se suma a la constelación de organizaciones porteñas entre las que deberán repartirse las bancas. El núcleo camporista porteño pone en juego tres lugares con el ex jefe de bloque Juan Modarelli y Franco Vitali y Magdalena Tiesso, mientras que el sector más ligado a los gremios apuesta por la reelección de Juan Manuel Valdes y Maia Daer.