Siempre presente en cada discurso, sea de campaña o arenga, a la hora de mostrar potencialidades o de ponderar bondades productivas, el “campo” es un tópico inexpugnable para cualquier postulante que aspire a llegar al Panal. Con diferentes perfiles y más allá de la también redituable mención al histórico perfil industrial-automotriz, el peso de la matriz agropecuaria de Córdoba tiene su correlato en la política local.
No por nada, Martín Llaryora (Hacemos Unidos por Córdoba) y Luis Juez (Juntos por el Cambio), los dos candidatos de los frentes mayoritarios que este domingo dirimirán en las urnas la elección para la gobernación, no se privan de mencionar que “el campo” es el pilar para el desarrollo de la economía cordobesa. Acto seguido, surge la (obvia) referencia a la Resolución 125 y al conflicto de 2008, cuando el kirchnerismo se transformó en la “luz mala”.
Desde entonces, se sabe, el poder de lobby y los kilates del sector tuvieron trato preferencial a la hora de la diagramación de las políticas económicas.
Yunta brava
Tal es la sinergia entre el gobernador que quiere ser presidente, Juan Schiaretti, con el sector agropecuario, que una de sus promesas de campaña, lanzada incluso antes de hacer públicas sus aspiraciones de llegar al Sillón de Rivadavia, es “retenciones cero”. Al igual que el socio fundador de Hacemos por Córdoba, Llaryora no le fue en zaga al reclamar “la eliminación de ese pésimo impuesto que son las retenciones, que obstaculizan un desarrollo aún mayor del trabajo generado localmente”.
“Entre 3.400 y 3.600 millones de dólares son los que se van de la provincia al gobierno nacional y no vuelven. Equivale a casi todos los gasoductos que Córdoba ha hecho", dijo el oriundo de la ciudad San Francisco, cuna de la cuenca lechera argentina.
El nexo con el sector es Sergio Busso. Con ocho años al frente del ministerio de Agricultura y Ganadería, el hombre nacido en la pequeña localidad de Serrano, al sur provincial, cuenta con el aval explícito del sector, que le reconoce manejo y llegada, además de obras y presupuesto. Si el oficialismo revalida pergaminos, es número puesto para seguir en la cartera.
Un hombre del palo
Rápido de reflejos, Juez subió la apuesta. Ante un auditorio más que amigable como la Bolsa de Comercio y con Mauricio Macri a su lado, señaló: “hablé con la gente de Cartez y les dije que un representante de la Mesa de Enlace va ser el ministro de Agricultura”. “Si nos acepta Gabriel, será Gabriel”, lanzó con aires de misterio.
Las miradas apuntaron a Gabriel De Raedemaeker, representante de la entidad en Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), donde funge como vicepresidente primero desde 2021. “Sí. Me lo ofrecieron”, fue la respuesta del productor oriundo de la localidad de Oliva ante la consulta de Letra P. “Veremos qué pasa el domingo”, cerró.
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En abril del año pasado, De Raedemaeker concurrió, a título personal, a un tractorazo de autoconvocados en Plaza de Mayo del que CRA no participó. Tras ese episodio, la Mesa de Enlace de Córdoba se ganó el mote de rebelde, desatando una pequeña crisis en el sector.
Amparado en seguir el mandato de las bases, el dirigente que puede llegar a ser ministro de Agricultura de Córdoba comenzó a crecer en la consideración política del sector cambiemista.
Arrímese al fogón
Más allá de la buena onda y sintonía entre ambos espacios con el sector, las diferencias salieron a la luz con motivo de la postulación de Ider Peretti a la intendencia de Morteros con el auspicio de Hacemos Unidos por Córdoba. En la previa de los comicios desarrollados el pasado 11 de junio, Cartez le enrostró el apoyo al productor de reconocida filiación K durante el conflicto por la 125 con un durísimo comunicado. De Raedemaeker fue el encargado de vocear los dardos: “Ider Peretti es un personaje nefasto, atorrante, sinvergüenza. Le hizo daño al país y a los productores, debería estar preso”.
Busso tomó cartas en el asunto y señaló que se trató de una cuestión del peronismo local, al tiempo que sostuvo que es “innegociable la defensa de los sectores productivos”.
También cantó la falta: “hay que tener mucho cuidado en este contexto electoral con ciertas cuestiones… Yo nunca vi que en el caso de Martín Lousteau se lo haya cuestionado de la misma manera y es el padre de la 125”.
Dato de color: la victoria en Morteros fue para Sebastián Demarchi, quien iba por fuera, pero con apoyo de Hacemos Unidos por Córdoba en alianza con el vecinalismo. Fue uno de los batacazos de ese superdomingo.
En definitiva, el gran elector tiene los huevos en varias canastas, que en algún caso hasta coqueteó con el espacio libertario. Se sabe factor de deseo y no lo oculta. Tiene conciencia de su peso e influencias económicas, que es varias veces superior a su aporte en votos. Para muestra, basta un botón.
Con una superficie total de más de 165.000 kilómetros cuadrados, que la ubican como la sexta provincia a nivel nacional, Córdoba cuenta con más de ocho millones de hectáreas destinadas a la producción agropecuaria. En dinero contante y sonante, en la campaña pasada se aportó un bruto de 16.000 millones de dólares, el cual se verá reducido por la sequía.
No obstante, el suelo cordobés es uno de los más caros del país. Según datos correspondientes al informe de diciembre de 2022 por el Idecor (Infraestructura de Datos Espaciales de la provincia de Córdoba), el espacio “netamente rural” tiene un valor medio de 1.023.900 de pesos la hectárea, unos 5.044 dólares. En la llamada zona núcleo, la hectárea llega a los casi cuatro millones de pesos, unos 19.500 dólares. Es allí donde se encuentra el departamento Marcos Juárez, el llamado “Kilómetro 0” de Cambiemos.
Queda claro, Dios no juega a los dados ni a la payana.