El Gobierno prepara una serie de cambios dentro de la empresa Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA), la sociedad anónima del Estado que maneja Atucha I y II y la Central de Embalse. A partir del lunes, tras una reunión de directorio, su nuevo presidente será el ingeniero José Luis Antúnez, un histórico dentro de la compañía que supo poner en funcionamiento Atucha II y fue uno de los principales impulsores de la cuarta central nuclear en asociación con China. También habrá una renovación integral del directorio.
A horas de la próxima reunión dentro de la empresa, lo que sobrevuela dentro de sus pasillos y en algunas oficinas de la Secretaría de Energía es la idea de “relanzar y poner al sector nuclear en el lugar que nunca debió perder”.
Las tres centrales nucleares en operaciones aportan al Sistema Argentino de Interconexión 1700 megavatios, el 10% del total de la generación de energía eléctrica. Para el período 2015-2025 se había trazado un horizonte de inversiones de 31.000 millones de dólares que quedaron truncos con la llegada del gobierno de Cambiemos, que descartó a la energía nuclear como fuente alternativa de generación eléctrica y desplazó de sus puestos de trabajo a la masa crítica de ingenieros y especialistas en la materia, incluidas más de 200 empresas que fueron capacitándose en la materia a lo largo del tiempo.
Antúnez tomó las riendas de NA-SA y Atucha II en 2005, luego de que la construcción de esa central estuviera paralizada por casi 20 años. Tras el interregno macrista y un retraso no planificado en el cambio de autoridades durante el primer año de la pandemia, este especialista llegará con el mandato de hacer cumplir la ley 26.566, norma que facultó al Estado nacional a encarar la construcción de una cuarta central nuclear.
Socios estratégicos
El macrismo no rompió lazos con China pero hizo lo posible para tensionar la relación o cambiar el enfoque de los proyectos que había heredado. La paralización de las dos centrales térmicas sobre el Río Santa Cruz y el freno de Atucha III fueron un ejemplo.
El esquema de planificación a largo plazo del gigante asiático incluye cláusulas que atan un proyecto con otro: si se cae uno, caen todos. De hecho, sobre el cierre de 2018 se firmaron más de 30 acuerdos, incluida la ampliación del swap (intercambio de moneda), jugada clave en un momento donde el país ya sufría el embate de los fondos que querían retirar sus inversiones del país y las reservas del Banco Central se fugaban.
Estados Unidos mira con recelo todos los movimientos vinculados a Rusia y China, principal comprador de materias primas del país y acaso el más fuerte motor de la economía global. Esa incomodidad quedó de manifiesto en la reciente visita del jefe del Comando Sur, Craig Faller, quien consideró a este país como “una amenaza”.
La geopolítica, sin embargo, tiene sus propias reglas. En este contexto, las negociaciones nucleares con el gigante asiático avanzan.
Durante la primera semana de abril, hubo un encuentro virtual entre el secretario de Energía, Darío Martínez, el nuevo embajador de la Argentina en la República Popular China, Sabino Vaca Narvaja, y directivos de la Agencia Nacional de Energía de China (NEA) y la Corporación Nuclear Nacional de China (CNNC).
“El proyecto de la cuarta central nuclear cuenta con todo el apoyo del Presidente de la Nación y se encuentra dentro de la lista de proyectos prioritarios entre ambos países”, afirmó Martínez a través de un comunicado.
Desarrollos nucleares
El proyecto Atucha III contempla la construcción de una central nuclear de tecnología china, Hualong. Se trata de un proyecto llave en mano que incluye un reactor de 1200 Megavatios y se ubicará en el Complejo Nuclear Atucha en la localidad bonaerense de Lima. Su vida útil sería de 60 años.
El financiamiento estará a cargo de un consorcio de bancos chinos liderado por el Banco Industrial y Comercial de China (ICBC), a través de un crédito cercano a los 8000 millones dólares, que abarcaría el 85 por ciento del precio del reactor.
“Un país que maneje la energía nuclear maneja, entonces, también los conocimientos involucrados en todos esos campos del conocimiento tecnológico y puede volcarlos hacia todas las industrias involucradas. En la Argentina hay sobrados ejemplos de ello, desde los spin-off metalúrgicos surgidos hasta los procedimientos de garantía de calidad que se proyectaron desde Comisión Nacional de Energía Atómica hacia otras industrias masivas, como la automotriz”, escribió Antúnez en un documento del año pasado junto a Gabriel Barceló, Eduardo Barreiro, ambos del Instituto de Energía Scalabrini Ortiz, y Andrés Kreiner, de la Asociación de Profesionales de la Comisión Nacional de Energía Atómica.
“En tanto y en cuanto los combustibles fósiles dejen de utilizarse como medida paliatoria del cambio climático, la energía nuclear jugará un papel preponderante como fuente confiable para la base de la curva de generación eléctrica en todo el mundo”, agregaron los especialistas.
Si bien se estima la creación de 7000 empleos directos con la cuarta central atómica, al ser un proyecto “llave en mano” habrá poco espacio para el desarrollo de tecnología local. Por eso, el objetivo de Antúnez dentro de NA-SA será reflotar una serie de iniciativas abandonadas durante los últimos cinco años, para complementar los procesos de desarrollo científico tecnológicos.
Lo primero que hará la nueva conducción de la empresa será convocar a los ingenieros e ingenieras que fueron desplazados durante la anterior gestión. La idea es relanzar la construcción de la Planta de Producción de Agua Pesada de Neuquén, retomar la construcción del Reactor de baja Potencia CAREM de diseño nacional, y el Reactor Multipropósito RA 10.
“Todos los proyectos cuentan con los recursos humanos propios como insumo esencial así que será necesario recuperar a los que fueron despedidos y capacitar a nuevos colaboradores. La recuperación de la industria nacional proveedora del sector nuclear deberá ser objeto de especial atención por su importancia en la creación de empleo calificado, tan necesario en las actuales circunstancias”, indicaron a Letra P voceros de la Secretaría de Energía.