Para quienes nacimos, vivimos y hacemos política en el conurbano bonaerense, las elecciones legislativas del próximo 14 de noviembre representan más que la disputa entre reafirmar o no el camino de la reconstrucción argentina que encaramos luego de las dos pandemias -la del macrismo y la del covid- que nos tocó vivir los últimos años. Representa más que una elección entre el pasado y el futuro, o entre un modelo centrado en la producción y el trabajo en vez de uno meramente especulativo. Es una disputa, también, por la identidad política del conurbano. Corazón indiscutible de la movilidad social ascendente.
La candidatura a diputado nacional del exvicejefe de gobierno porteño Diego Santilli y su mudanza electoral a la provincia de Buenos Aires es un triunfo de un sector de Juntos referenciado en los intendentes que auspicia Horacio Rodríguez Larreta y a la vez mantienen vínculos dependientes con Mauricio Macri. Durante sus gestiones se han encargado sistemáticamente de intentar transformar la idiosincrasia política, social y cultural de las ciudades del conurbano que gobiernan, en detrimento de ellas y favoreciendo los intereses de la Ciudad de Buenos Aires.
Si miramos con atención estos municipios, podemos ver que existen líneas de continuidad entre ellos, que no son para nada azarosas. Estos puntos en común apuntan a modificar la forma en que los estados locales han actuado históricamente, convirtiéndolos más en facilitadores de los negocios privados que en actores decisivos en el desarrollo de la comunidad. Montando novedosos relatos circenses para capitalizar el sensible problema de la inseguridad, mientras las estadísticas y la realidad expresan con fuerza su ineficiencia a la hora de resolverlo o mitigarlo.
El verdadero objetivo detrás, es implantar un modelo en el que los municipios del conurbano estén supeditados a los intereses de la Ciudad de Buenos Aires, el bastión político por excelencia de la coalición opositora, y semillero de sus principales dirigentes nacionales.
Es por eso que la única planificación territorial que consideran valida es la que dictan los holdings del mercado inmobiliario; priorizando la construcción de grandes torres por doquier, sin ningún tipo de correlato con las necesidades habitacionales de los vecinos y vecinas, ni con las condiciones básicas de infraestructura para sustentarlas.
En Lanús, cada veinte días se firma una habilitación para la construcción de un nuevo edificio. Con servicios colapsados, sin previos desarrollos que garanticen la capacidad de provisión a futuras obras. Por ejemplo, frente a los niveles bajos de conexión cloacal, una de las primeras decisiones de la nueva gestión que lidera Néstor Grindetti (jefe de campaña de Santilli) fue otorgarle al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires la planta de tratamiento de líquidos cloacales radicada en Lanús, obra que finalizó Cristina Fernández de Kirchner. Esa planta que hoy debería servir a Lanús, el intendente macrista la entregó en bandeja. Dejando a los lanusenses en el vergonzoso lugar de no ser solo el patio trasero, sino el inodoro de la capital federal.
Si vamos a la variable productiva, esta lógica especulativa impide el desarrollo de los resortes industriales y comerciales. Entre otros motivos, lo ven con peligrosidad ya que pueden convertirse en potenciales competidores de las industrias de la ciudad capital. Ahí también se explica por qué omiten cualquier tipo de política que incentive la generación de trabajo local y el desarrollo de una matriz económica cuyo pilar fundamental sea la producción y el valor agregado.
Es por eso que un municipio como Vicente López, que históricamente se constituyó como un cordón industrial con numerosas fábricas y empresas que se radican en el distrito, no tiene una Secretaría de Producción para acompañar su desarrollo. En Tres de Febrero, Diego Valenzuela pasó por alto las condiciones macroeconómicas desfavorables en las que se encuentra el país producto de la crisis económica y decidió ahogar a los centros comerciales con la implementación del estacionamiento medido. La consecuencia: por cuadra hay un promedio de cuatro locales cerrados.
Estas dos características centrales son las que convierten a estos municipios en verdaderas ciudades-dormitorio, donde los vecinos y vecinas las habitan en mayor proporción con la finalidad de dormir, sin desarrollarse íntegramente en la ciudad debiendo emigrar laboralmente todos los días fuera de ella, dejando atrás una enorme potencialidad.
Si se lograra articular políticas que despierten mayor capacidad de absorción y desarrollo de las ciudades del conurbano, otra sería la historia. Para ello, es central dejar en evidencia que estas experiencias PRO en el conurbano vienen a profundizar la concentración porteña, fijándole límites al crecimiento de las ciudades bonaerenses, factor fundamental para constituir mayores niveles de justicia social.
Desde el peronismo bonaerense tenemos el desafío y la tarea de abonar a ese desarrollo, desde una perspectiva que contemple la construcción de comunidad en nuestros distritos. Retomando la noción de Estado Local como dinamizador de la economía y actor decisivo en dar respuestas efectivas a las demandas nuevas e históricas de nuestros vecinas y vecinas. Este domingo acompañamos a Victoria Tolosa Paz y Daniel Gollan para seguir caminando en esa dirección.