Tras su primer gran triunfo en la Cámara de Diputados, con la aprobación del acuerdo con los fondos buitre, el oficialismo intentará sacar provecho de la interna del peronismo para quebrar aún más el bloque del Frente para la Victoria y alentará las diferencias en el interbloque Federal Unidos por una Nueva Argentina para reducir su dependencia de Sergio Massa. Para antes del 8 de mayo, el Gobierno cree que la bancada que integra Diego Bossio pasará de 17 a los 25 miembros.
La votación del acuerdo con los fondos buitre, en la mañana del miércoles 16, terminó de mostrar las fisuras que asomaban desde hacía días en el bloque kirchnerista, fogoneadas por la presión de los gobernadores hacia sus diputados. De los 80 integrantes del FPV, seis votaron a favor del proyecto del oficialismo, en una jugada que ya había sido advertida por el presidente de la bancada, Héctor Recalde.
Pese a que ya había juntado el número necesario para la aprobación, el ex gobernador de Misiones, Maurice Closs, y sus compañeros, Silvia Risko y Jorge Franco, la tucumana Miriam Gallardo, la sanjuanina Graciela Caselles y el cordobés Ramón Bernabey - quien directamente decidió formar un unibloque pocas horas antes del comienzo de la sesión- decidieron acompañar a Cambiemos.
En el oficialismo – que el día anterior había anunciado “sorpresas” en el bloque K - leyeron esa decisión como un preludio de lo que creen que será una nueva oleada de fugas en el bloque, como las que ya ocurrieron en febrero, cuando se anunció la creación de la bancada Justicialista, que conduce Oscar Romero y tiene como referente a Bossio.
En ese contexto, las elecciones del Partido Justicialista marcan el ritmo de los pases. El presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, estima que para esa fecha el bloque Justicialista crecerá hasta tener 25 miembros. El macrismo intentará sacar provecho no sólo de las urgencias de los gobernadores sino de la interna que deja a representantes del peronismo tradicional, alineados con la candidatura de José Luis Gioja, enfrentados con La Cámpora y los sectores ultra kirchneristas que reivindican la conducción de Cristina Fernández de Kirchner y promueven a Jorge Capitanich para la conducción del partido.
De la misma interna intenta sacar provecho Sergio Massa, que pelea para convertirse en el interlocutor de los gobernadores en el Congreso. Sin embargo, el Gobierno también evalúa la forma de erosionar el poder del líder del Frente Renovador, de quien no quiere depender.
“Es mejor acordar con los gobernadores del PJ que tener que depender de Massa”, explica un integrante de la mesa chica de Cambiemos. El oficialismo hizo la primera prueba de esa jugada un día antes de la sesión por el acuerdo con los buitres, cuando Massa puso en duda que su bloque fuera a aportar el quórum, y voceros de Cambiemos deslizaron que alcanzaban el número, sin necesidad de recurrir al massismo. Sin embargo, consciente de que la estrategia podía fallar, Monzó se ocupó personalmente de florear políticamente a Massa para evitar sobresaltos. “Sería muy importante que Sergio estuviera en el recinto. Es el opositor más importante”, dijo el presidente de la Cámara de Diputados.
Si bien no quedó expuesto en el recinto, tras la reunión de la comisión de Labor Parlamentaria, realizada el lunes por la tarde, dirigentes de Cambiemos dejaron trascender que los integrantes del interbloque Federal Unidos por una Nueva Argentina que representan a la provincia de Córdoba, ya habían asegurado que bajarían al recinto, más allá de la decisión de Massa.
“No es cierto, Claudia Rucci (presidenta del bloque delasotista) dijo que están alineados, que van a hacer lo que diga el interbloque”, dice una fuente del Frente Renovador. Pero en Cambiemos aseguran que los cinco diputados de Córdoba, más la bonaerense Rucci, que responden a José Manuel de la Sota, harán su propio juego en el recinto, acordado entre el ex gobernador y la Rosada, y que se explica en los beneficios que recibe la provincia de Córdoba por parte del Gobierno nacional.
Por lo pronto, el massismo asegura la sesión del martes no hubiera podido empezar sin ese espacio, que esperó media hora para bajar al recinto, a la espera de lo que pasaba en las bancas. “Eran 107. Recién cuando bajamos nosotros tuvieron 137”, repite un operador del Frente Renovador.
En ese contexto, Massa deslizó que una vez superado el episodio de la visita de Barack Obama en el país, que concentrará la atención mediática durante toda la semana, intentará empezar a marcar su propia agenda. Junto a Margarita Stolbizer, Victoria Donda y sectores del sindicalismo presentará proyectos que promueven medidas antiinflacionarias – basadas en el control de precios-, una nueva iniciativa sobre Ganancias - que modifique las escalas salariales y establezca un régimen de movilidad en función de la inflación y las paritarias, parecido al de las jubilaciones – y volverá a pelear por el 82 por ciento móvil. Pero el Gobierno intenta neutralizar al líder del Frente Renovador, que si bien se comportó como un aliado en los primeros meses del gobierno de Mauricio Macri y le posibilitó la aprobación del endeudamiento, vital para la Rosada, tiene su mirada ya puesta en las elecciones 2017 y la carrera presidencial para 2019.
En el Gobierno, en tanto, ya piensan en el próximo proyecto que impulsará Diputados y que generará nuevas internas en el peronismo: la reforma política.