En la era PRO, Fútbol para Todos -una marca herida de muerte porque, con la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada, desapareció de las pantallas y del sitio web oficial del programa- se convirtió en un negocio para tres: los grupos Clarín, Telefónica y Uno. Son los dueños de El Trece, Telefe y América, los canales que se reparten las transmisiones de –al menos- los cinco cuadros grandes de la Argentina.
A estas señales, el Gobierno les dio la torta más rentable del fixture del torneo de Primera División a cambio del pago de 180 millones de pesos entre los tres. Ése es el monto oficial, aunque en el medio se dice que la inversión real fue sensiblemente menor. En rigor, el plan original era entregarles todo a Clarín y Telefónica, pero el holding de los empresarios Daniel Vila y José Luis Manzano –brazo mediático de Sergio Massa- pataleó, amenazó con llevar el tema a los tribunales y se metió en partido a los 46 del segundo tiempo. Lo viene diciendo Letra P: el líder del Frente Renovador decidió jugar de líbero con el Gobierno y esa estrategia de “apoyar lo que está bien y cuestionar lo que está mal” le viene dando buenos resultados, porque le está permitiendo presionar, negociar y conseguir cuantiosos beneficios políticos.
Según cifras a las que accedió Letra P, estas tres empresas están facturando hasta cinco millones de pesos por partido de alta convocatoria, cifra que baja a algo más de tres millones en los encuentros que protagonizan Boca, River, Racing, Independiente o San Lorenzo contra equipos chicos.
Por caso, el último domingo, solamente Artear, la productora audiovisual de Clarín, recaudó unos 11 millones de pesos porque transmitió tres partidos: el súper clásico River-Boca, Central-Banfield (por fuera de la grilla de los cinco grandes) y Racing-Unión.
El acuerdo rige hasta junio, cuando finalizará el actual certamen, en el que los cinco grandes jugarán 80 partidos sin contar la final, a la que uno o dos de ellos podrían acceder, y a eso se les deben sumar los encuentros de otros equipos que también sean transmitidos por estas señales, como este domingo fue el caso del Canalla rosarino, que lidera la zona 1.
El negocio es redondo porque, a excepción de algunas incorporaciones de las que se hicieron cargo los canales, el Gobierno paga los sueldos de la mayoría de los relatores, comentaristas, cronistas y técnicos que trabajan en las transmisiones, además de los costos de logística.
No obstante eso, los canales pueden -de hecho lo están haciendo- presentar los envíos como producciones propias y no mencionar jamás la marca Fútbol para Todos. "En esta producción de El Trece…", repetía el relator Sebastián "Pollo" Vignolo durante su relato del clásico que jugaron millonarios y xeneizes en el Monumental.
Eso sí: no todo el producido por el esponsoreo –se venden zócalos que se sobreimprimen durante el juego y spots en las tandas que se pasan en las previas de los partidos, en los entretiempos y una vez finalizados los encuentros- se queda en los canales: se trata de un negocio compartido 50-50 con las agencias comercializadoras.
Por eso, los programadores achicaron el espacio para contenidos extras (desaparecieron los compactos de goles de la fecha que se pasaban en los entretiempos, por ejemplo) para hacerles lugar a los auspiciantes.
Este esquema será revisado a mitad de año. Entonces habrá una licitación en la que, se estima, el Grupo Clarín podría quedarse con todo.