A lo largo de este proceso de deterioro de recursos además las provincias se fueron haciendo cargo de servicios que la Nación les fue transfiriendo que fueron implicando más gastos. Además las propias provincias por los servicios que prestan son servicios intensivos en mano de obra, y que crece su demanda cuando crece la población -educación, seguridad, salud pública.
Por lo tanto, la situación actual de las provincias después de todo este proceso que intento describir es de extrema debilidad en cuanto a las posibilidades de prestar los servicios que la población les demanda de manera autónoma. Hace tiempo que vienen dependiendo cada vez más de manera creciente de recursos que de manera adicional y discrecional les gira el gobierno nacional. Lo que pasa es que esta situación las pone en una extrema debilidad de índole política. La pérdida de autonomía para autofinanciar los servicios que la población te demanda te genera una dependencia con el gobierno nacional que según sea utilizada puede traer dificultades que de hecho hoy ya estamos empezando a observar en muchas provincias.
Esta relación de dependencia hace que el gobierno nacional pueda actuar con la discrecionalidad que el vínculo político que tenga con cada una de las provincias le indique. Entonces, hay provincias que tienen una mejor relación política con el gobierno nacional, y esos recursos discrecionales llegan con mayor fluidez, y hay provincias que no la tienen, y luego empiezan las dificultades.
Lo que queda claro es que en última instancia este mecanismo de concentración de recursos, esta relación con un fuerte componente discrecional termina perjudicando a los habitantes de cada una de las provincias, que necesitan de servicios esenciales que presta el Estado, como la seguridad, la educación, la salud pública, la infraestructura social y económica básica que de cada provincia depende.
Naturalmente, como los municipios también coparticipan parte de lo que la Nación les gira a las provincias, sufren también las consecuencias de esta concentración creciente de recursos que ha habido a lo largo de estas décadas. Que se dieron por distintas razones: se dieron por pactos fiscales por los cuales las provincias cedieron…
Letra P: ¿En ese orden, cuáles fueron las acciones que marcan esa situación??
Creo que hay un hecho que es el más fuerte de todos, el más contundente, que se lo puede observar en un sentido y en otro, pero con una misma lógica centralista, que fue el tratamiento que a lo largo de estas dos décadas se le dio al sistema previsional. También cabe destacar la aparición de recursos cada vez menos coparticipables, como el impuesto al cheque y las retenciones. O nada coparticipables, en algún momento, porque las retenciones de hecho no son coparticipables, solo que a partir del conflicto con el campo parte de la retención a la soja termina sí girándose a las provincias pero también no de manera automática. En fin, hay una sumatoria de hechos.
Yo digo que el hecho más saliente, más relevante, fue el tratamiento del sistema previsional, porque en la década de los noventa un gobierno con lógica privatista privatizó con la creación de las AFJP parte del sistema. Como la privatización le implicó perder recaudación al gobierno nacional fue a buscarla a las provincias y se la quitó, detrayéndole un 15% de la masa coparticipable. En la década pasada, un gobierno de una lógica más estatista vuelve a estatizar al sistema previsional, recupera la recaudación que había perdido en la década de los noventa, pero no le devuelve nada a las provincias. Ahí vemos cómo claramente dos gobiernos con una lógica distinta, en un contexto distinto, con economías funcionando de manera distinta coincidieron en la lógica centralista, uno por acción y otro por omisión.
Bueno, así están las cosas. Creo que la expresión más clara la vemos en la provincia de Buenos Aires porque es la más discriminada por el sistema, la más castigada por el sistema de reparto. Pero bueno, la provincia de Buenos Aires no es más que la punta del iceberg. En la provincia de Buenos Aires empiezan a verse los problemas, pero creer que son problemas exclusivos de la provincia de Buenos Aires sería caer en un error.
Letra P: ¿Cómo impactó en este sentido la administración del gobernador Scioli?
