Una mujer ocupará por primera vez la presidencia de México. La noticia no sólo tiene que ver con el triunfo de Claudia Sheinbaum sobre Xóchitl Gálvez, sino con que, según las cifras de ONU publicadas en 2021, sólo un 6% de los países del mundo tenían a una mujer como jefa de Estado.
En México, como en la Argentina y en muchos otros países, la mayoría de la población es femenina -64,5 de 126 millones-, algo que no se ve representado en la política. Por eso estas elecciones con dos contendientes mujeres hicieron historia.
La palabra de Claudia Sheinbaum
El 8 de marzo pasado, Sheinbaum se refirió a la posibilidad de que una mujer pueda ser presidenta: “Es un símbolo para nuestro país, para todas las niñas, para todas las jóvenes, de que sus sueños pueden convertirse en realidad”.
En una publicación en su cuenta oficial de la red X, la exjefa de Gobierno escribió hace un año, ya en campaña: "Nunca más un México sin nosotras, nunca más un México donde estemos atrás, nunca más el 'calladita te ves más bonita'. ¡Es tiempo de ser protagonistas de la historia!".
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Sin embargo, su relación con los feminismos mexicanos ha sido bastante tirante. “El movimiento feminista merece todo nuestro reconocimiento y simpatía, yo me reconozco como feminista, pero lo que no estamos de acuerdo es con la violencia, no podemos aceptar la violencia de ningún tipo”, dijo Sheinbaum en septiembre de 2020, en referencia a una movilización de mujeres que no pudo llegar al Zócalo por la intervención de la policía.
De hecho, varias organizaciones feministas criticaron la falta de agenda de género en su campaña, igual que en la de Gálvez. Sobre Sheinbaum pesa, además, que se supone perteneciente a un partido progresista.
México, un país con récord de femicidios
Más allá de la ausencia de temas como la legalización del aborto entre sus propuestas, hay un tema que no puede ser eludido: Sheinbaum prometió reformar la ley para que todas las muertes violentas de mujeres sean investigadas como tentativas de femicidios. Es que la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México asume la presidencia del país que tiene el dudoso mérito de haber acuñado la palabra “feminicidio” y lleva un récord de casi 10 mujeres asesinadas por su condición de género por día. De hecho, durante su gestión en la ciudad, se creó una fiscalía especial para este tipo de delito.
El reto de combatir la violencia machista en un país profundamente desigual y con la narcocriminalidad muy extendida resulta doblemente desafiante para una mujer. La académica también propuso dar rango constitucional al derecho a la vida libre de violencia y quiere empujar la ley contra la violencia vicaria, que castiga el uso de las hijas o los hijos para dañar a la pareja. El proyecto ya fue votado en la Cámara de Diputados en noviembre pasado, pero necesita aprobación en el Senado.
Física y de origen judío, Scheinbaum tiene características bien distintas de su antecesor Andrés Manuel López Obrador. A quienes le dicen que será “un títere” del presidente saliente, ella responde: “Hay un dejo de misoginia, de machismo ahí; de decir ‘como va arriba en las encuestas, pues lo único que podemos decir de ella es que es igualita al presidente de la república; es más, es la favorita del presidente'”.
La tensión entre muchas de las activistas feministas y el gobierno de AMLO tiene sus razones: durante su gestión –además del maltrato recurrente a las periodistas mujeres durante sus habituales conferencias de prensa o sus comentarios transfóbicos contra una diputada trans a la que luego tuvo que pedirle disculpas- hubo recortes presupuestarios a programas destinados a las mujeres, mientras que otros desaparecieron a pesar de que eran estratégicos para el Sistema Nacional de Cuidados, como el de Guarderías y Escuelas de Tiempo Completo.
¿Escuchará la presidenta?
Hace pocos días, la escritora mexicana Cristina Rivera Garza, reciente ganadora del Premio Pulitzer y autora de, entre otros libros, El invencible verano de Liliana (sobre su hermana víctima de femicidio), se preguntaba en una nota del New York Times: ¿Tendrá la próxima presidenta de México la voluntad y la capacidad de honrar esa historia y de reconocer que la igualdad de las mujeres y la justicia de género no son cuestiones marginales, sino cruciales para el futuro de nuestro país? ¿Estará preparada para enfrentarse al inmenso desafío del crimen organizado, dentro y fuera del gobierno, para garantizar una vida libre de violencia para todas? ¿Preservará y defenderá la seguridad de los periodistas y activistas que arriesgan su vida cuando le hacen preguntas difíciles al poder? A diferencia de los anteriores mandatarios, ¿ella escuchará?
"Al primer error, van a aparecer voces diciendo que las mujeres no sirven en el poder", sostiene Arussi Unda, vocera del colectivo feminista Las brujas del Mar. "Y eso que hemos tenido asesinos y corruptos como presidentes, sin que a nadie se le hubiera ocurrido decir que los hombres no sirven para gobernar."