OPINIÓN

La mentira de la dolarización

Javier Milei presenta la propuesta como "la salvación" al actual escenario de crisis económica. Qué implica y por qué no es viable esta receta poco novedosa.

Una inflación que superó el 21% en el primer trimestre del año y sigue en ascenso lleva a la clase trabajadora a preguntarse qué hacer al ver la forma en que se pulverizan sus ingresos. En estos días, tuvo mucha repercusión el planteo de Javier Milei de dolarizar la economía. Una propuesta mentirosa que esconde un ajuste nunca visto sobre el pueblo trabajador.

¿“Vos querés ganar en dólares”?, es la interpelación que hace Milei y que esconde explícitamente todas las circunstancias previas a la propia dolarización, que lleva a dinamitar los ingresos de los trabajadores hasta límites pocas veces imaginables.

No es un planteo novedoso. Ya fue propuesto en la crisis de 2001, cuando diversos sectores, particularmente desde el menemismo, llegaron a proponer ir a un régimen de dolarización. En ese momento, el planteo quedó sepultado junto con la propia convertibilidad y las figuras del entonces presidente Fernando De la Rúa y de su ministro de Economía Domingo Cavallo en el marco del levantamiento popular de diciembre de ese año. Incluso, en las elecciones presidenciales de 2003, el entonces candidato Carlos Menem insistía con dolarizar. Ahora, frente a la crisis actual, con otros nombres pero representando los mismos intereses, la cuestión reaparece.

La pregunta decisiva: ¿A qué tipo de cambio?

Es fundamental para saber de qué estamos hablando porque hay que canjear todas las monedas y billetes y los depósitos bancarios en pesos por las reservas disponibles. A eso, además, sumar todos los otros pasivos del Banco Central, las letras de diversos vencimientos y los bonos de la tesorería en moneda nacional. Esto ya llevaría la tasa a la que se cambiarían los pesos a un valor de $2000 por dólar.

Claro que todo este razonamiento es desde un punto de vista estático. Como bien han resaltado varios estudios, ante la posibilidad de una dolarización, es muy difícil que los especuladores no busquen anticiparse, generando una corrida contra el peso, que llevaría indefectiblemente a un sendero cercano a la hiperinflación. ¿A qué tipo de cambio se produciría en ese caso la hipotética dolarización? se habla de 8000, 9.000 y hasta 10000 pesos por dólar.

Bajemos a tierra entonces la propuesta de Milei: su efectiva implementación llevaría los salarios promedio actuales a valores de 100, 50 y hasta 25 dólares por mes. Súbitamente, el salario en la Argentina pasaría a estar entre los más baratos del mundo.

Por supuesto que Milei podría responder a todo esto diciendo que la base de cálculo de reservas existentes no es la que se debe tomar, ya que esto se podría resolver con un ingreso de 40.000 millones de dólares vía un préstamo internacional, o un eventual reingreso de los capitales argentinos fugados al exterior, por la “confianza” que generaría el plan. En el primer caso, es el camino a un nuevo mega-endeudamiento, que en cortísimo plazo nos pondría nuevamente frente a un nuevo y mayor ajuste, en la rueda sin fin de la impagable deuda externa. Lo segundo es altamente hipotético, muy similar a lo que afirmaba Macri en 2015, donde mágicamente su sola presencia sería un imán para el ingreso de capitales. Cosa que, sabemos, nunca sucedió.

¿Qué hay detrás del planteo de Milei?

Aunque el diputado lo esconda cuidadosamente, lo que se está planteado contiene el intento deliberado de generar una megadevaluación, una situación de caos previo. En concreto, producir una corrida contra el peso, que coloque de facto a la clase trabajadora y a os sectores populares en un estado de shock tal que haga que la moneda nacional desaparezca de hecho. En ese escenario, Milei sería “el salvador” que aparecería dolarizando y estabilizando la economía en niveles salariales, de jubilaciones y de partidas sociales cercanas a la pobreza extrema. Una vez más, no se trata de una operación novedosa: es lo que sucedió con Cavallo, que apareció como el salvador de la economía argentina con la convertibilidad en marzo de 1991 después de dos procesos hiperinflacionarios (el primero en 1989 y el segundo en 1990). Esos hechos conformaron el “colchón” que dio sustento a la convertibilidad. Es importante recordarlo porque son los requisitos previos para una propuesta como la que está planteando Milei en estos días. Por supuesto, que todo esto estaría acompañado de una feroz represión a todo intento de la clase trabajadora por defender sus ingresos.

¿Cuál es la salida?

Para ganar popularidad con su propuesta, Milei se apoya en un hecho de la realidad: la inflación creciente viene pulverizando desde hace mucho tiempo los ingresos de los sectores populares. Por eso, al mismo tiempo que desnudamos el verdadero objetivo del planteo de la dolarización y sus consecuencias de terror para las y los trabajadores, tenemos que plantear cuál es la salida, que no puede pasar por más ajuste y la continuidad al infinito de los pagos de deuda y el sometimiento al FMI. Hace falta algo radicalmente diferente: primero, que haya un aumento de emergencia para que ningún salario o jubilación quede por debajo de la línea de pobreza y que, desde ahí, se reajuste en forma automática mensualmente de acuerdo al incremento inflacionario. Salarios, jubilaciones y planes sociales no pueden ser más la variable de ajuste en este escenario de inflación galopante. Sin embargo, a esto hay que acompañarlo con un un plan económico que incluya la suspensión de los pagos de deuda externa y que rompa con el Fondo, y que nacionalice la banca y el comercio exterior para terminar con la fuga de capitales y la especulación con el dólar. Para entonces, sí, poner todos esos recursos al servicio de resolver las más urgentes necesidades populares.

La dolarización de la economía, debate nacional
Ana Cantiani, periodista de espectáculos, será candidata de La Libertad Avanza en Santa Fe.

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