En momentos en que gobiernos de derecha conducen gran parte de la región, la conformación y la victoria del Frente de Todos en la Argentina se transformó en un posible camino a seguir para los progresismos que buscan volver al poder. La actualidad de Ecuador es la gran demostración de eso. El expresidente Rafael Correa anunció que será candidato a vicepresidente junto al joven economista Andrés Arauz en la fórmula de la Unión por la Esperanza (UNES) en las elecciones del 7 de febrero.
“La jugada política de Cristina Kirchner y la formación del Frente de Todos han sido fundamentales para la conformación del binomio Arauz-Correa”, reconoció en diálogo con Letra P la expresidenta de la Asamblea Nacional Gabriela Rivadeneira desde su asilo en México. Con una fuerte crisis sanitaria, con más de 100 mil casos y más de 6 mil muertes, así como con un fuerte impacto económico a raíz del covid-19, el escenario electoral ecuatoriano comienza a configurarse con algunas diferencias y similitudes con Buenos Aires.
A diferencia del kirchnerismo, que perdió las elecciones de 2015, Correa dejó la presidencia en manos de su exvicepresidente y delfín político Lenín Moreno con un objetivo: abandonar la política para dedicarse a su familia y a la academia. Con ese fin se mudó a Bélgica, de donde es oriunda su esposa, pero nunca pudo hacer realidad ese propósito. Al poco tiempo, Moreno traicionó su programa, cambió el modelo económico y abandonó el progresismo regional. Correa decidió volver al ruedo y dijo, en un reciente video: “Estaré donde sea más necesario. Sirviendo el café o como vicepresidente”.
Ante la imposibilidad de competir por la presidencia debido a una reforma constitucional impulsada por Moreno, que prohíbe la reelección más de una vez, el modelo argentino apareció como una posibilidad.
El binomio estará encabezado por Andrés Arauz, “el perfecto desconocido”, como él mismo se presentó. Es cierto: a diferencia del “armado argentino”, Arauz es un hombre mucho menos instalado que Alberto Fernández y su candidatura, por el momento, no unifica el mismo nivel de heterogeneidad que alcanzó el Frente de Todos. Por ahora, representa el correísmo duro, pero tiene el objetivo de lograr alianzas con otros sectores ya que, explicó Rivadeneira, “Arauz tiene un perfil que abre muchas posibilidades de adhesiones” y que está destinado “a sectores medios y medio-altos que reivindican los logros de Correa, pero que no lo militaron”.
Arauz es un joven economista licenciado por la Universidad de Michigan y políglota que cumplirá 36 años el día previo a los comicios. Lideró distintos ministerios bajo la presidencia de Correa y fue director del Banco Central. En videoconferencia con Letra P, Rivadeneira lo describió: “Es un cuadro de alto nivel, muy centrado en la claridad política y muy claro en las opciones económicas que deben tomarse de manera urgente para detener la crisis que vive Ecuador”.
De todas maneras, el binomio no está asegurado, porque Correa puede quedar inhabilitado por la Justicia a raíz de una serie de causas penales que pesan en su contra. En abril, en diálogo con este medio, había denunciado ser víctima de “una estrategia regional”, junto a Luiz Inácio Lula da Silva y Cristina Kirchner, que busca impedir su regreso político. Su augurio parece confirmarse, porque está a la espera del fallo en última instancia de una condena a ocho años de prisión y 25 de inhabilitación política por el llamado “caso sobornos”, en el que se lo acusa de haber recibido coimas de Odebrecht. Además, en Ecuador tiene un pedido de captura por el presunto secuestro de un opositor en 2012.
Todo lo anterior transcurre en el marco de una nueva disposición electoral que indica que las candidaturas se deben aceptar en forma personal en territorio nacional. Es decir que, si quiere ser candidato, debería regresar a su país con la certeza de ser detenido. Es por esto que se inscribió, por las dudas, otro binomio presidencial: Arauz presidente y el periodista Carlos Rabascall como vice.
No solo hay semejanzas entre los candidatos, también las hay entre ambos procesos políticos. Correa y Cristina Kirchner fueron parte de la ola progresista interrumpida por presidentes neoliberales. La principal diferencia fue la forma en que sus gobiernos terminaron y los montos de los préstamos que el FMI entregó a continuación: 56 mil millones de dólares para Buenos Aires y 10.000 millones para Quito. Modelos parecidos generaron consecuencias similares. “La receta de Lenín Moreno fue la de (Mauricio) Macri en la Argentina”, aseguró Rivadeneira.
Ecuador llegará a las elecciones arrastrando una crisis económica que provocó masivas protestas en octubre de 2019 y se profundizó con la pandemia. Según el último registro oficial, el desempleo es del 13,3%, con un aumento de 9,5 puntos porcentuales en el último año, y la CEPAL anticipa una caída del PBI del 9% en el año y un aumento de la pobreza hasta el 32,7%.
En este contexto, la candidatura del economista Arauz también está pensada como una solución a la crisis de la pospandemia. Alberto Fernández y el ecuatoriano coinciden en la forma de salir de ella: con un capitalismo más humano que permita volver a crecer con distribución a partir de la intervención estatal. “Arauz cree que el Estado debe regular la economía y que el ser humano es el centro del desarrollo”, explicó Rivadeneira. El “vamos a volver mejores” del Frente de Todos también encuentra eco en Quito. En su presentación, Arauz dijo: “Si antes supimos cómo hacerlo, hoy sabremos cómo hacerlo mejor”.
El escenario ecuatoriano está sujeto a cambios y las elecciones aparecen lejanas, pero el progresismo regional y el gobierno argentino comienzan a observarlo con algo de ilusión. Arauz ya anunció su ingreso al Grupo de Puebla, el espacio del que participa la Argentina, y promete una agenda de integración regional junto a Buenos Aires y México. En épocas de crisis como las que se avecinan, es mejor trabajar con aliados y gobiernos cercanos. Ecuador puede ser la pareja que permita no llegar solo al baile.