Yo creo que hay que separar las cosas. La causa central del desfinanciamiento de la Provincia es esta, y es de orden estructural. Porque hay una tentación por parte de las autoridades nacionales a cargar sobre la provincia de Buenos Aires las responsabilidades acusándolo de mala administración, no sólo en la manera de obtener los recursos, sino en las formas de asignarlos. Esto también se decía de la provincia de Buenos Aires en los años noventa, cuando el pensamiento dominante era otro. Siempre se acusó a las provincias, y en particular a la de Buenos Aires, como la responsable ante cualquier dificultad de orden fiscal que aparece. Como ya vimos en la década de los noventa, el problema no era la provincia de Buenos Aires solamente, ni las provincias solamente, sino que a seis meses de estallar la crisis en la Provincia de Buenos Aires que generó la necesidad del patacón, estalló luego la convertibilidad, y la Nación también entró en default.
Ahora, dicho esto, y dejando en claro que la principal responsabilidad del desfinanciamiento de la provincia es de orden estructural, es por el sistema del federalismo que se ha deteriorado, también es cierto que la provincia no ha tenido una buena administración de sus recursos. Y esto se observa por la calidad de los servicios prestados, no sólo por la evolución del gasto. Pero yo en esto prefiero poner el foco en la principal causa.
Yo he escuchado críticas que vienen del gobierno nacional respecto de que la provincia no le cobra impuestos al que le tiene que cobrar, que debería tener un sistema de recaudación impositiva más progresivo… Es cierto que se pueden mejorar cosas en este sentido. Lo que sí también es cierto que un sistema más justo, más progresivo a la hora de fijar quiénes son los que deben tributar más en la provincia no resolvería el problema de desfinanciamiento. En todo caso es una cuestión más bien de orden cualitativo, pero no deberían esperarse resultados cuantitativos importantes por rediseñar con un sentido de mayor justicia el sistema tributario de la provincia.
Y en cuanto a la asignación del gasto, en todo caso, lo que yo soy más crítico es de la eficiencia del gasto. Pues la asignación ya está clara: hay más de un 50% que está en gasto en personal -pero esto le pasa a todas las provincias-. Las provincias prestan servicios intensivos en mano de obra y si uno lo mira en términos de funciones, más de un tercio del presupuesto va a educación.
Entonces, en líneas generales, uno no observa regresividad en la asignación del gasto. En todo caso, lo que habría que analizar es su eficiencia. Yo en esto soy muy crítico, no sólo de la provincia de Buenos Aires, sino del conjunto del Estado, que bajo un discurso teóricamente estatista, de mayor presencia del Estado, encubre una retirada del Estado en una de sus principales funciones, de las más reparadoras, y de las que más tienen que ver con la justicia social, que es la educación. En la última década, más allá de la ley que determina la asignación de seis puntos del PBI para el sistema educativo, más allá de una asignación creciente a las universidades, cuando uno dice qué ha pasado en el sistema educativo, se va a encontrar que en esta década creció más la educación privada que la pública.
Por lo tanto ganó claramente participación en el total del sistema educativo la educación privada y la perdió la pública. Es decir, tenemos un Estado en retirada en la asignación más propia del Estado, más reparadora y más vinculada a la justicia social, como es la educación. Entonces uno ve recursos crecientes asignados al sistema educativo, pero un sistema educativo público en retirada y esto se complementa si además se observan los indicadores que miden la calidad de la educación, y ahí vemos que Argentina pierde relevancia, pierde posiciones respecto de lo que fue siempre vanguardia en el continente o en la región. Este es un tema, a mí me parece central, para analizar cuáles son algunas de las consecuencias cuando el sistema federal, el sistema de asignación de recursos no funciona bien. Porque, en definitiva, cómo vamos a mejorar la calidad educativa en las provincias si no pueden ni iniciar los cursos lectivos porque no pueden pagar los salarios. Es algo que evidentemente hay que corregir.
