La noticia es relevante, ya que involucra a la compañía dueña de las plataformas de redes sociales digitales y de los servicios de mensajería más masivos y globales, con más de 2.400 millones de usuarios en el planeta. Facebook acaba de inaugurar su política de “compromiso con los derechos humanos”. Dado que Mark Zuckerberg creó la empresa en 2004 y protagonizó escándalos relacionados con la libertad de expresión, la no discriminación, la protección a personas y grupos vulnerables y el tratamiento de datos personales, sobre todo en la última década, el anuncio es tardío aunque imprescindible para subsanar un desempeño que hasta ahora –como mínimo- fue esquivo a la tutela de los derechos humanos.
A través de una carta pública difundida por Miranda Sissons, directora de Derechos Humanos de Facebook Inc., la nueva política corporativa promete que “nos esforzaremos por respetar” los estándares de derechos humanos según se definen en el derecho internacional, incluidos los Principios Rectores de las Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos Humanos. Además de una serie de acciones incluidas en el compromiso, Facebook lanza también un fondo “para apoyar a los defensores de derechos humanos”.
Según Peter Micek, consejero general de Access Now, Facebook se convierte así en la última de las bigtechen en articular públicamente sus compromisos para defender los derechos humanos. “Si el ceo de Facebook, Mark Zuckerberg, aprobó esta política, debe garantizar su implementación, respetando las llamadas de la sociedad civil y cumpliendo con la regulación que respeta los derechos, para trazar una dirección completamente nueva en Facebook", señaló Micek en un comunicado de la organización defensora de derechos digitales.
Con este anuncio, Facebook acepta que su carácter privado no la exime de la obligación de garantizar el respeto por los derechos básicos consagrados por las Naciones Unidas. Parece una ironía, pero es el propio conglomerado de Zuckerberg el que elige adscribir sus reglas, que condicionan la conversación e información pública de miles de millones de personas, a los principios de derechos humanos que organizan las constituciones y leyes de los países democráticos. Quienes argumentan que no es importante que una plataforma como Facebook produzca este giro omiten, entre otras cuestiones, que para muchas personas y en varias regiones los servicios de Facebook son sinónimo de Internet.
La nueva política corporativa comprende la elaboración de un informe anual, público, “sobre cómo estamos abordando los problemas de derechos humanos derivados de nuestros productos, políticas o prácticas comerciales”. En tanto, el fondo que ahora promueve Facebook dirigido a defensores de derechos humanos brindará asistencia sobre todo en casos de amenazas críticas. Sissons también subraya que “aprovecharemos nuestro trabajo existente para proteger las cuentas de los defensores, esfuerzos que incluyen combatir a los actores maliciosos que los atacan, protegerlos de la eliminación de contenido incorrecto, ofrecer opciones de seguridad avanzadas, tomar medidas para frustrar el acceso no autorizado a las cuentas de los defensores que son arrestados o detenidos y la asociación con organizaciones de derechos humanos en actividades de divulgación y capacitación”. Facebook reconoce los conflictos y descuidos en relación a sus reglas de “moderación de contenidos”, remoción de cuentas y desprotección de personas hostigadas violentamente en la gestión de sus plataformas.
Para la compañía, el anuncio se inscribe en una línea reciente de acciones que pasarán a agruparse dentro del compromiso con los derechos humanos. Entre ellas, destaca la conformación de la “Junta de Supervisión” interna, la disposición de estrategias para eliminar la información errónea verificada y los rumores no verificables que “pueden poner a las personas en riesgo de sufrir daños físicos inminentes”, la creación de herramientas para abordar contenido dañino en países críticos donde Facebook fue vehículo de ataques de odio, amenazas e incitación a la violencia, como Myanmar; el sostenimiento del cifrado de extremo a extremo en mensajería y la protección para periodistas.
El reciente apagón noticioso en Australia, la cancelación de un presidente en ejercicio sin previa orden judicial y la pasividad con la que consintió el acoso organizado contra minorías en situaciones dramáticas dan cuenta del poder inédito de Facebook. Su adaptación a los estándares de derechos humanos y el compromiso real se evaluará en acciones concretas más que en anuncios, pero la noticia supone un giro trascendente no sólo de la propia corporación, sino, también, del discurso radical que justifica atropellos en las plataformas digitales con el pretexto de que, al ser privadas, están por encima del respeto a los derechos humanos.