La espera terminó hoy para el frentista Emilio Jatón. Casi seis meses después de que los santafesinos lo eligieran como intendente, prestó juramento y tomó posesión del cargo. El periodista hizo uso de la habilidad que le dieron los años frente a las cámaras y dividió la jornada en tres momentos. El de mayor protocolo fue en el Concejo Municipal, donde logró juntar en el reciento al gobernador Omar Perotti y su vice, Alejandra Rodenas, con Miguel Lifschitz, que había dejado la conducción de la Casa Gris hacía apenas horas, y a su padrino político, el exgobernador Antonio Bonfatti, que perdió por cuatro puntos la elección contra el peronista.
Entre medio, todavía resonaban muy punzantes las acusaciones de Perotti a Lifschitz en materia de seguridad, pero Jatón logró generar un paréntesis de convivencia. Y en la misma línea, tras recibir los atributos de parte del radical cambiemita, José Corral, pronunció un discurso con algunas críticas a la gestión saliente, pero relativamente conciliador. Dijo que se hacían cargo de una municipalidad en crisis y con una deuda millonaria, que quería hacer de Santa Fe "una ciudad mucho más allá del centro y los bulevares", recordó que "la rendición de cuentas no es un mero acto de buena voluntad", pero reconoció el trabajo realizado con los Jardines Municipales y aseguró que le va a dar continuidad a esa política de Estado de la gestión anterior. Se emocionó varias veces, una de ellas al nombrar a "las 5 mil familias que no tienen para comer a solo cinco minutos de la peatonal" y también cuando juró por sus "viejos". "No creo que haya registros de tantos ex gobernadores en el recinto", se ensanchó y - como cuando ingresó a la sala- para despedirlo el público coreó la melodía de White Stripes.
El segundo momento fue el más picante. Cuando terminó el acto protocolar, convocó a los periodistas a una conferencia de prensa. Se sentó en la mesa con los ojos aún enrojecidos pero punteó fuerte. Aseguró que todavía no había recibido las cifras del déficit municipal que había solicitado días atrás y que va a avanzar con la auditoria y "revisar número por número". También dijo que no podía asegurar que los sueldos de los trabajadores estuvieran garantizados porque su equipo aún no había podido acceder a la cuenta bancaria municipal y que horas antes también se habían caído páginas web que realizan el monitoreo hídrico de la ciudad. "El piso que nos dejan es muy bajo. Se acabaron los acomodos políticos y la soberbia", remató.
Y el tercer momento fue en la explanada que une el Concejo y la Municipalidad. Allí armó un escenario donde presentó a su equipo de trabajo completo y desplegó su mayor habilidad: casi como un pastor, se dirigió a los santafesinos que lo habían ido a ver." Hoy es un día de fiesta porque empieza una nueva etapa en la ciudad de Santa Fe, la municipalidad es de ustedes. Vamos a recuperar el significado de ser servidores públicos. Este es el mayor compromiso público de mi vida. Hay que construir una nueva Santa Fe. No creemos en la política de escritorios, vamos a tener un Estado de puertas abiertas y transparente", se explayó manejando tonos y pausas. Entre medio, una mujer mayor, de remera roja y una bolsita de compras en la mano subió al escenario y le reclamó el pase a planta de su hijo. Rápido de reflejos, la abrazó y le prometió que mañana la recibía en su despacho del segundo piso del Palacio Municipal. "Vieron, ya tengo mi primera reunión", aseguró, y el público lo aclamó.