FÚTBOL & POLÍTICA

Newell’s: elecciones, alta tensión y sombra narco

El club rosarino elige presidente el domingo. Candidatos amenazados, el poder de Los Monos y las consecuencias de una relación cada vez más frecuente.

 

 

Los tres hombres que irán por la presidencia del club rosarino son Cristian D’Amico (constructor de casas), Ignacio Astore (médico traumatólogo) y Ariel Moresco (abogado especializado en derecho tributario). Además de logros futbolísticos –lo que valida o invalida siempre a las gestiones–, buscarán estabilizar la vida política de un club que, a 13 años del final de la autocracia del fallecido Eduardo López, todavía no pudo reponerse de ese paréntesis democrático que abarcó desde 1994 hasta 2008. “Durante ese tiempo se perdió a una generación que no hizo política, que no militó. El club estaba cerrado y fue como cerrar la fábrica de dirigentes”, compara D’Amico, actual vicepresidente, pero quien ejerce de hecho la presidencia del club luego de que Gustavo Bermúdez delegara sus funciones. Curiosidades de los sismos institucionales que suceden en esa parte de Rosario.

 

La falta de estabilidad y de una vida política madura y pujante es un diagnóstico que comparten los tres candidatos. “López taló el árbol y no se formó nada, no se formaron dirigentes”, agrega Astore. Moresco completa el cuadro: “No conseguimos darle estabilidad a la institución. El club estuvo concursado, se intervino la Tesorería, hubo mucha rivalidad en la comisión directiva y en 2017 nos sacaron a sillazos de una asamblea”.

 

La sombra narco

A la crisis institucional y política crónica se le sumó, desde hace décadas, la violencia de las distintas facciones que manejan la tribuna del club, casi todas vinculadas a Los Monos y al negocio del narcotráfico en una ciudad que sufre ese drama como ninguna otra en la Argentina. 

 

Esta semana, a D'Amico, que tiene custodia personal desde noviembre de 2016, cuando intentaron asesinarlo, le dejaron 14 balazos en el frente de la casa y en la camioneta de su hermano. En mayo le habían grafiteado la persiana de su comercio: ahí se leía el nombre “Chemea”.

 

En el submundo narco, “Chemea” es el apodo de Aldo Sosa, quien lideró la barra de Newell’s hasta hace algunos meses bajo otro seudónimo, “Gatito”. En enero de este año, antes de que la Justicia empezara a investigarlo, Sosa fue fotografiado junto a D’Amico dentro del Coloso del Parque Independencia. 

 

D’Amico, que lleva como candidato a vice al ingeniero José Luis Conde, secretario de Obras Públicas de la Intendencia rosarina, a cargo de Pablo Javkin, asegura que las amenazas a él y los balazos a la casa de su hermano se deben a que no negocia con ellos. “Vivimos en una sociedad con muchos problemas de violencia y delincuencia. Tal vez en Rosario sea mayor que en otros lados y el fútbol no es una excepción”, le dice a este portal.

 

D’Amico no es el único al que la mafia narco puso en la mira para garantizar la continuidad de su poder y sus negocios. A Astore lo amenazaron por teléfono, le rompieron el auto y observa, cada vez que sale de su casa en un barrio cerrado rosarino, cómo las paredes de los alrededores tienen mensajes e insultos destinados a él. Cuenta que, cuando decidió postularse, se imaginaba chicanas por los proyectos que representa cada candidato, pero no este nivel de agresión. “Es como si no fuera una elección de un club de fútbol; acá parece que se pelea por un poder extremo”, reflexiona ante Letra P.  

 

El subsecretario de Seguridad Preventiva del Ministerio de Seguridad de la provincia de Santa Fe, Diego Lluma, confirmó que las amenazas y la balacera provinieron de bandas que se disputan el control de la tribuna rojinegra: “Hay investigaciones que vinculan a la vida institucional de Newell's con hechos criminales que ocurren fuera del club, en el territorio, cuya naturaleza suele estar relacionada a una empresa criminal vinculada a la venta de estupefacientes”, explicó en la radio LT8.

 

En Rosario reconocen la incidencia de Los Monos en las dos tribunas más populares de la ciudad: en Central, a través de un pacto con el histórico líder Andrés “Pillín” Bracamonte; en Newell’s, en los reiterados cambios de líderes de la barra brava. En esas sucesiones intempestivas y a los tiros, la nueva dirigencia puede ser un vehículo o un obstáculo. 

 

Expectativas

Con un padrón que habilita a 20 mil personas a votar, menos que en la elección de 2016, quien asuma el lunes tendrá un horizonte más despejado que sus sucesores: Newell’s levantó en marzo el concurso preventivo que había iniciado en 2000 y también terminó el salvataje judicial por el cual el juez Hernán Bellizia manejaba todo lo que entraba y salía del club.

 

Con la deuda heredada de la gestión López cancelada, Newell’s tiene hoy una deuda controlable, que oscila entre los 9 y los 12 millones de dólares según el candidato a quien se le pregunte. 

 

“El fútbol es un negocio financiero y nos preparamos para que Newell’s, de una buena vez, dé un salto de calidad”, remarca Moresco. D’Amico defiende su gestión: “Hubo un reordenamiento económico y en los últimos cuatro años hubo superávit; salimos de la deuda de López, hicimos obras y compramos ocho hectáreas linderas al predio de Bella Vista. El socio recuperó la llave de su casa”. “Queremos un Newell’s profesionalizado en todas sus áreas, transparente y protagonista, pero, sobre todo, de puertas abiertas al socio”, enfatiza Astore. 

 

El domingo, cerca de las 20, luego de que se abran las urnas de las 24 mesas dispuestas en el estadio y en la sede, se sabrá quién conducirá al club. Los festejos y la participación democrática tendrán un protocolo propio de la época –alcohol en gel, barbijo obligatorio, distanciamiento social– y un marco propio del momento que viven el club y la ciudad: habrá 180 policías que blindarán el Parque Independencia durante todo el día.

 

CFK
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