En el mes previo al último trimestre, el segundo semestre del año sigue sin dar señales positivas en materia económica. Según adelantaron a Letra P fuentes del supermercadismo, en septiembre el consumo general en esos comercios cayó 8,8% promedio contra igual mes del año anterior. La caída es la más importante de los últimos años y la perspectiva de corto plazo tampoco es favorable: en la medición de los seis primeros días de octubre, la baja es aún mayor si se compara con los números del 2015.
Si bien aún las cifras no están desagregadas por sectores, hay otro dato que es relevante para analizar la coyuntura económica y el comportamiento del consumidor: en septiembre, no sólo cayeron casi 9% las ventas generales, sino que, además, lo que se vendió fueron unidades de menor valor. Ergo, el público que compró se volcó a las segundas y terceras marcas y las empresas no pudieron compensar pérdidas ni siquiera por precios. La única excusa que pusieron las fuentes que otorgaron los datos a este medio fue que septiembre tuvo un día menos de trabajo, por el Día del Empleado de Comercio; mientras que octubre recién comienza y puede hacer afectado al gasto que mucha gente aún no haya cobrado el salario del período.
“El brote verde acá es moho”, disparaba este miércoles un empresario de una cadena de híper de capitales extranjeros, con una sorna que sonaba a resignación. Es que, en agosto, el retroceso ya había sido importante. Si se toman los datos de la consultora CCR, que trabaja para los grandes supermercados, sólo considerando a los productos de consumo masivo (alimentos, bebidas, higiene y tocador) las ventas habían empeorado 7,4% contra agosto de 2015.
Tan fuerte había sido el impacto que la compañía publicó las cifras en un informe titulado “Sangre, Sudor y Lágrimas”, en el que reportaba que, en el caso exclusivo de los hipermercados, el retroceso había sido del 7,8%, mientras que había llegado al 7% en los autoservicios y negocios tradicionales.
Este contexto, donde los datos de septiembre siguen dando un negativo récord, la expectativa inicial de los comercios de terminar el año con una caída general de 3,5% podría modificarse.
El enigma está puesto, además, en cómo hará el Gobierno con el brazo ejecutor de la Secretaría de Comercio para dar vuelta la ecuación. Puertas adentro, los funcionarios reniegan del modelo kirchnerista, al que tildan de hiper-consumista, un esquema que políticamente pone en evidencia cualquier recorte económico que pueda encarar Cambiemos. A niveles tales que sólo con el alza inflacionaria y su impacto en la capacidad de los salarios ya se resintieron fuerte los márgenes de gasto habituales de las familias, un detalle que se observa sobre todo en la base de la pirámide del consumo: las clases bajas, medias bajas y medias. “Confiamos en que en los últimos tres meses la cosa va a mejorar”, apostó una fuente de Gobierno.
Para los sindicatos y hasta para los empresarios, si el bono de fin de año que se está negociando tiene un margen interesante, podría volcarse al consumo, pero por ahora sólo hay expectativas. Los datos duros muestran otra realidad que se suma a los magros números que ayer y hoy reflejó otro sector clave para el repunte de la economía: la construcción y la venta de materiales, que se desplomó casi 18%.
@leandrorenou