Ariel Lijo la vio venir. Fue cuando se enteró de que en el Gobierno no dejan de recomendarle a Amado Boudou que cambie de abogados en la causa Ciccone. Lijo conoce el comportamiento de Diego Richarte y sabe que irá hasta el final para no ceder la representación legal del vicepresidente.
Lijo tomará declaración al Vicepresidente y a su socio, José María Nuñez Carmona, entre otros. Boudou debe comparecer el 15 de julio. Sospecha que entre los dos compraron la empresa en quiebra a través de la sociedad The Old Fund para hacer negocios con el Estado.
Se sintió en peligro ante un posible apartamiento del caso y cuando se enteró de que la Cámara Federal redactaba una resolución sobre los testimonios que él recabó en la causa fue directo al segundo piso del edificio de los tribunales federales de Comodoro Py para charlar con Eduardo “Pati” Ballestero
La Sala I es la que atiende los temas de Ciccone y es el mismo lugar donde se decidió apartar a Diego Rafecas de la causa cuando se conoció que intercambiaba mensajes sobre el expediente con el abogado Ignacio Iturraspe. Ballestero tranquilizó al juez pero lo advirtió que Diego Pirotta, abogado de Boudou, había intensificado sus contactos con el camarista Eduardo Farah.
Farah le debe todo al operador Javier Fernández que es el socio de Richarte en el estudio donde Pirotta presta sus servicios. Se sospecha que Farah es también la SIDE. Es lo único que explica que durante tantos años siga en su puesto de la Sala I y además subrogue en la Sala II, o sea, opina sobre lo que hacen todos los jueces del fuero federal. Recientemente devolvió gentilezas cuando votó por la inconstitucionalidad del acuerdo con Irán, memorandum incómodo y que a los muchachos de la calle 25 de Mayo les trabó ciertas adquisiciones de equipamiento en EEUU e Israel.
Al tanto de los contactos de Pirotta con Farah, Lijo hizo lo que mejor sabe: llamó a algunos periodistas amigos y políticos opositores para instalar la versión de que podrían apartarlo. En radio Mitre, el periodista Jorge Lanata cargó en la editorial de su programa contra los jueces Eduardo Freiler, Jorge Ballestero y Eduardo Farah “Sí, los estoy insultando, no me importa, Ballestero, Farah y Freiler, váyanse a la mierda”.
Las diputadas nacionales Laura Alonso y Patricia Bullrich denunciaron públicamente una supuesta operación oficial en marcha para apartar al juez. “Desde el kirchnerismo quieren hacer con Lijo lo mismo que hicieron con el fiscal Campagnoli. Por eso denunciamos la maniobra antes que intenten su desplazamiento”, expresó Bullrich.
En realidad, en estos momentos lo más grave que podría suceder para Lijo es que algunos testimonios queden fuera de juego. En el fondo el gran miedo del juez es perder el control de los tiempos de la causa. El famoso timing del cual él siempre se consideró un maestro y que le dice que hoy era el momento para citar a indagatoria a Boudou. Ese tramite es el reaseguro de Lijo en el expediente. Una vez citado el vicepresidente a indagatoria Lijo sabe que ya será difícil removerlo.
El caso ofrece otros condimentos que lo hacen fascinante, más allá de las expresiones de deseo que se publican en los diarios. Nadie reparó, por ejemplo, en que para realizar la testimonial que Lijo quería con el abogado que vive en Madrid, Fabián Carosso Donatiello (y que frustró un juzgado español) se necesita de un exhorto de la Cancillería.
Esa dependencia demoró diez meses en enviar un exhorto a Chile para repatriar al ex juez acusado de cómplice de la dictadura, Otilio Romano, pero el exhorto para escuchar a Carosso Donatiello salió en solo veinte días. Otra evidencia de que La Cámpora avanza a paso firme dentro del Ministerio de Relaciones Exteriores.
Un rasgo peculiar es que hace mucho tiempo que ni Lijo ni nadie cercano a la causa menciona a Alejandro Vandenbroele, el enigmático dueño de The Old Found (controlante de la imprenta de billetes Ciccone Calcográfica). Se sabe que hace rato dejo de vivir en Buenos Aires y que reparte sus días entre Mendoza y el exterior. Su abogado es Germán Soria a quien se lo ve sufrir en la platea de Ferro cada vez que el club de caballito juega de local.
A diferencia de Boudou eligió una defensa menos vistosa y mucho más barata. Y es que Vandenbroele se siente más tranquilo. Una fuente del juzgado de Lijo le contó que el supuesto video en el cual él aparece con Boudou en el Palacio Duhau –el vice jura que no lo conoce- no existe ni nunca existió.