La Auditoría General de la Nación se convirtió en el único reducto de la administración pública en control de la oposición y que funciona con probada efectividad. Los informes que elabora el organismo de control le marcan la cancha al Gobierno y le dan letra a algunos de los jueces más importantes de Comodoro Py.
En el kirchnerimo hay preocupación porque la cercanía entre el radicalismo y el Frente Renovador que se refleja en las últimas fotos de Sergio Massa se está traduciendo en la AGN en una hiperactiva sociedad entre Leandro Despouy y Javier Fernández -operador judicial que le prestó servicios al kirchnerismo pero que ahora trabaja para el ex intendente de Tigre junto con su socio Dario Richarte-.
A pesar de tener la presidencia, los radicales tienen minoría en el colegio de auditores. Despouy tiene allí a sus correlegionarios Alejandro Nieva y Horacio Pernasetti. El kirchnerismo hasta hace poco tenía a Fernández, que hacía bloque junto a Vicente Brusca, Vilma Castillo y el santafecino Oscar Lamberto.
Son pocos los informes que en el último tiempo fueron frenados por el oficialismo. Las últimas peleas fueron por la ejecución del presupuesto 2012 y por las cuentas de la Anses en las cuales Fernández cerró filas con los integrantes de su bloque.
Recientemente la AGN pidió extremar controles en el otorgamiento de la Asignación Universal por Hijo, criticó los controles a las energéticas realizado por el ENRE, objetó el sistema de control de Aeropuertos, el programa Arsat que promueve Julio De Vido y recordó que en 2014 el gasto público subió un 50%. Los datos de esos informes se cuelan, con una frecuencia asombrosa, en el discurso del jefe del Frente Renovador y en sus adláteres.
Despouy también sale ganando y como presidente del organismo proyecta una imagen de buen gestor -que el año pasado algunos imaginaban como capital inicial para un salto a la política, pero que ahora también tendría su peso para autopromoverse a la Corte Suprema-. Sigiloso, ya se reunió con camaristas, jueces de Casación y hasta le envió un mensaje a Ricardo Lorenzetti.
Todos esos contactos coinciden con la declaración de Ernesto Sanz, que ahora dice que tampoco votaría a Ricardo Gil Lavedra para la Corte. Es música para los oídos del inquieto auditor.