La creación de una Empresa Nacional de Alimentos (ENA) es clave para impulsar el rol activo del Estado en la planificación, regulación, control, producción, análisis de costos y comercialización de los alimentos de manera no monopólica para no dejar el mercado en manos de las grandes corporaciones.
El objetivo es la desconcentración del mercado de alimentos de la Argentina. Hay 10 empresas multinacionales productoras de alimentos que son las formadoras de precios. Frente a eso, se trata de recuperar la soberanía para un Estado nacional que tenga la potestad producir, distribuir, comercializar y tener el control nuevamente de la intervención en el mercado de alimentos frente al golpe de estas 10 empresas formadoras de precios al bolsillo de los argentinos y argentinas.
Al mismo tiempo, es preciso cambiar la vieja lógica neoliberal y no pensar al Estado como cliente de las grandes corporaciones sino como asociado directo de los productores con capacidad de planificar a largo plazo y realizar un estudio profundo de los costos. Se trata de generar una alianza estratégica con los pequeños y medianos productores e industriales. Porque para planificar la producción hay que reconocer y fortalecer las economías regionales. Discutir una logística polimodal, donde entren las vías navegables, los camiones, los trenes. Con una lógica federal en su capacidad de producción y distribución. No podemos plantear una justa comercialización de los alimentos, sin hablar de la producción.
Las empresas provinciales y municipales que hay en el país son muy importantes en la perspectiva de fortalecer las economías regionales. Algunas de ellas, están generando una intervención estatal en la producción de alimentos y sostenimiento de precio, sobre todo en materias primas. Es el caso del complejo provincial de empresas públicas de La Rioja, de San Luis, hay una recuperación de cuencas lecheras en La Pampa, en Corrientes, en Tucumán, Catamarca. Una sociedad estratégica en forma de consorcio entre el estado del Chaco y los productores primarios de arroz, y a medida que uno va caminando va encontrando más y más experiencias. En Formosa hay un complejo de frigoríficos que están peleando una intervención en el mercado y el precio de la carne. Panaderías municipales, empresas lácteas. Hay una gran capacidad y los planes de negocios están acordes con las realidades regionales. La Empresa Nacional de Alimentos tiene un gran desafío en fortalecer las escalas de las empresas productoras.
Desde el Estado nacional debemos plantear los 15, 20, 30 alimentos que hay que garantizar en la mesa de los argentinos y argentinas. Y en función de eso, generar un plan de negocios. No necesariamente una empresa nacional debe producir, sino generar alianzas y ver en la cadena de valor dónde intervenir. La cadena de valor es desde el productor hasta la comercialización, el Estado debe intervenir con inteligencia, analizar dónde se está desvariando el precio y generar una política allí. Se trata de planificar el mercado, bajar precio, ganar en calidad, democratizar el acceso. Me parece que Argentina hoy tiene el problema de la carne, el aceite, harina, y estacionalmente de algunas frutas y verduras.
Podríamos además generar precio de referencia en los productos de consumo masivo y eso implicaría ponerle freno a la avaricia de las empresas capitalistas que entienden al alimento como una mercancía y no como un derecho social. Eso también es parte de la construcción de soberanía, el acceso democrático y federal a los alimentos de calidad y a precio justo.
En cuanto a la inflación, sabemos que el aumento de precios está por encima de la media inflacionaria, eso quiere decir que hay un ensañamiento con la mesa de los argentinos y argentinas que tiene como consecuencia una enorme transferencia de recursos de los sectores populares a los concentrados. La ENA serviría para regular esta situación.
A partir del último golpe de Estado cívico militar se generó un proceso de transnacionalización de la economía porque ese régimen vino a imponer por la fuerza un nuevo modelo de acumulación capitalista en nuestro país basado en la desindustrialización al servicio de los intereses financieros de las corporaciones extranjeras. Ese camino se profundizó hacia la década del ´90 acentuando la monopolización en general y, en particular, de la producción y comercialización de alimentos a partir del hipermercadismo.
La estrategia trazada por José Alfredo Martinez de Hoz, Carlos Menem, Domingo Cavallo y Fernando De La Rúa generó las condiciones necesarias para que ese capital extranjerizado, concentrado y monopolizado se instalara, atando la suerte del país a la de las corporaciones.
Hoy vivimos bajo una situación dominante de diez empresas productoras de alimentos que poseen casi el 100% del mercado, nueve transnacionales y una multinacional con sede en Argentina que concentran la producción y comercialización de alimentos y generan los precios. Es decir, que los servicios financieros de la dictadura unidos al hipermercadismo generaron el universo de producción, comercialización y hasta exportación que padecemos. Fueron concentrando poder y el acceso del pueblo a los alimentos quedó ligado al plan de negocios de las empresas concentradas. Hicieron de los alimentos una mercancía y la tarea de nuestra generación es recuperarlo como un derecho social.
El aporte de la ENA se relaciona con la soberanía, con la desconcentración del mercado, precios, calidad, fortalecimiento de las economías regionales, la participación democrática a la hora de la elaboración de la producción, el acceso democrático al alimento, federalización de la distribución de ese alimento, la recuperación de circuitos productivos inexistentes como las cuencas lecheras, la pesca artesanal, como diversas producciones locales que han perdido fuerza, protección del mercado interno y una responsabilidad con el medio ambiente en prácticas correctas y responsables de la producción.