En una reciente edición de El Estadista, Julio Burdman hace referencia a una definición sintética de un funcionario del gobierno nacional: “de economía no hablemos, en política estamos bien y en el mundo nos va espectacular”.
A partir del axioma jurídico “a confesión de parte, relevo de pruebas”, mejor dejar la economía al costado y concentrarse sobre aquella (auto) evaluación de la performance política local e internacional.
Desde el primer punto de vista, nadie puede negar -con argumentos sólidos- que este gobierno tuvo un primer semestre soñado. Por varias circunstancias. La más importante, el temprano descubrimiento de una fuente de juventud como aquella que describe Heródoto en Historias.
Pero en este caso, sin conexión con Etiopía sino con un operativo policial que encontró a un ex secretario de Obras Públicas de los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner descargando bolsos repletos de dólares en un convento de monjas del conurbano bonaerense, también concurrido por primeras figuras del gobierno anterior como el ex ministro De Vido.
“Los polos políticos hoy son quien gobierna y quien gobernó” dice por vía radial Pablo Knopoff de Isonomía. Pues ese contraste entre el oficialismo y una fuerza política debilitada y en retirada como el FpV, es la principal palanca política que le abrió crédito ilimitado al gobierno nacional al comienzo de su gestión.
Sea para encarar con fuerza su agenda legislativa en un escenario de debilidad parlamentaria, en el Senado especialmente. O para generar una expectativa positiva a mediano plazo, más allá de la actual caída en el nivel de imagen de Macri.
En tal sentido, los resultados duros de la gestión política del primer semestre son contundentes, medidos en términos del amplio consenso logrado en la sanción de las leyes de pago a holdouts, reparación a jubilados y blanqueo de capitales, como en la velocidad del trámite legislativo respecto a aquella promesa de normalización de las relaciones financieras con el mundo sostenida durante toda la campaña electoral por el candidato ganador.
Iniciativa política más evocación del pasado que abroquela la opinión pública 70/30 a favor, fue una formula mágica para el oficialismo. Hasta que dejó de funcionar. En especial, por la evidente fatiga de sus dos principales componentes.
Por una parte, la Corte Suprema de Justicia sacudió uno de los pilares del programa de reforma económica del gobierno: la revisión de la política de subsidios a la energía de la gestión anterior por vía de un nuevo esquema tarifario de gas con débil sustento jurídico y sin acompañamiento de ningún actor político gravitante.
Por el otro, la escasa convocatoria de la (auto) denominada “marcha de la resistencia” puso en primer plano el debilitamiento del kirchnerismo como fuerza política con capacidad de organización y control de la calle. De igual modo, su eclipsamiento por la progresiva conformación o fortalecimiento de espacios políticos de raigambre peronista que juegan tanto por dentro como por fuera del partido.
En tal aspecto, surgieron varias referencias internas que dieron vuelta la página respecto al liderazgo kirchnerista. Tanto en el ámbito de distritos electorales decisivos del conurbano bonaerense como La Matanza y Lomas de Zamora, primer y segundo padrón político provincial, al igual que en 6 provincias del interior que se sumaron a las 2 provincias que ya venían jugando sueltas de hace tiempo como Córdoba y Salta, hoy bajo el comando de Juan Schiaretti y de un Juan Manuel Urtubey ya anotado con antelación para 2019.
En paralelo, el espacio político renovador externo al peronismo liderado por el tridente Sergio Massa-José Manuel De la Sota- Roberto Lavagna, sumó la participación de Margarita Stolbizer, una dirigente que además de extender la frontera del armado, tiene potencial para seducir una franja del voto que hoy sustenta a la coalición gobernante.
“Hasta ahora no está comprobado que Massa tenga una baldosa propia diferente a la de Macri” agrega Knopoff. Pues lo mismo valía hasta hace poco para muchos dirigentes peronistas respecto de Cristina Kirchner. Hoy ese tablero político está en proceso de redefinición. Los 2 polos en cualquier momento pueden ser 4. O inclusive 3 si se empiezan a borrar los límites entre sectores del peronismo internos y externos al partido.
Por ello, mejor ampliar la definición inicial del funcionario nacional. “De economía no hablemos, pero de política mejor tampoco”.
OCTUBRE ABRE UNA OPORTUNIDAD.- En el plano internacional, los movimientos de Macri fueron un gran acierto. Desde su viaje a Davos en el comienzo de su mandato hasta la recepción de dos grandes líderes occidentales como Barack Obama y Francois Hollande y la visita a Angela Merkel.
La actual gira a la reunión del G20 en China más un encuentro mano a mano con Jinping marca un nuevo hito ya que este gigante oriental es hoy una referencia ineludible para los intereses de Argentina en el plano comercial pero también financiero.
De igual manera, una señal importante en términos de la disposición del nuevo gobierno a encarar una política exterior pragmática, conducente a evitar errores del pasado en cuanto a circunscribir los canales diplomáticos a tal o cual andarivel del tablero mundial, sea Estados Unidos, Europa, los BRICS, Japón, América Latina o Medio Oriente.
En la faz económica, la gestión actual empezó pecando de optimismo. Tal como sugiere Andrés Malamud en La Nación, hubo una sobreestimación del potencial de acercarse al primer mundo en términos de la captación inmediata de inversiones. Es muy probable que el cielo deba esperar. Hasta que pasen las elecciones de medio término, sugieren algunos analistas.
Lo que no esperará es el nombramiento del nuevo Secretario General de Naciones Unidas, compleja danza política donde entró el gobierno por vía de la candidatura de su canciller Susana Malcorra y cuya definición pasa en gran medida por la voluntad de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad: Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia, Francia y China.
Chances de éxito hay. La postulante argentina tendría apoyo de Obama y Jinping. Y en un escenario determinado por políticas de género, sus acciones cotizan alto ya que la actual canciller quedó en segundo lugar en votaciones preliminares y con un bajo nivel de rechazo respecto de los otros 9 postulantes en carrera.
De todos modos, sea cual fuere el resultado -ojalá ganador en términos de engrosar la selecta galería de argentinos con protagonismo mundial como el Papa Francisco y Lionel Messi-, el Presidente tendrá la oportunidad en octubre de reorganizar su equipo de combate. Queda un año corto para las elecciones de medio término, la economía no despega y la política comienza a ser parte de los mismos problemas.