Con la finalización del período de inscripción, el lunes terminó de configurarse el panorama electoral de Chile con nueve candidaturas, ocho de las cuales corresponderán a hombres y apenas la restante a una mujer. De esta manera, ese país se encamina a lo que puede ser la última parada –si no hay ballotage– de una sucesión de comicios que marcarán el futuro luego del estallido social de 2019, la que tiene un referendo tácito de fondo: continuidad o fin del modelo económico y social heredado de la dictadura de Augusto Pinochet.
Los nombres más importantes en esta carrera que se inicia son tres. El candidato del pacto oficialista Chile Podemos +, Sebastián Sichel, que, a pesar de ser el hombre de la derecha gobernante, se presenta como independiente; el diputado Gabriel Boric, quien buscará aglutinar el reclamo de la calle por la alianza Apruebo Dignidad, compuesta por el Partido Comunista y el Frente Amplio; y la única mujer de la contienda, la actual presidenta del Senado y líder de la Democracia Cristiana, Yasna Provoste, que buscará representar a la fuerza centroizquierdista de la ex-Concertación. Entre estas tres figuras se espera que se resuelva una posible segunda vuelta el 19 de diciembre. El resto de las fuerzas correrán con desventaja, pero tendrán una relevancia electoral significativa.
Completan el menú el exdiputado y amigo personal del presidente argentino, Alberto Fernández, Marco Enríquez-Ominami (MEO); el economista Franco Parisi por el Partido de la Gente, el ultraderechista seguidor de Donald Trump y Jair Bolsonaro, José Antonio Kast, por el Partido Republicano; el marxista-leninista Eduardo Artés, el economista independiente y líder de Felices y Forrados, Gino Lorenzini; y el activista mapuche Diego Ancalao por la Lista del Pueblo, una fuerza independiente surgida a raíz del estallido de 2019. Todos partirán con menos fuerza, pero podrán influir en un eventual ballotage en función de los porcentajes que obtengan. En este sentido, el oficialismo teme perder votos por derecha a manos de Kast, Provoste ante MEO –luego de no haber alcanzado un acuerdo– y Boric deberá prestarle atención a la elección de Ancalao, que buscará representar el mismo voto de hartazgo con el modelo.
Casi 15 millones de personas estarán habilitadas para votar el 21 de noviembre en comicios que estarán atravesados por una doble crisis. Por un lado, la abierta por las masivas protestas de 2019, que pusieron en debate los pilares del modelo liberal instaurado durante la dictadura de Pinochet; y, por el otro, la pandemia de covid-19, que, a pesar de registrar una mejora en los números de contagios y muertes, aún golpea con fuerza. Con este panorama, no estará en juego únicamente la transición en el Palacio de la Moneda, sino que se someterá al voto popular el modelo para salir de uno de los momentos más duros de la historia democrática. Las diferentes opciones pregonan la continuidad del liberalismo y quienes llaman a generar una mayor intervención estatal para achicar la creciente desigualdad social que permite, por ejemplo, según la Fundación Instituto de Estudios Laborales (FIEL), que el 0,1% más rico de la población ostente un patrimonio de 250 mil millones de dólares, casi el Producto Bruto Interno (PBI) de 2019.
En diálogo con Letra P, el cientista político y académico de la Universidad de Santiago Marcelo Mella aseguró que Sichel y Provoste “representan el continuismo de las estructuras tradicionales”. “Detrás de Sichel están los sectores de la derecha liberal financiera que han tenido un tremendo fracaso con (Sebastián) Piñera y, aunque Provoste ha intentado presentarse como una candidata atípica, tiene una constelación de apoyos que han sido los grandes controladores de la antigua Concertación”, ejemplificó. El desafío será escapar de la consigna que resumió las protestas de 2019, que comenzaron por el aumento del subte pero se expandieron a todos los rincones de la política: “No son 30 pesos, son 30 años”. El conservador oficialismo y la antigua Concertación son los dos representantes de ese plan nacional que se hizo añicos hace dos años y son juzgados como los responsables de la desigualdad que se busca reducir. En épocas de cambios, si desean sobrevivir, estarán obligados a cambiar.
Del otro lado de la balanza aparece Boric, un diputado que comenzó su carrera como un joven dirigente estudiantil y logró imponerse en su interna ante el candidato del Partido Comunista, Daniel Jadue. “Su candidatura es la que representa la opción transformadora que se ha planteado con tanta fuerza”, afirmó Mella, quien aclaró que “no será fácil trasladar la demanda social de la calle al sistema de partidos”, porque “hay por lo menos dos décadas de desconfianza entre la sociedad y los partidos políticos”. “Tiene la oportunidad de liderar una transformación histórica, la superación de las instituciones de la dictadura y la transformación del modelo económico”, agregó.
A tres meses de las elecciones, las primeras encuestas muestran un escenario en el que dos de estas tres principales candidaturas parten con ventaja. Según el último sondeo de CADEM, existe un empate técnico entre Sichel, que llega al 24% de intención de voto, y Boric, con el 21%, dado el margen de error de tres puntos. En tercer lugar, aparece otro empate, entre Provoste y el ultraderechista Kast, que llegan al 10%. En total, el número de indecisos trepa hasta el 28%. El sondeo también manifiesta los malos números del gobierno de Piñera, que cuenta apenas con un 24% de aprobación y un 68% de rechazo.
Luego de una sucesión de elecciones y de la instauración de la Convención Constituyente que estará encargada de redactar una nueva constitución, Chile ingresó en la recta final de unos comicios que elegirán la futura presidencia, pero que pondrán en juego las bases nacionales del futuro. En noviembre, más que un nombre, se elegirá un modelo. La carrera ya empezó.