ENTREVISTA. PABLO JAVKIN

“Si el Brexit se definió en boleta de papel, algo pasa con el voto electrónico”

El funcionario rosarino es autor del proyecto que llevó a Santa Fe a votar con la Boleta Única que el Gobierno tiene como opción ante el rechazo al salto tecnológico. El futuro del Frente Progresista.

Todos los problemas que tuvo Cambiemos en el Congreso para aprobar el voto electrónico se pueden zanjar con otra alternativa. De eso se comenzó a hablar hace unos días atrás. Santa Fe es un modelo a replicar con la Boleta Única (BU) en papel, que se implementó en 2011 y repitió con éxito desde entonces. Cuando era diputado provincial por el Frente Progresista, Pablo Javkin fue el autor del proyecto de ley que instauró el sistema que superó a la sábana. “Es el mejor sistema, el que más se usa en el mundo y es algo que perfectamente podríamos aplicar acá”, aseguró en diálogo con Letra P. Javkin es hoy funcionario del Municipio de Rosario y fue el candidato oficialista en la elección legislativa local, donde Cambiemos triunfó sin atenuantes y el peronismo salió segundo. De esto también habló.

 

BIO. Nació en Rosario, tiene 45 años e inició su carrera política de joven: fue presidente del centro de estudiantes de su escuela secundaria y llegó hasta la presidencia de la Federación Universitaria Argentina (FUA). Alfonsinista, se abrió del radicalismo para integrar el viejo ARI y luego la Coalición Cívica, bajo el liderazgo de Elisa Carrió, a la que finalmente abandonó. Siempre dentro del Frente Progresista, fue concejal de Rosario y diputado provincial y nacional. En 2015 ingresó se sumó a la Intendencia de Rosario como secretario general. En 2017 encabezó la lista a concejales del Frente Progresista en Rosario, duplicó los votos entre la primaria y la general, pero terminó tercero a veinte puntos de distancia del ganador, Cambiemos. La provincia de Santa Fe vota con el sistema de Boleta Única, proyecto de su autoría, cuando era legislador provincial.

 

 

 

-¿Que le puede aportar la Boleta Única al sistema electoral nacional?

 

-La Boleta Única (BU) garantiza algo fundamental, un derecho constitucional: que el derecho a elegir y ser elegido esté garantizado por el Estado. Hoy eso no es así porque el Estado terceriza ese derecho a partir de la impresión de la boleta y el control de la presencia o no de las boletas en manos de los fiscales partidarios. La BU es un sistema que, al poner toda la oferta electoral, le da mucha libertad al elector. Lo tercero, es que es mucho más transparente que el sistema actual porque también quita todos los mecanismos de trampa que se dan a través del sobre o de la boleta partidaria impresa.

 

¿Y cómo le fue a la BU dónde se aplicó?

 

-Tuvo enorme aceptación. Soy partidario de que ese máximo de libertad hay que darlo y las críticas que se le hacen a la boleta en general no son críticas que se le hacen a la BU, sino que tienen que ver con algo más profundo, la crisis de la representación de los partidos, fenómenos que son ajenos al modo de emisión del voto.

 

-En las PASO santafesinas hubo una innumerable cantidad de partidos que hizo una boleta demasiado larga.

 

-Sí, hay partidos que no tienen ni el uno por ciento del padrón y tienen ocho, nueve listas. Eso hay que regularlo, lo mismo que los topes en las listas. Eso no descalifica, como tampoco lo hace que funcione ningún otro sistema. Porque, si no, son sistema de boletas partidarias de ciento y pico de boletas en un cuarto oscuro.

 

"La Boleta Única es mucho más transparente que el sistema actual porque también quita todos los mecanismos de trampa que se dan a través del sobre o de la boleta partidaria impresa."

-El Gobierno nacional impulsa el voto electrónico. ¿Es un error?

