LETRA P EN PARAGUAY. ELECCIONES 2018

City tour por la nueva Asunción en el día de las urnas

El enviado de este portal recorrió la capital paraguaya: gente de 80 que va a votar, jóvenes NiNi, militantes cuidando el voto "cruzado" y un centro histórico que pierde fuerza frente los shoppings.

ASUNCIÓN (Enviado) El calor agobia en esta ciudad, pero el mediodía sigue siendo la hora pico de votación, le explica a Letra P Juan Carlos, veedor (fiscal) de la Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (Unace), un espacio de centroizquierda que supo acompañar a Fernando Lugo pero ahora va por su cuenta y no lleva candidato a presidente. De hecho, los 34 grados que marca la tele como temperatura no son impedimento para que Lidia, con 80 años y en silla de ruedas, se acerque a la escuela Dante Alighieri, en el centro asunceño, a votar. Un poco sorda, aprovecha esa debilidad y no suelta prenda sobre a quién votó, pero confirma que tenía decidido el voto hace tiempo y que "siempre voto al mismo partido". Tomen nota, millennials, por eso "siempre ganan los mismos". 

 

La vigencia de los partidos es una de las curiosidades del escenario electoral paraguayo. Colorados - en rigor, Asociación Nacional Republicana - y liberales - Partido Liberal Radical - son los partidos históricos de Paraguay y vienen peleando y alterándose (con fuerte prevalesencia de los colorados) en el poder desde fines del siglo XIX, cuando los brasileños, triunfadores en la oprobiosa Guerra de la Triple Alianza (junto con Argentina y Uruguay) decidieron correrse (un poco) de Paraguay y dejar a los paraguayos que se gobernaran solos. Eso sí, pese a las promesas de Lula, nunca devolvieron el llamado "cañon cristiano", símbolo de la resistencia final del Paraguay en esa guerra. El diablo, se sabe, está en los detalles.

 

Pero no solo colorados y liberales tienen sus estructuras partidarias organizadas. También la izquierda luguista: tras comprobar en carne propia que, además de todo, para gobernar hay que tener estructuras políticas fuertes, juntó varios pequeños partidos de izquierda y armó el Frente Guazu, que es la tercera fuerza electoral y no dudó en volverse a aliar con los liberales pese a la mala experiencia de ese matrimonio en 2012 y que rosquea como los grandes. Lugo es el presidente del Senado y hasta hace poco trabajaba codo a codo con el presidente colorado (y pro mercado) Horacio Cartes para reformar la constitución y habilitar la reelección. 

 

 

 

La reelección esta prohibida en Paraguay desde la reforma constitucional de 1992. Se bloqueó esa opción para evitar repetir la historia de Alfredo Stroessner, militar colorado que gobernó Paraguay con mano dura entre 1954 y 1989. En esos 35 años había elecciones y siempre ganaba el mismo. Curados de espanto, colorados, liberales y progresistas acordaron poner ese límite, pero muchos de ellos ya creen que no es necesario y que la historia de Stroessner no se repetirá. 

 

La casi certeza del triunfo del colorado "Marito" Abdo (hijo del ex secretario privado de Stroessner) y la oposición que generó el intento de reforma de Cartes motivaron que el foco de tensión de la elección no estara tanto en la presidencial como sí en la legislativa. Cartes, Lugo y otro ex presidente, Nicanor Duarte Frutos (colorado) van de candidatos a senadores - polémica judicial mediante - y en ese rubro, como en el de diputados, está puesta la expectativa de la oposición.

 

 

 

"Estamos controlando que todo esté bien porque hay mucha gente que quiere votar cruzado", le cuenta en la escuela Presidente Franco a Letra P Laura, veedora de Patria Querida, un partido de centroderecha que tampoco lleva candidatos presidenciales y apuesta todas sus fichas a ingresar al Parlamento. "En Paraguay el Senado es muy importante", agrega Laura. "Ahí se destituyó a Lugo y ahí se frenó la reelección de Cartes; tenemos una democracia parlamentaria", exagera, en su afán didáctico, la militante. 

 

A este cronista le llamó la atención la cantidad de indigentes viviendo en las calles del centro de Asunción y que, incluso, la plaza que da al Congreso esté "tomada" por un campamento de familias que subsisten en condiciones sumamente precarias. Colgados de la luz de la farola pública, utilizando el agua de las fuentes para higienizarse y baños químicos cedidos por el Estado para hacer sus necesidades, todo con carpas que muchas veces no llegan a esa calificación sino que son, apenas, bolsas de consorcio sostenidas por maderas clavadas en la tierra.

 

 

 

Paisaje latinoamericano. Los que pueden abandonan el centro histórico de la ciudad, los precios de los alquileres se derrumban, se llena de vendedores ambulantes y migrantes que encuentran en el menudeo una manera de sobrevivir y en las escuelas y hospitales del Estado una contención que en las zonas suburbanas o rurales no existe. Así, el círculo gira sin que se sepa ni importe qué fue primero, si el huevo o la gallina. Los sectores adinerdos solo visitan el centro por eventuales trámites. Asunción se llenó de shoppings en los suburbios ricos. 

 

"Los que ocupan la plaza lo hacen movilizados por dirigentes políticos", cuenta un vecino que dice que eligió quedarse a vivir en el centro mientras espera su turno para votar. "Reclaman viviendas, pero el problema es que las que les ofrecen son en las afueras de Asunción y les queda lejos para trabajar, porque trabajan en el centro. El transporte público es muy deficiente en Asunción", resume. Con tiempo para charlar mientras convida un tereré, profundiza el análisis: "En Paraguay hay trabajo, pero falta gente capacitada. Yo trabajo en el rubro de la construcción y tenemos que traer gente que capacite a nuestros empleados desde Brasil o Argentina. Se perdieron los oficios y muchos jóvenes prefieren sobrevivir en la calle o con ayuda estatal antes que trabajar ocho horas por un sueldo que - reconoce- es bajo". Los NiNi (jóvenes que ni estudian ni trabajan) son también una realidad en Paraguay. Como en Argentina, como en casi todo Latinoamérica, incluso en Cuba, también en Europa.

 

¿Cambiará algo con el nuevo gobierno? En San Lorenzo, en las afueras de Asunción, en el Colegio Nacional, José espera bajo el sol su turno para votar, pero no tiene grandes expectativas: "Los únicos que ganan con las elecciones son los políticos", dice sonriendo y agrega: "El salario mínimo es de dos millones de guaraníes (poco menos de 400 dólares), que no alcanzan para nada". Llamativamente, en Paraguay y en la región, mucha gente empieza a disociar la situación económica de la cuestión política. Los economistas están felices con esa separación, porque, creen, evita que los "ruidos" de las peleas políticas afecten el siempre sensible mercado, que necesita técnicos para continuar en la senda del crecimiento. Los políticos deberían tomar nota en sentido contrario. 

 

Nicolás Maduro asume su tercer mandato en Venezuela.

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