Kamala Harris es la actual vicepresidenta del país, es abogada y acaba de cumplir 60 años. Tiene la ventaja –¿la desventaja?– de ser demasiado liberal para algunos y demasiado conservadora para otros.
La vicepresidenta es la candidata demócrata por necesidad y urgencia. El expresidente va por la revancha para volver a la Casa Blanca. Perfiles encontrados.
Kamala Harris es la actual vicepresidenta del país, es abogada y acaba de cumplir 60 años. Tiene la ventaja –¿la desventaja?– de ser demasiado liberal para algunos y demasiado conservadora para otros.
Lo primero se justifica por sus posturas respecto de mujeres y minorías varias –ella misma es hija de un inmigrante de Jamaica y una mujer llegada de la India–, mientras que lo segundo se fundamenta en su historial como fiscal general de California entre 2011 y 2017, cuando no aplicó, precisamente, políticas de mano blanda para tratar con los acusados de delitos.
Comenzó su recorrido junto al presidente Joe Biden con un alto perfil, pero una serie de traspiés la obligaron a refugiarse en un prudente segundo plano. Llegó a la candidatura después de una desastrosa participación de su jefe político en un debate con Donald Trump, en el que el primero lució senil, perdido y débil. El partido prácticamente se le rebeló y Harris quedó en la cancha como heredera natural.
Su carisma, su actividad y, sobre todo, el alivio que provocó en la mayoría de los demócratas sentir que por fin contaban con una postulante competitiva fueron elementos que le impulsaron inicialmente en las encuestas bien por arriba de su rival republicano, pero el devenir de la campaña puso las cosas en el lugar que ya es norma en casi todo el mundo, sobre todo desde el ascenso de las nuevas derechas: polarización extrema y virtual empate.
Presidente entre 2017 y 2021, cuando, por resistirse aceptar su derrota, prácticamente puso en marcha un intento de golpe de estado en la principal democracia del mundo, Trump llega a este martes con las chances intactas de retomar el poder.
Magnate inmobiliario –condición que le ha valido permanente sospechas respecto de su verdadera propensión al pago de impuestos–, hombre con paso por la televisión con amplio suceso y dueño de un innegable carisma, a sus 78 años luce, a diferencia de Biden, con la energía suficiente para volver a gobernar.
Principal referente mundial de la ultraderecha, es un caso muy curioso de encarnación de los valores conservadores y, más bien, podría ser descripto como un libertino.
¿Será ella, será él?