Por estos días, en las enormes naves de la planta de General Motors (GM) en la comuna santafesina de Alvear, a escasos 15 kilómetros de Rosario, se pueden escuchar y ver trabajar las 24 horas a japoneses, coreanos, brasileños y norteamericanos en la instalación de equipamientos a lo largo de la nueva línea de producción. Esta puesta en marcha de la ampliación para sacar como pan caliente más unidades del Chevrolet Cruze y un nuevo modelo SUV a partir de 2022 significa la materialización de una inversión de U$S300 millones que calienta motores desde épocas del gobierno de Mauricio Macri, pero ahora acelera para el sprint final ante una eventual complicación del rebrote de Covid-19.
La compañía anunció en octubre 2017 una inversión de US$500 millones, de los cuales 300 fueron directos de GM y 200 a través de proveedores. Un ejemplo de este complemento es el de la operadora portuaria Terminal Puerto Rosario (TPR), de la chilena Ultramar, y en menor medida de Vicentin, que comprometió obras para que la automotriz exporte desde allí, a 15 minutos de su terminal, y no tenga que recorrer 300 kilómetros hasta el puerto de Zárate.
La idea era que el proceso de inversión se diera en los años 2018 y 2019, pero se extendió a 2020. Sin embargo, lo sabido: la pandemia obligó a reestructurar todos los planes empresariales y GM suspendió el proceso de inversión por diez meses. Ahora llega a la etapa final, después de haber atravesado los vaivenes económicos de los dos últimos años de la administración de Cambiemos y la severidad del coronavirus.
La conducción de Sudamérica de la compañía automotriz entendió que entre la primera y la segunda ola de Covid-19 había una ventana oportuna para terminar el proceso de ampliación antes de un eventual endurecimiento de restricciones o incluso cierre de fronteras. Por eso, los más de cien extranjeros junto a más de 2.100 proveedores y operarios trabajando entre robots, procesos automatizados y sofisticadas máquinas todo el día en la parada desde el pasado 15 de abril hasta el 16 de mayo.
“El plan sigue avanzando muy fuerte en el tramo final”, afirmaron a Letra P fuentes del management de la empresa y agregaron que “se están acelerando las obras, lo que significa que la inversión está en plena marcha, generando trabajo y, sobre todo, de empresas santafesinas”. Una vez que la línea de producción haya sido ampliada para fabricar dos modelos, se reincorporarán los últimos cien trabajadores de los 1.100 totales que mantenían un esquema de suspensiones rotativas vigentes durante casi dos años producto de la caída del mercado interno y de la exportación.
For export
Con los fierros a estrenar y el plantel completo, confían en que el ritmo de producción será más alto, y por ende, habrá más vehículos para exportar. Vale recordar que la planta comercializa al exterior cerca del 80% de lo que produce, principalmente a Brasil.
Este año se cree que la industria llegaría a las 500 mil unidades producidas entre todas las automotrices, un 90% más que el 2020, cuando el piso productivo fue muy bajo debido al primer año de pandemia que obligó a cerrar dos meses las plantas y volver muy de a poco. En una misma cifra se proyectan las exportaciones, que, según la Asociación de Fabricantes de Automotores (ADEFA), en el primer trimestre de este año ya marcaron un acumulado del 21,2% en la comparación interanual.
El ex predidente Mauricio Macri en 2016 en un recorrido por la planta previo al anuncio de la inversión (Foto: GM)
Al igual que otras automotrices, GM puede representar un modelo ejemplar y transversal para los gobiernos por tener una industria automatizada, una enorme plantilla de trabajadores directos e indirectos, y sustentarse en la exportación. De hecho, el ex presidente Mauricio Macri realizó un acto desde la planta de Alvear para empuñar como insignia la culminación de la anterior inversión de US$740 millones del período 2014-2016. El Gobierno de Alberto Fernández aún no recorrió la terminal, como sí hizo con Toyota y Honda.
Los conflictos de las automotrices con las áreas productivas de los gobiernos suelen generarse por la limitación en la importación de vehículos o piezas, aunque en estos momentos los directivos de GM no lo colocaron como un problema, por más que no entren unidades al nivel que demanda el mercado. Las negociaciones son constantes entre la cámara de las automotrices ADEFA y el Gobierno respecto a la decisión de equilibrar lo que cada terminal exporta. En cuanto a la importación de piezas, el problema no es de aduanas, sino de escasez a nivel mundial, sobre todo semiconductores y chips, y muchas marcas de distintos países tuvieron que parar su producción.