El contundente respaldo a las propuestas del presidente Martín Vizcarra en el referéndum realizado el domingo en Perú da un marco de legitimidad a un mandatario que ostenta el cargo desde marzo de este año, tras la renuncia del anterior presidente, Pedro Pablo Kuczynski, acusado de corrupción en el caso Odebretch. Vizcarra era el vicepresidente y tiene mandato hasta 2021 sin posibilidad de una reelección inmediata.
Según datos parciales, los peruanos respaldaron con cifras de entre 85% a 90% de los votos los proyectos oficiales sobre la Junta Nacional de Justicia (JNJ, que reemplaza al Consejo Nacional de la Magistratura, CNM), la fiscalización de los aportes económicos a los partidos políticos y la prohibición de la reelección parlamentaria inmediata. En cambio, por cifras similares rechazaron el retorno al sistema parlamentario bicameral, propuesta que había perdido el apoyo del propio presidente tras algunos cambios introducidos por el Congreso al proyecto original.
El Congreso fue, justamente, el gran derrotado de esta consulta que el presidente impulsó tras el escándalo generado por la difusión, por parte de la ONG Instituto de Defensa Legal, de audios que exponían negociados y prebendas por parte de integrantes del CNM y otros organismos judiciales, políticos y hasta deportivos del país. La causa provocó la caída, entre otros, del ex integrante de la Corte Suprema César Hinostroza, detenido en Madrid a la espera de que se habilite su extradición, y del ex titular de la Federación Peruana de Fútbol, Edwin Oviedo, arrestado el pasado jueves.
La fujimorista Fuerza Popular ostenta, tras las elecciones de abril de 2016, una amplia mayoría que contrasta con el puñado de congresistas del oficialista Peruanos por el Kambio (PPK). Apelando a esa mayoría fue que Keiko Fujimori –ahora también detenida, acusada de financiamiento ilegal de la campaña presidencial de 2011- promovió la destitución de Kuczynski, lo que lo llevó a presentar la renuncia.
En un juego político de ribetes florentinos, Vizcarra primero pactó, pero después enfrentó a un Congreso que buscaba limitarlo en sus poderes e incluso especulaba con una salida anticipada del poder y la convocatoria a elecciones generales. Aprovechando la conmoción generada por la difusión de los audios que hundieron la de por sí desgastada imagen de la dirigencia política peruana (todos los expresidentes están involucrados en causas de corrupción), Vizcarra se paró “por encima” del escándalo y promovió un referéndum para limitar el poder tanto del Legislativo como del Judicial.
Con Keiko detenida y el expresidente aprista Alan García apelando fallidamente a un asilo en Uruguay para escapar de sus problemas judiciales, la oposición a Vizcarra no tuvo liderazgo visible. La líder izquierdista Veronika Mendoza (tercera en las elecciones de 2016) respaldó las propuestas presidenciales en el referéndum más allá que sostiene sus críticas a las políticas pro mercado de Vizcarra.
Las políticas pro mercado son una constante en Perú desde su implantación a principios de la década del 90 por el gobierno de Alberto Fujimori (también detenido, aunque su deteriorado estado de salud le permite estar en una clínica). Ninguno de los mandatarios que sucedieron al “Chino”, pese a las diferencias entre ellos y sus enfrentamientos anteriores y posteriores, se animó a cambiar de manera sustancial un modelo económico con base en la minería que ha traído estabilidad y crecimiento económico en lo macro, así como una reducción sostenida de la pobreza pero que no logró perforar los altos niveles de desigualdad.
Analistas locales especulan con que ahora Vizcarra buscará la disolución del Congreso para, en nuevas elecciones, lograr una mayoría propia que le facilite la gestión de gobierno hasta 2021. En esa línea, uno de los líderes del histórico partido Acción Popular, Víctor García Belaúnde, consideró que el Congreso (del cual él forma parte) debe autodisolverse y convocar a nuevas elecciones de sus miembros. AP ganó recientemente la alcaldía de Lima con Jorge Muñoz y aspira a volver a tener protagonismo en la política nacional.
Pero más allá de todas estas disputas políticas y del triunfo político deVizcarra, el malestar de los peruanos con sus líderes partidarios es profundo, según las últimas encuestas, aunque el mandatario goza de 65% de imagen positiva. Ese número contrasta con un contundente 77% de peruanos que dicen rechazar a su dirigencia política en general.
A espaldas de las demandas mayoritarias de aumentos salariales o de mejoras en los servicios públicos, el mercado espera que Vizcarra aproveche su éxito en el referéndum para encarar reformas como una flexibilización laboral y una jubilatoria. Si avanza en ese sentido, no es descabellado pensar que, al igual que lo que sucedió a sus antecesores, a Vizcarra se le escurra rápidamente la popularidad conseguida.
En un mundo en el que la figura del líder fuerte, populista y autoritario vuelve a cobrar vigencia, muchos ojos se posan en el militar retirado Antauro Humala, hermano del expresidente Ollanta, líder de un movimiento ultranacionalista denominado Etnocacerismo y preso desde 2005 tras sublevarse contra el entonces presidente Alejandro Toledo. ¿Podría ser él, el líder de la versión “populista” que Perú aún no tuvo?