Diego Pirotta y Darío Richarte pasan por su mala hora. Son los abogados encargados de la defensa de Amado Boudou en la causa Ciccone y, a ojos de sus detractores dentro del Gobierno, los responsables de que el juez Ariel Lijo haya anunciado la citación a indagatoria con más de un mes de antelación.
Richarte es el jefe de Pirotta y tiene un perfil diametralmente opuesto al de su segundo en el estudio que gerencia. De origen radical, el primero creció dentro de la rama académica del partido que hace política en la UBA (él mismo ahora es vicerrector). Le gustan las reuniones políticas y se precia de tener buen trato con todos, de Sergio Massa a Mauricio Macri hasta el kirchnerismo más recalcitrante como el que expresa el joven Mariano Recalde.
Fue un integrante del llamado grupo Sushi durante el gobierno de Fernando De la Rua y de ahí saltó a ser el segundo de Fernando De Santibáñez en la SIDE. Fue precisamente en ese organismo donde conoció a quien hoy es su mejor empleado, Diego Pirotta.
Pirotta nunca pasó por los tribunales, hasta que cumplió 30 años. Hizo toda su carrera inicial en la SIDE y conoció mucha gente en el mundo de los espías. Cuando Richarte abandonó el organismo ante la caída del gobierno lo reclutó para su estudio.
Reservado al extremo, silencioso, solo habla con los medios del grupo Spolszky porque sabe que su jefe tiene cierto acuerdo con el ex banquero que por estas horas tiene un duro enfrentamiento con su excéntrico socio Matías Garfunkel. Juega al tenis hasta tres veces por semana y nunca se mueve sin su botella de agua mineral Evian. Tiene gustos caros y que merecerían una nota aparte.
Jefe y empleado están en la mira porque hasta ahora no registran ningún acierto en la defensa del vicepresidente y ya hay por lo menos dos estudios que acercaron su tarjeta al entorno de Boudou. Uno de ellos llegó con la recomendación del ministro Julio De Vido, buen conocedor de las internas judiciales en los tribunales federales producto de las múltiples causas que afronta.
La recomendación que más escucha Boudou es que debe buscarse abogados lo más lejanos posibles al estilo de Richarte-Pirotta. Poco roce político, nada de contactos con la SIDE, buen nivel técnico y, en lo posible, prestigio. Se sabe que Federico Nicholson, ejecutivo de Ledesma, le recomendó al vice que se inclinara por Jorge Valerga Aráoz, reconocido penalista y que ahora asesora a Carlos Blaquier.
En las próximas semanas se verá si el Vice escucha estas recomendaciones y hace un giro radical en su defensa o si continúa transitando por el camino que hasta ahora lo está acercando cada vez más a un seguro procesamiento.