Hasta último momento, el hermetismo que había en la mayoría de los partidos crecía a medida que se acercaba el límite. Esto fue algo que se profundizó -tal vez como en ningún otro bando- en el Frente Para la Victoria.
Los tanteos, comunicaciones y movimientos internos fueron la tónica de aquellos minutos. Los llamados se realizaron unos tras otros ininterrumpidamente, y hasta dentro del propio oficialismo se desconocían los nombres propios que formarían parte de la lista K, por eso a muchos no les sorprendieron las distintas versiones que se sucedían cercanas las 22 horas, cuando se especulaba con Scioli, Bruera y demás.
Así, hubo alguien que esperó -desde los días previos- que lo llamen. Estaba dispuesto a decir que sí a cualquier invitación en la lista, pero no pudo ser.
Quienes conocen cómo se manejó el cierre en el kirchnerismo, comentan que el Secretario de Derechos Humanos de la Provincia, Guido Carlotto, nunca estuvo en los planes de Cristina para formar parte de la nómina. Sin embargo, él tenía la esperanza de que el teléfono le suene, cosa que no ocurrió.
“Kibo” sorprendió a muchos cuando fue designado por el gobernador Daniel Scioli para hacerse cargo del puesto que actualmente sigue ocupando. Eso produjo un quiebre con La Cámpora y los sectores más ultra K de la Provincia, teniendo en cuenta que en ese momento la relación entre Cristina y el ex motonauta estaba muy tirante.
Allí, directamente fue tildado de “traidor”, cosa que le ocasionó un notorio ninguneo en las esferas K, que continuó con el correr de los meses, hasta estos momentos. Los días previos al sábado 22 de junio fueron simplemente un ejemplo más de eso.