Daniel Schteingart dirige el Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI) del Ministerio de Desarrollo Productivo. Activo en redes sociales, defiende la visión del Gobierno de promover industrias estratégicas que tiene como base actividades extractivas. Criticado por parte del ambientalismo y especialistas, como ocurrió en este medio con Anabel Marín, rechaza que el Gobierno no tenga en cuenta el impacto ambiental, pero hace hincapié en la necesidad de aprovechar los recursos para generar divisas y promover el desarrollo interno.
-Entrevistada por Letra P, Marín criticó la falta de consideración de la cuestión ambiental en el Gobierno, al impulsar actividades extractivas.
-Tengo un gran respeto por Anabel, pero en este punto discrepo. La política ambiental es fundamental. Las iniciativas vinculadas al hidrógeno verde tienen un alto potencial y permitirán mejorar la huella ambiental y generar millones de dólares de exportaciones. También apostamos fuerte a la electromovilidad. La capitalización de IMPSA: es una empresa con enorme tecnología para desarrollar sistemas hidroeléctricos y eólicos. El desarrollo productivo debe ser verde o no será. No va más el viejo desarrollismo del siglo XX, que en aras de la producción generaba impactos en el ambiente que hoy estamos pagando. Argentina puede salir bien parada de eso.
-En la producción agroindustrial, en la minería, en Vaca Muerta, el debate ambiental parece más urgente.
-Hay ciertos discursos que quizás simplifican demasiado. Cuando te dicen que se va a generar una fábrica de nuevas pandemias por la actividad porcina, o que van a morir personas por la minería, o que la dieta se verá afectada por lo transgénico. Son consignas que obturan el debate y generan miedo en la población. Lo que comentó Anabel sobre un tuit mío venía a cuenta del desarrollo del trigo transgénico, un invento argentino con impacto que tiene cosas interesantes en lo ambiental.
-¿Cuáles?
-Es tolerante a la sequía en tiempos de cambio climático, permite producir lo mismo con menor cantidad de agua y alternar cultivos con la soja en lugares donde, por la sequía, el trigo dejó de ser rentable. Permite reducir el uso de agroquímicos, que también se presentan como el mal y son un invento que, si uno mira, el mundo pasó de 1000 millones a 8000 millones de habitantes gracias a la revolución agrícola. El riesgo de hambrunas hoy es el menor de la historia de la humanidad. Hay consecuencias negativas y está bien remarcarlas, pero proponer la prohibición es un problema. Hay que regular y sancionar las malas prácticas.
-Falta mayor regulación estatal.
-Coincido. Argentina tiene un montón de capacidades estatales, pero no son las de un país desarrollado. Requerimos más capacidades y más regulación para poder controlar y sancionar. Entiendo buena parte del reclamo, pero es más hacia las instituciones -y formo parte de ellas- que hacia la sustancia. Si no, confundimos el problema. Es como que te diga que un cuchillo puede servir para cortar un vegetal y para apuñalar a una persona. El Estado sanciona la agresión a la persona pero no está prohibido el cuchillo. Si alguien fumiga en días de lluvia o de viento, por ejemplo, hay que sancionarlo.
-Hay mucha expectativa con el litio y con la posibilidad de desarrollar la cadena de valor. ¿Falta una mirada ambiental en esa industria?
-Toda actividad económica tiene impacto ambiental. Avances hay, aunque todavía muy incipientes. Cuando se habla de desacople entre el crecimiento económico y el impacto ambiental, se va en esa dirección. Se habla de descarbonización, que por cada punto de PBI se tire menos carbono a la atmósfera. Hasta ahora, la ecuación fue muy mala, pero hay logros impresionantes derivados de las regulaciones tecnológicas.
-Los movimientos ambientalistas pusieron en agenda que esta dinámica no es sostenible.
-Es cierto, la economía no les prestó atención, hasta ahora. Una de las ideas es descarbonizar la matriz energética. Ahora, no creo que la solución sea restringir el crecimiento económico. No hay ningún país en el mundo que con el PBI per cápita de Argentina tenga pobreza cero. Se necesita al menos el doble. Crecer es una necesidad indispensable y lo tenemos que hacer desacoplando. Entonces, se tiene que hacer minería de litio o minería en general con el menor impacto ambiental posible. Hay prácticas que son mejorables. La minería tiene mala prensa pero está bastante regulada, más que otras actividades que generan más daños ambientales de los que se habla poco. Hay en el Conurbano miles de chicos y chicas con plomo en sangre por malas prácticas productivas.
-La minería tiene mala prensa, pero hay eventos como el derrame de cianuro en San Juan de Barrick, en 2015, que contribuyen a eso.
-San Juan, antes de la llamada megaminería, en 2003 tenía más mortalidad infantil que la media nacional y ahora está en la media. Tenía 7 u 8 puntos más de pobreza y ahora está cinco puntos debajo de la media nacional. La cantidad de empleos formales creada fue mayor a la media nacional y a la de sus vecinas de Cuyo. Ponés eso en el rompecabezas y el diagnóstico cambia. Ese derrame de solución cianurada afortunadamente no llegó a mayores y generó una de las mayores multas de la industria argentina. Se obligó a Barrick a parar más de un mes, hubo mala praxis y se sancionó. Desde ese momento, hubo mayor inversión en tecnología de seguridad también, para que el riesgo fuera menor. Ninguna actividad tiene riesgo cero.
-Hablabas del hidrógeno verde, de las energías renovables. Y del otro lado está Vaca Muerta. ¿Llega tarde el desarrollo del no convencional? ¿No es contradictorio con ese necesidad de cambio climático?
-Todo es parte de la transición. Lo ambiental es una variable súper importante, pero hay otras, como la disponibilidad de divisas, el empleo, el desarrollo territorial. El gas natural es considerado un combustible de transición. Las emisiones de gas natural son bastante inferiores a las del petróleo y el carbón. Argentina viene con un declino de largo plazo en la producción de hidrocarburos convencionales, que generó un problema macroeconómico severísimo en 2010-2015 e impactó en la vida de la gente porque hubo dólares que, en vez de financiar insumos de la industria o el consumo, fueron redestinados a importar energía. Hay que pensar Vaca Muerta también en esa clave, como una fuente de ahorro de divisas que, en la transición, tiene una relevancia importante. Y es fundamental remarcar el tema exportaciones: que Argentina exporte más es benéfico para toda la sociedad porque es la única fuente genuina de divisas. Exportar más permitirá salarios reales más altos y sostenibles.