Letra P: El año pasado la Argentina tuvo un fuerte desaceleramiento económico que terminó al borde de una recesión. Este año los pronósticos son más optimistas. ¿Usted cómo ve el ciclo económico?
Los pronósticos son más optimistas pero todos los días se corrigen en materia de crecimiento a la baja. Yo creo que hay que analizar claramente dentro del kirchnerismo tres períodos. Están los primeros cuatro años donde hubo un crecimiento económico por encima del 8% con inflación de un dígito, que permitió mejora del salario real y crecimiento del empleo al 5% anual. Después hay un segundo período de crecimiento –salvo el año 2009, pero fue una crisis que trascendió la Argentina-, pero ya con alta inflación –por arriba del 20%, a pesar de que algo se desaceleró también el 2009-.
Entonces, el primer período, (2003 – 2007) tuvo crecimiento, estabilidad de precios, crecimiento del salario real, crecimiento del empleo. El segundo período tuvo crecimiento pero ya con alta inflación, que debilitó la posibilidad de crecimiento del salario real y con desaceleración de la creación de empleo –se pasó del 5% anual al 1,5% anual-, y como una participación en este crecimiento del empleo cada vez mayor del empleo estatal por encima del empleo privado. Y una tercera etapa, que es la que lleva el actual gobierno de la presidente, que se inicia en el 2012 y continúa en el 2013, que es de estancamiento con alta inflación. Donde ya no hay no solo generación de puestos de trabajo, sino que hay destrucción de puestos de trabajo, en particular en el sector privado, con alguna compensación –y esto se vio el año pasado- de crecimiento del empleo público, y donde ya no hay mejoras en el salario real. Los ajustes nominales del salario corren detrás de la inflación y ya no la alcanzan. Y esto lo que va de este año se observa con mucha más claridad: hay muchas paritarias que todavía no han cerrado, y mientras tanto la inflación continúa.
Así que creo que hemos entrado en esta etapa de estancamiento o muy bajo crecimiento con alta inflación, después de haber pasado por las otras dos etapas anteriores que describí.
Letra P: Muchos analistas señalan el tema de la inversión como uno de los problemas estructurales que hay en este período.
Sin duda. La inflación aparece en el año 2007 básicamente por un estrangulamiento de oferta por falta de inversión. Y a partir de allí se observa un crecimiento de la inversión menor al necesario para dar respuestas a una demanda que crecía de manera importante sin que haya tensión de precios, y ya en los últimos años no hay… El año pasado hubo caída de la inversión. Y mucho más si uno, en vez de tomar el indicador inversión como un todo, desmenuza y analiza los componentes de la inversión que tienen que ver con la oferta futura, básicamente inversión en bienes de capital, inversión en maquinarias. Yo no digo que no sea buena la inversión pública en infraestructura, ni la inversión privada en construcciones, pero la inversión que genera oferta futura es la inversión que se ha deteriorado más.
Letra P: ¿Cuáles serían las causas de esta situación?
Las causas principales están en que, a pesar de que ha habido un flujo de inversión muy importante a las economías emergentes –y nosotros sólo hemos capturado el 5 o 6% de la que ha recibido la región, cuando deberíamos recibir mucho más. Pero hoy, más allá de las inversiones de alto riesgo que demandan alta rentabilidad, los inversores van hacia los países donde las instituciones son sólidas, y esto garantiza reglas de juego a lo largo del tiempo, y donde la macroeconomía está estable, que también garantiza reglas de juego económicas estables.
