Pasa lo que no tenía que pasar. Diego Santilli desciende del auto en el punto determinado, una dirección a 50 metros de la Municipalidad de San Antonio de Areco, y camina hacia donde lo esperan desde hace sólo diez minutos el intendente Francisco Ratto, el primer precandidato a concejal Leonardo Nano Perez y la senadora provincial Elisa Cara. Se supone que el grupo irá a saludarlo, pero se adelanta un periodista local y él se detiene a contestar. El colega le pregunta por su hijo corredor y, cuando está distendido, inquiere sobre su decisión política. ¿Por qué? Otra vez la pregunta es por qué se mudó a la provincia. "Formo parte de un equipo y el equipo me lo pidió", explica, reitera que en Buenos Aires crió a sus hijos y enumera los problemas que quiere solucionar. Mientras el precandidato a diputado responde, se detiene un auto gris y, detrás, una camioneta Ford. Es Elisa Carrió, que llega acompañada por la diputada nacional Marcela Campagnoli, que va por su reelección, y la custodia judicial de la jefa de la Coalición Cívica-ARI. Carrió amaga, pero no se baja del auto. Espera a que Santilli termine y, cuando pisa la vereda, él se da vuelta y va a saludarla. Antes, Campagnoli le acerca un barbijo. Carrió se lo pone y se muestra incómoda. "Chicos, por favor, usen ustedes barbijo, yo estoy vacunada y sufro epoc, me ahogo". Santilli la abraza y se alegra de verla como si hiciera días que no están juntos. Sin embargo, acaban de compartir una charla con vecinos en Exaltación de la Cruz. "¡Mirá cómo estás! Diosa del Olimpo", exclama Santilli. No suenan los clicks porque los celulares y las cámaras digitales que los rodean no hacen ruido.
El municipio "de la tradición" es el único de la Segunda sección electoral de la provincia de Buenos Aires en la que Juntos no tiene interna. Santilli está relajado y cuenta que su yerno es arequero y, como en todo pueblo, alcanza para que lo mencione por su nombre de pila y que mencione a su mamá para que todos sepan quién es el novio de la hija de Analia Maiorana.
En San Antonio de Areco, a Lilita la llaman Lila. Lo señala el intendente Ratto, que en la última elección le ganó al peronismo. "Prefiero Lila antes que me digas gorda", estalla en risas ante el jefe comunal, que la regaña cuando ella corrige cuestiones históricas de la región de la que se siente una vecina más. "No empieces, Lila", le guiña. Otra vez se ríen.
Quien marca el ritmo es Santilli. No se ve quién, pero alguien de lejos le va indicando la hora. Un grupo pequeño ingresa con ellos al patio del municipio. Santilli no se quita el barbijo gris Ion positivo. El intendente señala una placa con el listado de sitios históricos y Mariano, custodio de Carrió que lleva su cartera, le acerca una chaqueta de paño azul. "A ver si me prende..." bromea la no candidata, que cuenta que la estrenó en 1999 y que "sufrió todas las campañas". Ella está vestida completamente de negro, polera de lana al cuerpo, pantalón de cuero y botas de caña alta de gamuza que, sobre las punteras de cuero, llevan entrelazadas las dos C de Chanel. Como siempre, cuelga de su pecho una cruz, en esta ocasión dorada, con cadena gruesa. "Vamos", apura el primer precandidato a diputado nacional y toca con la diestra la espalda de Carrió.
En la ciudad no hay pintadas ni pasacalles ni afiches de ningún candidato. El anuncio de la presencia de Santilli y Carrió sólo se dio por redes sociales. Apenas un par de carteles promueven al Colo -el tema del pelo es la marca del porteño- en la ruta 8. Es evidente que antes pusieron sobre aviso a los comerciantes de la calle Alsina. Los reciben primero en Especialidades Ketty, apenas cruzando el municipio. El precandidato pregunta si es cierto que son las mejores empanadas de la ciudad y cuál es la más rica de las 25 variedades que venden. "Carne cortada a cuchillo", le dicen y le ofrecen probar. Santilli choca los puños como al llegar y se excusa porque todavía no pasó media hora desde el mediodía. Carrió se asoma por una ventana de la ochava. También rechaza el convite. "Yo no puedo comer porque, si no, no lo puedo acompañar al Colo, soy una señora mayor, de outlet", se excusa. Pero cuando Santilli sale y la busca para seguir el camino, Carrió se escapa hacia la izquierda. "¿Adónde va?", pregunta mientras alguien se ríe. "Es indomable", se escucha mientras ella se asoma a la última ventana del local donde se ve la cocina y a Ketty, una señora muy bajita y mayor que pasó de la cocina de su barrio al centro hace un año. Santilli la alcanza y pide que le abran totalmente la ventana para poder ver hacia adentro. Carrió ya está probando la de carne cortada a cuchillo. "Tenemos que ganarle a la pizza de Diego Valenzuela", se enorgullece el intendente mientras el precandidato se quita por primera vez el barbijo y empieza a comer.
