Keiko Fujimori intentará llegar nuevamente a la presidencia de Perú en la segunda vuelta de las elecciones generales que se celebrarán el 6 de junio próximo. De la mano de Fuerza Popular (FP), el partido que recoge el ideario populista de derecha de su padre, el expresidente preso Alberto Fujimori, y con promesas de "mano dura", Keiko buscará convertirse en la primera mujer en liderar el país, tras perder la competencia en 2011 y 2016.
Las elecciones del pasado domingo confirmaron la enorme fragmentación de la representación política de Perú y derivaron en una segunda vuelta que tendrá una dosis extra de polarización. Cuando se había completado el 87,42% del escrutinio, la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) informó en su sitio web que Fujimori alcanzaba el 13,21% de los votos y se ubicaba en segundo lugar, detrás del candidato de izquierda radical Pedro Castillo, de Perú Libre, el postulante más votado con un exiguo 18,84% de los votos válidos.
Por detrás, se ubicaron el economista liberal Hernando de Soto, con 11,97%, y el empresario bolsonarista Rafael López Aliaga, con 11,91%.
Como contó Letra P, la elección presidencial del domingo en Perú dejó pocas certezas en un sistema político que asemeja un archipiélago de pequeños partidos de papel anclados en nombres que interpelan apenas un poco más, con una pelea de fondo que radica en la discusión sobre un modelo económico liberal que ha sido calificado como un "milagro" pero que no goza de legitimidad en la calle.
En lo que va del siglo y hasta la llegada del nuevo coronavirus, Perú, que adoptó una versión del modelo chileno ultraliberal, registró un crecimiento anual promedio del 6%, lo que permitió reducir la pobreza del 52% en 2002 a 20% en 2019. Sin embargo, el escaso derrame de la renta minera –fuente de tres cuartas partes de las exportaciones–, la atávica postergación del interior agrícola y la elevada flexibilidad laboral e informalidad económica en las grandes ciudades han impedido que el modelo peruano, muy valorado por la comunidad de negocios, se legitimara socialmente.
Graduada en administración de empresas y excongresista, Keiko Fujimori, de 45 años, dijo que va a indultar a su padre si llega a la presidencia y que, de no lograrlo, le solicitará a quien resulte electo que así lo haga.
La hija del expresidente nació en Lima en 1975. En 1993 viajó a Estados Unidos y en 1997 obtuvo su título en Administración de Negocios en la Universidad de Boston y una maestría en Administración de Empresas en la Universidad de Columbia, donde conoció a su marido, el estadounidense Mark Vito, con quien tiene dos hijas.
Sus padres se divorciaron en 1994, luego de que su madre, Susana Higuchi, acusara al expresidente de torturarla e intentar silenciarla. Tras el divorcio, Keiko asumió el cargo de primera dama con solo 19 años, convirtiéndose en la más joven en la historia de América. Las acusaciones de corrupción y violaciones a los derechos humanos en contra de su padre, por las que fue enviado a prisión, la llevaron a asumir el liderazgo político del fujimorismo. En las elecciones de 2006 fue la congresista más votada y con la popularidad que mantenía, se postuló a la presidencia en 2011, cuando se enfrentó con los expresidentes Ollanta Humala y Alan García.
En 2016 volvió a intentarlo y fue la candidata más votada con su partido Fuerza Popular, pero perdió en segunda vuelta con Pedro Pablo Kuczynski.
Ahora, intentará por tercera vez convertirse en la primera presidenta del Perú, pese a las graves denuncias que pesan en su contra. El fiscal José Domingo Pérez investiga a la candidata por el presunto delito de lavado de activos por los aportes que habría recibido de la empresa Odebrecht y de otros empresarios para el financiamiento de sus anteriores campañas presidenciales.
Asimismo, se la acusa de liderar una organización criminal dentro de su partido que habría captado recursos de fuentes indebidas, bajo la modalidad de falsos aportantes. En las investigaciones se encuentran involucrados varios empresarios, entre ellos su esposo, según el diario peruano La República. Por ese caso fue detenida preventivamente en 2018 y liberada tras la concesión de un habeas corpus por el Tribunal Constitucional (TC). Regresó a prisión preventiva en enero de 2020 durante tres meses y actualmente cumple una medida de comparecencia restringida, que la obliga a asistir a declarar a la Fiscalía todas las veces que sean requerida por un juzgado.
Pesada herencia
El ballotage del 6 de junio próximo dirimirá quién ocupará la presidencia peruana por los próximos cinco años. Quien triunfe en la segunda vuelta deberá afrontar, entre otros retos, un parlamento atomizado. La dispersión de partidos en el primer turno electoral dejará al menos a diez fuerzas con representación en el Congreso, encabezadas por Perú Libre -la agrupación de Castillo- que, con poco más de 16% de los votos válidos, quedará muy lejos de la mayoría propia pero, por ser la más numerosa, seguramente encabezará las principales comisiones, lo que le dará ventaja a la hora de fijar la agenda parlamentaria.
Además, quien llegue a ocupar el Palacio de Gobierno en Lima cargará sobre sus espaldas con la historia reciente que envuelve al cargo. Todos los expresidentes vivos recibieron condenas y pasaron por la cárcel o han estado privados de la libertad. Fujimori (1990 y 2000) fue condenado a 25 años y permanece en la cárcel. En tanto, Alejandro Toledo (2001-2006) cumple arresto domiciliario en Estados Unidos, donde estuvo prófugo por un largo tiempo, a la espera de un proceso de extradición. Humala (2011-2016) fue preso en 2017 y hoy vive en régimen de libertad controlada. También vinculado a coimas atribuidas a la constructora brasileña Odebrecht, Kuczynski (2016-2018) cumple arresto domiciliario tras haber recibido una condena de tres años.
Más dramático fue el caso de Alan García, que gobernó entre 1986-1990 y entre 2006-2011 y se suicidó hace dos años, acorralado por la derivación local de la operación brasileña Lava Jato contra la corrupción.