En las últimas sesiones del año pasado estuvieron cerca de producir el descalabro aunque lograron cerrar el ejercicio legislativo en paz y armonía, al menos puertas hacia afuera. Pero tras el recambio de diciembre y con la asunción de los nuevos legisladores, el bloque del Frente Para la Victoria se dividió entre los que pretenden seguir siendo funcionales al PRO y aquellos que quieren darle estilo propio.
En el medio, haciendo equilibrio, se encuentra la presidenta, Gabriela Alegre, quien asumió y tomó la batuta de Juan Cabandié. En los primeros meses debe enfrentarse a una encrucijada que marcará el rumbo de los debates en la Legislatura.
A partir de la sesión de hoy comenzó a definirse hacia dónde irán los K. Las opciones de Alegre son dos: mantener la relación de complicidad con el PRO a pesar de lo que le dicten sus colegas de bancada y someterse al riesgo de contar con una rebelión en la granja; o aceptar lo que sugieren varios diputados, sobre todo de La Cámpora, de romper con el oficialismo, lo que en un futuro cercano le traerá problemas para darle curso a los proyectos del kirchnerismo.
La fuga de legisladores hacia un lugar más cercano a la política nacional K lo encabezan Lorena Pokoik, Paula Penacca y Jorge Aragón, tres de los seis diputados que ingresaron al bloque en diciembre.
Ellos, a quien se les suma Jorge Taiana, pero con un perfil más diplomático y no tan beligerante, son los que trasmiten el mensaje camporista proveniente desde afuera de la Legislatura. El ex presidente de los Cascos Blancos, Gabriel Fuks, y María Rosa Muiños –ambos asumieron en diciembre- aún no tienen una postura muy definida sobre el rumbo que tomarán.
En los dos últimos nombres podría estar el eje de rotación hacia un cambio radical dentro del bloque o frente a la misma posición que mantuvo hasta el año pasado, la que menos dolores de cabeza le puede traer a Alegre. En esa línea se encolumnan los viejos laderos del PRO, el siempre funcional Dante Gullo, y Claudia Neira.
En una encrucijada también puede sentirse Gullo, más que colega de Cristian Ritondo, el vicepresidente primero de la Legislatura. El Canca siempre fue el socio predilecto de Ritondo y ahora mucho más con Cabandié fuera del recinto. Es que Patita –el más peronista dentro del PRO y el menos PRO- se veía en la obligación de cerrar los acuerdos con Cabandié, pero con Gullo cocinaba todo en las sombras. Por eso el legislador K estará entre hacer la vista gorda y seguir apoyando al macrismo o plegarse al clamor de los nuevos compañeros.
Pokoik, Penacca y Aragón van por la ruptura si es necesaria. No quieren saber nada con quedar pegados al discurso del oficialismo. “Les pegamos en los medios, nos puteamos en la calle, pero acá adentro le decimos todo que sí. Así no podemos seguir”, repiten en los despachos.
A principio de 2014, antes que se abriera el año legislativo, estuvieron a punto quebrar el bloque, lo que hubiera significado uno de los papelones políticos históricos en el edificio de la calle Perú. “Si no lo hicieron fue para hacer un escándalo antes de empezar las sesiones”, dijo una fuente. Pero la paciencia llegó al límite mucho antes de que comiencen a debatirse proyectos de peso, algo que puede suceder hoy según la labor parlamentaria que antecederá a la sesión.
La presencia de Cabandié dentro del recinto le garantiza a Macri contar con los dos tercios de los votos de los legisladores que se requieren para votar los proyectos. Los nuevos camporistas aterrizaron con una idea diferente que pone en peligro otro pacto PRO-K como viene sucediendo en los últimos años.