Tras agradecer, felicitar y chocar puños, la escueta comitiva se retira. "Me van a hacer engordar", sonríe ante esta cronista el exvicejefe, que esta semana degustó el famoso Pancho 46 de San Martín y fugazetta rellena en Tres de Febrero. Moira, una vecina que estaba limpiando y escuchó que Santilli estaba de visita, se aparece, se acerca y le pide: "Hay que hacer fuerza para ganar". El no duda: "Vamos a ganar". Ella insiste: "Hay que sacarlos".
Visiblemente relajados, en una hora Santilli y Carrio caminan sólo 100 metros y mantienen una breve charla con periodistas en la plaza Ruiz de Arellano, una plaza sin rejas, con dos palmeras y una bandada de loros que se hacen escuchar.
Carrió no ingresa a ningún local. En la tradicional Casa Oberti, Santilli es bien recibido por Ileana, su dueña, que dice que lo va a votar. "Acá nos conocemos todos", admite sobre su voto cantado. El precandidato abre el cerramiento de la vidriera y elogia una cerámica que le gusta y en la que tomaría una sopa. "Voy a volver con mi mujer", repite dos veces de tan encantado que está. Carrió lo espera sacándose fotos con varias mujeres que se acercan y la escena se repite en la esquina frente a una histórica farmacia de la ciudad. Santilli vuelve a entrar solo para charlar con los empleados sobre cómo están. Cuando sale, Carrió ya está en medio de la plaza y él aprovecha para sacarse fotos con los precandidatos a concejales que le presentan. Uno de ellos es Daniel Benítez, de profesión peluquero. "Si viene el pelado te morís de hambre", bromea a pesar del mensaje por tik tok que el jefe de Gobierno difundió el día de la lucha contra el bulling. Después le presentan a Juan Manuel Domínguez, que llega vestido con pantalón y camisa de trabajo azul y borceguíes llenos de barro. "No es político pero es de linaje, su abuelo Tito fue intendente", presenta el alcalde al joven que trabaja en la cooperativa de luz y que pide disculpas por el estado de su calzado.
Tras varios clicks sin ruido para las fotos que usarán los precandidatos en las redes sociales, Santilli es llevado a una peluquería ubicada apenas cruzando la calle. Carrió ya está cómodamente instalada sobre una escalinata de mármol junto a Campagnoli, que le da argumentos a una mujer para evitar que se escurran votos. "Gracias a que votaron a Gómez Centurión salió el aborto. Vos les tenés que decir que gracias a eso ganó Alberto Fernández y salió el aborto. Mauricio (Macri) no hubiera votado el aborto", repite. A su lado, Carrió pide fumar, Mariano le alcanza un cigarrillo y lo enciende.
Mientras ella da una primera pitada, se ve a Santilli cruzar la calle desde la Iglesia hacia la plaza. Invitan a Carrió a ir al punto de encuentro para el contacto con la prensa. "No me voy a mover, que vengan para acá que es el mejor lugar", responde. Una mujer que acaba de pedirle una foto le susurra que mejor no la vean fumando. "Soy como Lanata", se ríe y con una seña cariñosa invita a Santilli a sentarse a su lado. "Ven, todos vienen para acá", sonríe. Otra vez rechaza el barbijo, intenta ponérselo, dice que se ahoga y se lo quita.
"Contar con Lilita es un lujo; la gente la recibe con cariño y afecto", resalta Santilli. La exdiputada dice lo que fue a decir, como antes lo hizo en Entre Ríos en contra de Rogelio Frigerio. "Yo puedo dar fe de esta lista, no se va a correr. La otra lista no sé", pone en duda la lealtad de los adversarios que encabeza el neurólogo Facundo Manes. Santilli apunta a la propuesta de Victoria Tolosa Paz, precandidata del Frente de Todos. "Hay que bajar, no subir impuestos", dice él y Carrió coincide: “La revolución republicana viene acompañada con menos impuestos y más emprendedores". Santilli busca palabras firmes pero amables y evita la confrontación, pero otra mujer reprocha el uso de planes sociales y Carrió se mete. "A los que tienen planes sociales hay que permitirles trabajar", arranca y sigue con un largo discurso sobre el tema. Con un aplauso, el propio Santilli da por terminada la conferencia.