Ya en el mundo no se discute que para construir una sociedad moderna, que permita el crecimiento sostenido en el tiempo, y que según la orientación de los gobiernos –por lo menos los que yo aspiraría en la Argentina- utilice ese crecimiento para un mayor desarrollo, para una mayor integración social, de manera estructural –hablábamos del tema educativo por ejemplo. Ya nadie discute que son necesarias las inversiones y nadie discute que para ello el fortalecimiento de las instituciones y la estabilidad macroeconómica son condiciones esenciales. Sólo acá discutimos, sólo acá escuchamos voces, inclusive oficialistas a nivel nacional, que señalan que las reglas de juego y las instituciones son un freno para los procesos de cambio. La verdad, es un discurso que atrasa. Y sólo acá discutimos si hay un conflicto de objetivos entre crecimiento y estabilidad de precios, y planteamos que los que se preocupan por la inflación quieren enfriar la economía.
La macroeconomía tiene tres objetivos que son crecimiento, pleno empleo y estabilidad de precios, y son objetivos concurrentes, no son objetivos competitivos entre sí, que es el uno o el otro. Y además la Argentina demostró en el primer período que yo señalaba que se podía crecer con estabilidad de precios, y con crecimiento de la ocupación, por lo tanto tendiendo al pleno empleo. Son los objetivos de la macroeconomía, los objetivos de una sociedad necesitan como base esta estabilidad macroeconómica, pero es una condición necesaria, no suficiente. Después vienen los lineamientos y el direccionamiento que le da la política a los gobiernos.
Acá se ha perdido de a poco la estabilidad macroeconómica que se había logrado después de la nueva organización económica establecida posconvertibilidad, y hemos entrado en un proceso de deterioro del funcionamiento de las instituciones -la pérdida de federalismo es una de ellas-. Entonces, es natural que las inversiones externas busquen otros horizontes, y lo que es más grave todavía es que lo que debería invertirse de capitales nacionales también se fuguen por las distintas vías. Hemos tenido a lo largo de este tiempo, fundamentalmente desde el 2007 -que es donde yo veo el quiebre- hacia adelante, particularmente a partir de 2008, una importante fuga de alrededor de 80.000 millones de dólares de capitales. O sea que no solo no hemos atraído inversión externa, sino que la que podría haberse generado internamente… esos 80.000 millones son aproximadamente equivalentes a un millón de puestos de trabajo privado. Tampoco se hicieron porque hay que dar las condiciones para que se hagan. Es muy difícil invertir en un país en donde, de un día para otro, si es un inversor externo se le dice “bueno, no se pueden girar las utilidades”. Es muy difícil invertir en un país donde, en lugar de resolver la inestabilidad macroeconómica se corre atrás de las consecuencias con el control de precios, con el cepo cambiario. Si esas condiciones no se dan, la inversión se deteriora, y si la inversión se deteriora, se deteriora el motor del crecimiento del mediano y largo plazo. El consumo… es bueno alentar para las reactivaciones y es bueno tener un consumo sólido porque esto implica un mercado interno solido, porque esto implica tener bueno niveles de empleo y salario. Pero las economías crecen cuando crece armónicamente el consumo, la inversión, y las exportaciones -básicamente las de alto valor agregado, las que conllevan mayor empleo generado-. Y para esto también se necesita un tipo de cambio competitivo. Y para tenerlo no se puede devaluar todos los días, por lo tanto lo que hay que tener es estabilidad de precios para que no crezcan los costos internos. Allí creo que están las razones por las cuales la inversión no ha llegado y es difícil imaginar crecimiento sostenido en el mediano plazo sin un importante proceso de inversión.
LetraP: Pasando al plano político y de cara al inminente proceso electoral, ¿cómo ve las últimas iniciativas del gobierno?