 

-Sí, es un error. Los sistemas electrónicos, todos los expertos en el tema, más la jurisprudencia internacional, más la práctica de los países, desaconsejan el uso. Acá el Gobierno optó por una cosa que se pretende como intermedia, pero al tener la intervención electoral genera el riesgo de que la alteración del chip o la programación de la lectura de ese chip provoquen una alteración de lo que el elector votó. Si el Brexit británico se definió en boleta de papel, evidentemente alguna cuestión tiene. Las experiencias de voto electrónico han retrocedido, en países centrales de Europa, incluso en algunos estados de Estados Unidos.

 

-¿Por qué insiste el Gobierno?

 

-Porque tiene la experiencia de Capital, porque entiendo yo que hay como una idea de que es más fácil justificar el cambio de sistema, por un “efecto modernizador”. Por suerte se han manifestado muchos expertos en sistemas electorales: Delia Ferreira, Beatriz Busaniche, un montón de gente que ha trabajado en esto. Yo creo que el sistema de BU es el mejor, el que más se usa en el mundo y es algo que perfectamente podríamos aplicar acá.

 

-¿Puede encajar a nivel país?

 

-Sí, por supuesto. Después hay un montón de otras cuestiones que hay que corregirle al sistema. Hay una idea de que el sistema electoral es un derecho de los partidos y no es así. El sistema electoral tiene un rol que es garantizarle a cada ciudadano el derecho a elegir y ser elegido, que es un derecho constitucional. Todas los demás son normas que se pueden discutir, pero esa no se puede discutir. Y es una obligación del Estado.

 

 

LA UNIVERSIDAD, AL ESTILO PRO

 

-Usted tiene una larga carrera de militancia universitaria. ¿Qué observa de la política universitaria del macrismo?

 

-No tengo muy claro cuál es el planteo del Gobierno. Por un lado, hay como una suerte de tasa acordada en el funcionamiento del sistema universitario. Por otro lado, claramente hay una tendencia a reabrir discusiones complicadas. Yo creo que hace mucho el sistema universitario público no discute temas que son esenciales para discutir y que no son los que prevén las agendas que dan vueltas. El problema de la universidad hoy es cómo salimos de la híper especialización, cómo rompés las barreras para cursar materias, cómo generamos una oferta educativa que le permita al que estudia estar más acorde a lo que van a ser el ejercicio de las profesiones en el futuro. Es un debate más académico, lo digo desde el atrevimiento. Hasta acá no veo un debate que ponga en el foco lo que yo creo debiera ser nuestro debate universitario propio. 

 

 

-¿Cómo se recupera el Frente Progresista del duro golpe electoral?

 

-Completando un debate que viene dándose hace un tiempo y ahora hay que profundizar. Es un desafío para muchas fuerzas parecidas a la nuestra, pero en nuestro caso lo es más por estar en gestión. Creo que hay un déficit de politización, en el mejor de los sentidos, de la gestión pública, que evidentemente hay que tomar. Porque cuando uno gestiona y garantiza derechos a partir de volcar recursos, tiene que animarse a explicar que esas son decisiones políticas, que no son cuestiones dadas porque sí. Creo que nosotros tenemos una debilidad en ese sentido. Me parece también que hay que abrir, pensar nuevas representaciones, nuevas referencias. La sociedad ha cambiado mucho y a veces hay un reflejo, muchas veces dentro del Frente, de repetir un análisis que responde a una sociedad que ya no es la misma.

 

-¿Cambiemos entiende mejor eso?

 

-No tengo dudas. Cambiemos es una experiencia que, obviamente, uno no lo comparte en lo político, pero en términos de la lectura de los cambios sociales lo ha hecho muy bien. Es un resultado que está a la vista. Hoy hay una fragmentación en el reclamo social, hay un fenómeno a nivel global, donde la democracia no interactúa, no dialoga, vos estás en contacto con los que piensan parecido a vos, el fenómeno de la grieta juega ahí un rol fundamental. Sin caer en eso, tenés que entenderlo para plantear una alternativa. Después puede ser que no alcance o no alcance ahora, pero yo no tengo dudas que a futuro va a tender a cambiar positivamente. Lo que no se puede es seguir siendo ingenuo a ese fenómeno.

