Durante toda la jornada del sábado, los principales dirigentes del kirchnerismo se mantuvieron en el más absoluto silencio, evitando todo contacto con la prensa, atentos a las señales que les enviaban desde Casa de Gobierno. Allí, en el despacho del todopoderoso secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, se definieron todos los destinos electorales, digitados previamente por Zannini y Cristina Kirchner en Olivos. La Presidenta no pisó la Casa Rosada en todo el sábado y se dedicó a monitorear la jornada desde la Quinta Presidencial.
Por la tarde, la clásica confitería Gran Victoria, ubicada en diagonal a la Casa Rosada, se convirtió, una vez más, en la antesala de la Rosada. Allí esperaron, mientras tomaban el té, las diputadas Juliana Di Tullio, Diana Conti y Dulce Granados, entre otros, el llamado desde el despacho de Zannini, que las convocara a firmar la aceptación de su nueva candidatura a diputadas. Otros operadores lo hicieron en el hotel NH ubicado en la calle Bolívar.
Durante toda la tarde, dirigentes de distintas secciones electorales se acercaron a la Rosada. Los más jóvenes y desconocidos se encontraron con una pequeña incomodidad cuando pronunciaban la frase mágica “vengo a firmar”: a muchos de ellos no los reconocían en la puerta y les pedían documentos o credenciales que los identificaran. “¿Porque tenemos campera deportiva no podemos ser candidatos?”, se molestó una joven frente a la reja de entrada, antes de que le fuera autorizado el paso. También pasaron los intendentes de Arrecifes, Daniel Bolinaga, de Bolívar, Eduardo Bucca, y de Baradero, Aldo Carossi.
Cerca de las 21, llegaron los protagonistas de la lista a la que más apuesta el kirchnerismo. Los integrantes del actual núcleo duro de Diputados, Di Tullio, Conti y Granados (que abandonaron la confitería cerca de las 20, cuando cerró), acompañadas por Carlos Kunkel, Edgardo Depetri y Héctor Recalde (quien desistió de su intención de dejar la banca), entre otros, ingresaron en grupo para confirmar sus candidaturas. Así se confirmaron las versiones que indicaban la intención de la Rosada, de dejar un grupo de leales ultrakirchneristas en el Congreso, tanto para los dos años que restan de mandato de la Presidenta como para los primeros dos años de gobierno de su sucesor.
“¿Quién dijo que iba a haber sciolistas?”
Minutos más tarde, arribó triunfal el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde. Feliz por haber sido elegido para encabezar la lista a diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires, fue quien más tiempo permaneció en la Rosada, junto a quien será segunda en la lista, Di Tullio. “Estamos muy bien, todo excelente”, dijo el intendente con una amplia sonrisa. Para esa hora, los referentes del kirchnerismo ya tenían claro que no habría ningún lugar para el armado de Daniel Scioli en la lista de diputados nacionales, algo que se confirmaría después de la medianoche. “¿Quién dijo que iba a haber sciolistas en la boleta?”, preguntó con picardía un diputado provincial frente a la consulta, en la puerta de la Rosada.
La discusión por las seccionales
Otro lugar de la Ciudad por donde desfilaron una gran cantidad de dirigentes fue la sede del Partido Justicialista ubicada en la calle Matheu 130. Desde la tarde y hasta la medianoche estuvo allí el apoderado Jorge Landau, acompañado por los escribanos que certificaron la recepción de listas de las 8 secciones electorales. Por allí también pasó, alegre, el diputado Depetri, cuando ya sabía que tenía luz verde para renovar su mandato.
“Estamos bien, la oposición se fragmenta. Los votos de (Sergio) Massa no son los nuestros, son de (Francisco) De Narváez”, se entusiasmó un funcionario de alto rango en el Gobierno, poco antes del cierre.
Pasadas las 12, mientras en la Rosada se apagaban las luces, se despejaron las dudas: aun no se sabe si el kirchnerismo puro y fiel triunfará en las elecciones pero está claro que, en la puja interna del peronismo, resultó ser el ganador de las listas.