ROSARIO (Corresponsal) Poco más de un cuarto de hora utilizó Alberto Fernández para cerrar su campaña presidencial. Para los últimos cinco, la transmisión de los canales más amigables con el Gobierno ya habían dejado de transmitirlo, porque el presidente Mauricio Macri pisó el tramo final del discurso de su rival del domingo con su propio discurso, desde Córdoba. Esa puja por el prime time fue una muestra más, o al menos una colorida, del cuadro de polarización que desnudaron las palabras elegidas por el candidato del Frente de Todos, que luego de un saludo y un agradecimiento efusivo a su compañera de fórmula, Cristina Fernández de Kirchner, y salvo por un breve lapso dedicado a las promesas de una Argentina federal y con los gobernadores muy cerca al centro del poder si el peronismo vuelve al poder, puso el foco directo sobre quien hoy habita la Casa Rosada.
"Es una indecencia la Argentina que han creado", afirmó Fernández desde el escenario montado frente al Monumento a la Bandera, frente a un playón rosarino repleto de personas que bancaron el frío y colmaron los alrededores. Ahí puso la mira en el Presidente: "Lo único que produjo Macri fueron 4,5 millones de pobres. Pero nosotros nacimos para defender a esa gente, para darle dignidad a los que quedan al margen".
"Lo que estamos discutiendo es cómo va a ser el futuro, qué vamos a hacer de la Argentina", continuó Fernández, delante de una extensa hilera de gobernadores en funciones y electos, y precandidatos como Matías Lammens, Axel Kicillof o Anabel Fernández Sagasti. "Hay quienes quieren una Argentina de pocos, que expulsa argentinos, que desde hace cuatro años ve bajar el consumo, los sueldos, las jubilaciones. Cuando dejamos de consumir eso se expresa en caída de la producción, en cierre de fábricas y de comercios. Y eso conduce a la pérdida de empleos", completó el ex jefe de Gabinete.
"A mi no me ponen vallas con ustedes. Las vallas las ponen los que no pueden abrazarse con la gente", siguió el candidato con una mención indirecta a Macri.
"Les pido que salgamos a explicarles a nuestros amigos, nuestros vecinos, cuál es la disyuntiva. Yo sé que hay muchos argentinos estafados por el Gobierno. No les pregunten a quién votaron, ni de dónde vienen. Pregúntenle a dónde quieren ir. Y si su destino es el nuestro, llévenlo", fue la frase dedicada a la militancia peronista.
"Para nosotros el futuro no es mañana, es hoy -dijo Fernández-. Hay que empezar a trabajar hoy. Todo argentino de bien sabe que es una indecencia la Argentina que han creado. Nosotros vamos a poner de pie a la Argentina, como hicimos con Néstor (Kirchner) en 2003."
"Tienen de mí la certeza de que nunca los voy a defraudar", deslizó el candidato, con una frase que retrotrajo las memorias al eslogan de campaña de Carlos Menem en 1989. Y pidió que "si alguna vez me ven claudicar en algo de lo que he dicho, salgan a la calle y recuérdenme que les estoy fallando".
Alberto Fernández arrancó su discurso con un triple agradecimiento: a Cristina, a la gente y a los gobernadores, en ese orden. A estos últimos, con quiénes previamente firmó un documento de compromiso de gobierno, en caso de ser el próximo presidente, les dedicó un párrafo importante: "Estos gobernadores van a ser parte de la conducción de la Argentina que se viene".
Pero fue la ex mandataria y candidata a vicepresidenta quien se llevó las principales loas de Fernández. Están todos muy preocupados por cómo me voy a llevar con Cristina. Nunca más nos vamos a pelear, porque juntos vamos a hacer la Argentina que todos ustedes merecen", afirmó. "Nos pasó lo que les había pasado a muchos argentinos: la política nos había distanciado. Y un día nos dimos cuenta de que nuestra distancia solo había favorecido que se instale en la Argentina esta realidad penosa que todos vivimos".