 

-El 2019 está acá a la vuelta. ¿Hay tiempo?

 

-Hay tiempo, hay catorce meses de acá a la presentación de listas, con una gestión en marcha que debe cambiar y profundizar sus cambios. Las circunstancias van a ser diferentes, una elección ejecutiva, separada de la nacional. Lo que sí digo es que el peor análisis que puede hacer el Frente es echarle la culpa a cierta incomprensión de la sociedad.

 

-¿A qué se refiere cuando habla de la politización?

 

-Es que estamos despolitizados, porque a veces lo que no se entiende es que la resolución del reclamo cotidiano te permite un dialogo directo, te permite politizar la relación. Hablo de la politización en ese sentido, no de los intendentes del conurbano que le ponen el nombre y apellido a las obras. Hablo de un vínculo más directo. Nosotros logramos algo impensado: duplicar los votos de la primaria a la general. Hay que hacer mucho de lo que hicimos en esos dos meses, porque nos demostró que hay posibilidades de recepción de la sociedad. Pero nosotros, si pasados esos dos meses, volvemos a lo anterior…

 

"Cambiemos es una experiencia que, en términos de la lectura de los cambios sociales, lo ha hecho muy bien."

-El gobernador Lifschitz habló de refundación, de relanzar el Frente. ¿Coincide con esto? ¿Hay que darle una lavada de cara profunda?

 

-Creo que hace falta mucho más que una lavada de cara. El Frente tiene que repensarse como herramienta: qué representa, cómo lo representa, cómo construye territorialmente. También cómo las cuestiones que son muy profundas, de transformación, de la gestión, encuentran un relato político para hacerlo. Acá hay cuestiones muy genuinas que a veces parecen contarse o plantearse con enorme debilidad. Hay cierta cobardía política a la hora de contar lo que se está haciendo y hacia dónde se va. Y uno no le puede pedir a la sociedad que adivine y menos en este momento.

 

-¿Por qué hay cobardía política?

 

-Porque hay una incomprensión de cómo funciona el fenómeno político hoy en las sociedades, sin comprender el fenómeno de la postverdad en las redes, sin comprender cómo funcionan los algoritmos, cómo a veces ante los enojos aparecen quienes reparten culpas de modo efectivo y a veces eso coincide con que la sociedad busca culpables. Un montón de fenómenos que creo requieren una gran audacia en términos políticos. Es mucho más por ahí que por sumar a X dirigentes, es un debate mucho más profundo.

 

-¿Hay que pensar a la política menos en término de partidos?

 

-Sin dudas. Es que yo creo que a los partidos como los entendimos tampoco van a funcionar en esta sociedad. Eso no implicar pensar una democracia sin partidos, implica que los partidos políticos, los frentes, van a tener que entender esa realidad y cambiar. Si los partidos no suman cuadros, no renuevan, no tienen respuestas frente a los fenómenos más complejos, claramente van a estar alejados de ese fenómeno de representación. Es un fenómeno global, no estamos adivinando nada. 

 

-El PRO ganó claramente en la elección local de Rosario. ¿Le corresponde la presidencia del Concejo?

 

-Tenemos un criterio histórico, que es respetar la primera minoría, siempre es un criterio sano en un cuerpo parlamentario. Después veremos qué plantea la primera minoría y el resto. Si después se abren otras posibilidades se verá. A mí no me gustó el resultado electoral, pero fue el resultado electoral. Hay que ser consecuentes con eso.

 

-¿En Rosario se puede confiar más en el PRO que en el PJ?

 

-Todos tenemos un desafío, va a ser un Concejo más ordenado que el anterior. Sí digo que a veces hay que tratar de opinar y pronunciarse sobre los temas. Yo noto que hay sectores que, de algún modo, marcan coincidencias en los temas, pero después votan en contra igual. Eso también hay que analizarlo. Noto muchos concejales planteando la necesidad del pavimento definitivo, pero están en contra de la necesidad de hacer pavimento definitivo. Las obras se resuelven con recursos, nadie inventó una cosa diferente.

 

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