El rector de la UCA Victor “Tucho” Fernández paga los costos del entendimiento entre Jorge Bergoglio y el Gobierno. En las últimas semanas libra duras batallas en el ambiente universitario contra aquellos directivos que desaprueban su gestión y, más aún, no admiten las fotos del Papa Francisco, la más reciente con el candidato del kirchnerimo a la Corte Suprema. Por eso, si finalmente el pliego de Roberto Carlés naufraga en el Senado, la noticia será un mensaje de satisfacción para los detractores de Fernández en su pago chico.
El primer cruce que dejó heridos fue sobre finales de 2014 cuando Fernández habilitó que técnicos de la Jefatura de Gabinete comenzarán a intervenir en los informes del Observatorio de la Deuda Social Argentina, división de la UCA que hace estudios sobre los niveles de pobreza y que desde siempre fue un espina para el oficialismo. Este departamento es conducido por Agustín Salvia a quien Fernández interpreta como un opositor feroz al Gobierno. De ahí que tras un contacto con Jorge Capitanich, el Observatorio ha comenzado a ser concurrido por funcionarios que analizan los reportes del mismo.
No es el único cambio. En las distintas unidades académicas Fernández promovió hombres de su confianza. Por ejemplo en Ciencias Políticas el entonces decano Enrique Aguilar debió dejar el cargo luego de un entredicho con “Tucho” y terminó recalando en la Universidad Austral, administrada por el Opus Dei, justamente la prelatura que actualmente vive un mal momento por las recientes políticas de Bergoglio en el Vaticano orientadas a expandir la Iglesia.
Fernández también suspendió el llamado Programa Patagónico, iniciativa que buscaba conectar a los estudiantes con la realidad del sur del país mediante diversos proyectos. El rector alegó que desde ahora la universidad debe volcar sus esfuerzos en la Ciudad y la provincia de Buenos Aires. Una reorientación similar sucede con las diversas líneas de investigación que antes se decidían en las unidades académicas pero ahora todo se centraliza en el doctorado.
El problema de Fernández es que son varios los profesores y directivos de la universidad que están compenetrados con las campañas de Mauricio Macri o Sergio Massa, de hecho los del último grupo culpan al rector de no haber habilitado la reconciliación entre el tigrense y Bergoglio.