OPINIÓN

La democracia argentina: sin instituciones, los caudillos se comen al rey

La debilidad institucional del Gobierno nacional impacta en lo territorial y agudiza la fragmentación política tras la derrota electoral.

Sin instituciones sólidas, la democracia no puede funcionar de manera efectiva ni garantizar sus principios básicos. Cuando nada ni nadie rige a los poderes que gobiernan ni a la ciudadanía que los elige, sobrevienen el autoritarismo, la autocracia o la crisis. No puede haber libertad sin instituciones robustas.

En Argentina padecimos demasiados episodios de este tipo. Las “facultades extraordinarias” de Juan Manuel de Rosas en la segunda mitad del Siglo XIX; la intervención del poder judicial que llevó a cabo Hipólito Yrigoyen, que junto a la persecución de opositores y de la prensa más la declaración de estado de sitio en 19 provincias culminaron en el golpe de 1930; los infames años que van desde 1974 a 1983, con grupos de tareas que respondían al gobierno peronista, primero, y luego a la dictadura militar; o el afán del matrimonio Kirchner de debilitar la independencia judicial, intervenir en órganos de control y manipular medios públicos para fines políticos entre 2004 y 2015.

Estos son apenas cuatro capítulos de un libro que hemos escrito en estos poco más de 200 años de historia que llevamos como Nación constituida.

El rol de las instituciones en Argentina

Las instituciones regulan las interacciones políticas, sociales y económicas dentro de la democracia, y resguardan los derechos básicos de los ciudadanos. Y este Gobierno, que heredó instituciones débiles y superpobladas, las llenó de nombres y no de personas probas porque no cree que sean fundamentales para gobernar. Era de esperar que, con esta mecánica, aflorasen la corrupción y el caos.

Gobernar sin instituciones que respalden la política es como dejar oxidar una cadena en la intemperie. El hierro aguanta, pero la herrumbre lo carcome de a poco, hasta que un eslabón se rompe y el resto no tarda en desintegrarse.

La institucionalidad es también importante porque no deja al libre albedrío el gobierno de los sectores lejanos a la base central. Como explica el historiador Tulio Halperín Donghi, tras la caída del orden colonial -con la Independencia y la desaparición del poder monárquico central en España- se abrió un vacío de poder y de autoridad nacional centralizada. Esta fragmentación de mando generó un espacio que fue ocupado por líderes rebeldes, magistrados y otros “jefes” locales que promovieron gobiernos personalistas y autoritarios. Loris Zanatta, escritor y ensayista italiano, lo sintetiza de forma clara y certera: «Cae el rey y nacen los caudillos».

Elecciones bonaerenses

Los 13 puntos con los que el oficialismo bonaerense derrotó en las elecciones de medio término a la desnutrida alianza de LLA con el PRO y algunos radicales, tiene más de una causa. La primera, sin lugar a dudas, es económica. En agosto, la confianza del consumidor cayó 13,9% respecto a julio, ubicándose en 39,94 puntos, el nivel más bajo desde septiembre de 2024. En los hogares de menores ingresos, el descenso fue más notorio: 18,3%. Este mes volvió a arrojar números negativos y desde diciembre de 2024 acumula una caída del 13,5%.

Pero otro fundamento del fracaso electoral está vinculado a la falta de territorio y el paupérrimo desempeño institucional del gobierno nacional. Los punteros políticos son los caudillos del Siglo XXI, y en la era mileísta ocuparon sin empacho el vacío dejado por el rey. Si el Estado no es nada, ¿quién audita? ¿Quién controla? ¿Quién diagnostica? ¿Quién ordena o gestiona?

En la orilla contraria, la estructura clientelar que impera en muchos de los 135 municipios de la provincia de Buenos Aires funcionó sin fisuras y el aparato local se impuso en sectores clave. Recordemos que Javier Milei ganó en 108 distritos bonaerense en 2023, pero no obtuvo ninguna intendencia. Esa falta de territorio lo dejó a merced de sus armadores regionales… y los resultados están a la vista.

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Javier Milei pierde apoyo

Desde que son gobierno, al menos ocho diputados que habían sido elegidos por votantes de LLA le quitaron su apoyo a Javier Milei. ¿Otros seguirán el mismo camino luego de octubre? Probablemente.

Los tropiezos son cada vez más porrazos. Y, ante cada desliz, los caníbales abren la boca y devoran un pedazo nuevo del rey con peluca. Sin aliados, sin instituciones firmes y eficientes, el monarca está a merced de sus contrincantes.

En el medio de esa disputa estamos nosotros, observando cómo la cíclica historia argentina hace la curva para reencontrarse a sí misma.

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