Frente de Todos: oficialismo en funciones

La agenda mediática es el el resultado de múltiples tensiones. Sobre ella presionan los asuntos que logran pasar el tamiz de lo noticiable, es decir, aquellos que cumplen con ciertos requisitos de novedad, afectación de un número importante de ciudadanos, que involucran figuras públicas importantes y/o que se desenvuelven dramáticamente. La idea de que los medios pueden por motu proprio fijar unilateralmente un listado de temas suele pasar por alto que, la mayoría de las veces, sobre sus decisiones editoriales intervienen factores exógenos – el peso de ciertos asuntos que se les imponen y/o de actores políticos que presionan por impulsarlos- y endógenos -las decisiones que toman las empresas y periodistas en función de sus intereses y rutinas productivas-.

 

En un año en el que la discusión pública de nuestro país bailó al compás de la contienda electoral, las agendas mediáticas se mostraron inestables, corriendo de atrás, la mayoría de las veces, a las que impulsaron las elites políticas. Ya en pleno proceso de transición de poder, el Frente de Todos comienza a proponer su propio relato: una agenda democrática, progresista, redistribucionista, con ribetes nacionales y latinoamericanistas que intenta instalar como mito fundacional en medio de una coyuntura interna y externa convulsionadas. Los datos del Observatorio de medios de la Universidad Nacional de Cuyo visibilizan esa particularidad a partir del estudio de los principales medios digitales del país.

 

La política y la economía dominaron la discusión en los medios durante 2019, aunque existen matices que permiten caracterizar algunas particularidades en diferentes etapas. El factor electoral explica centralmente la prevalencia de los asuntos políticos al tope de la agenda mediática, que alcanzaron picos de cobertura en los períodos junio-agosto, coincidente con la discusión del armado de listas y la campaña de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias; y en octubre, mes de las elecciones generales que dieron el triunfo en primera vuelta a Alberto Fernández.

 

 

La evolución de los asuntos económicos fue más errática, a pesar de la existencia de una crisis que viene de lejos, y pese a que, como publicamos anteriormente en Letra P, la marcha de la economía fue el asunto que más preocupó a la opinión pública en 2019, independientemente de la discordante atención mediática sobre el tema. Sin embargo, su cobertura fue espasmódica a partir de acontecimientos que se corresponden con lo que el académico Richard Pride denomina eventos críticos, es decir, discontinuidades radicales en el acontecer público que contribuyen con la definición social de los problemas. Los medios miraron la crisis económica, sobre todo, desde del empeoramiento de sus síntomas en abril y agosto, meses de las dos grandes disparadas del Dólar. En tanto, el tratamiento informativo fue más bien episódico, es decir, enfocó los hechos sin aportar explicaciones causales estructurales y contextualizadas, coherente con las metáforas climáticas promovidas por el gobierno nacional.

 

Sin embargo, sobre la visibilidad de la marcha de la economía operó también la decisión del Frente de Todos de impulsar la discusión económica en la arena pública. Las declaraciones de campaña del entonces candidato Alberto Fernández, a fines de julio, acerca de su decisión de aumentar las jubilaciones con dinero de las Leliq, le impuso a los medios una discusión que venían evitando. Y más aún, obligó al propio gobierno de Mauricio Macri a tener que responder sobre un tema sobre el que, además de sentirse incómodo, no logró construir una reputación suficiente a partir de su gestión.

 

Distinto fue el caso de la denominada “corrupción”, caballito de batalla central del manual político cambiemita. Impulsada principalmente por el Ejecutivo en consonancia con decisiones judiciales que se dieron con intrigante timing político, como la aparición de los Gloria “originales” de la causa Cuadernos en la semana previa a las elecciones del 27 de octubre, el tema se mantuvo en agenda de manera estable durante el año. Y reaparece en el período post electoral, principalmente a partir de los interrogantes sobre el futuro de los procesos abiertos que acapararon la atención mediática desde fines de 2015.

 

Sin embargo, el presente nos trae dos novedades, también interesantes para analizar la relación entre realidad, medios y política en la definición de los problemas sociales. Las crisis internacionales que comenzaron con las masivas movilizaciones contra el aumento de los combustibles en Ecuador; que continuaron en Chile luego del aumento del Metro y que derivaron en la decisión del presidente Sebastián Piñera de impulsar una limitada agenda social, primero, y a rendirse al pedido de una reforma constitucional, luego; que reavivaron las disputas en Brasil luego del cambio de doctrina jurídica sobre las prisiones preventivas que derivó en la excarcelación del líder del PT, Lula da Silva; y que se presenta dramática luego del golpe de Estado en Bolivia, incrementaron la presencia de la discusión internacional en la agenda mediática. Al punto que durante lo que va de noviembre el tercer tema más importante en los medios son las noticias internacionales. Sin embargo, esos acontecimientos no sólo se impusieron por su propio peso periodístico. Sobre ellos se montaron actores políticos locales que no sólo los promovieron, sino que disputaron sentidos para interpretarlos.

 

 

 

Asistimos en nuestro país a un momento de transición política en el que el Frente de Todos parece haber tomado la iniciativa de la discusión pública. Y eso se ve en los medios. Las declaraciones de Alberto Fernández y sus alfiles económicos sobre las principales medidas del saliente gobierno, cepo y deuda incluidos; la gira internacional por México y el reavivamiento de una nueva agenda latinoamericanista que tuvo su punto cúlmine con la organización de la reunión del Grupo de Puebla en Buenos Aires; la intervención directa de Alberto Fernández en las negociaciones sobre el asilo en México del presidente constitucional de Bolivia y el impulso en el Congreso de una declaración de repudio al golpe de Estado evidencian la constante generación por parte de la futura alianza gobernante de eventos públicos noticiables que empiezan a copar la agenda mediática. Y esas acciones, además, se hacen más evidentes porque contrastan con la inacción de un gobierno que pareciera haberse quedado sin demasiados argumentos y decidió retirarse en silencio.

 

Así, las diferentes actitudes de las elites políticas sobre los principales asuntos públicos lograron algo que pocas veces puede advertirse en el análisis de medios: noviembre es el primer y único mes de los últimos cuatro años en que una fuerza política opositora -el Frente de Todos- es más visible en la superficie mediática que los dirigentes y las instituciones oficialistas. Signo quizás de la etapa de transición que estamos viviendo. Emblema de la presencia de un nuevo “oficialismo en funciones” que, además de haber ganado las elecciones, ha tomado la iniciativa de instalación de una nueva agenda, que, al menos por ahora, parece tener eco en los medios.

 

Temas

Las Más Leídas

También te puede interesar