Yo veo un fin de ciclo, y veo que las iniciativas del gobierno son iniciativas propias de un fin de ciclo. No tengo claro cuán consciente es el gobierno de que esto es así y si las iniciativas están en el marco de un diseño de un gobierno que está pensando en el fin de ciclo. Pero es lo que yo observo. Me parece que el gobierno ha perdido toda voluntad, y no sé si capacidad, de resolver aquellas cuestiones que son las que lo fueron alejando de aquel… a mí no me gusta llamarlo modelo, pero sí de aquella forma de funcionamiento que tuvo en sus inicios que permitieron que el país empezara a avanzar y a salir de una crisis que era muy profunda, que era un piso muy bajo, pero que generaba expectativas de que ese proceso podía continuar. Y ese proceso se interrumpió, y se interrumpió por errores propios del gobierno, que no lo veo en una orientación que lo lleve a corregir esos errores. Por el contrario, lo veo corriendo atrás de las consecuencias. Poner control de de precios a sesenta días y seguirlo postergando es por no resolver las causas de la inflación. Y poner cepo cambiario y todas estas restricciones a las importaciones, y a la compra de divisas, es no ir a las cuestiones de fondo, que hacen que la gente demande dólares y que los dólares empiecen a ser insuficientes, que es la pérdida de competitividad de la economía. La raíz de todo esto está en la inflación, y el gobierno no sólo no la corrige sino que hasta la niega, y negar la inflación implica también negar las consecuencias sociales que la inflación tiene. Entonces tenemos mediciones serias que ponen la pobreza en la Argentina entre el 25 y el 28% y mediciones del INDEC que son apenas el 20% de eso. Tenemos mediciones serias que hablan de entre diez y once millones de personas en la línea de pobreza, y el INDEC dice la quinta parte. La verdad, a mi me cuesta imaginar un gobierno peronista que niegue u oculte un tema tan central para cualquier gobierno como es el combate a la pobreza. Y no lo veo con ninguna capacidad de recuperación, al contrario. Parece que últimamente se han metido en peleas que muy propias, que nada tienen que ver con la necesidad de mejorar las condiciones sociales, y mejorar las condiciones generales del país. Como cuando se mete en la pelea con Clarín, a través de la ley de medios, o ahora la supuesta reforma de la justicia, que parece ser que está a medida de aquellas cosas que no le permitieron implementar la ley de medios. El gobierno está metido en peleas que no marcan el ritmo de lo que la sociedad está demandando.
LetraP: Una última pregunta. ¿Qué alternativas piensa que pueden surgir al gobierno nacional a partir de estas elecciones?
Yo tengo la esperanza, quiero que eso suceda, y como militante político intento aportar para que estas cosas sucedan. En política como en tantos órdenes de la vida al futuro no hay que esperarlo, hay que intentar construirlo. Entonces desde el lugar que me toca, trato de aportar a que eso suceda. Y creo que va a suceder, que la próxima elección materialice este fin de ciclo, esta etapa que está terminando, pero quiero que además genere la expectativa de lo que viene. Que no se conforme con ser una típica elección de medio tiempo en que se aspire –que no es poco- como máximo a cambiar la correlación de fuerzas en el Congreso y poner límites a la posibilidad de cualquier búsqueda de reelección y de que el Congreso siga siendo una escribanía del Gobierno Nacional.
Me parece muy bien, y me parece muy necesario todo eso, pero yo espero más: además de eso, espero que en la próxima elección empiece a dibujarse la expectativa de cambio, no sólo de fin de ciclo. Creo que va a estar, esta posibilidad, adentro del propio peronismo que ha acompañado buena parte del ciclo kirchnerista, y lo digo habiendo siendo un dirigente del peronismo que no ha acompañado al kirchnerismo y que ha buscado alternativas que no han sido positivas, que han sido en alguna medida hasta frustrantes, por afuera del peronismo. Yo espero que haya una reacción en el peronismo. Hay dirigentes que pueden encabezar esto. En particular creo que como siempre la gran batalla será en la Provincia de Buenos Aires. Y me parece que están dadas las condiciones para que esta alternativa al kirchnerismo se genere, no desde una visión antikirchnerista –y lo dice alguien, insisto, que es muy crítico del kirchnerismo-. Me parece que es tiempo de una etapa poskirchnerista que surja del propio peronismo. Y creo que en esto el peronismo de la provincia de Buenos Aires nuevamente tiene una responsabilidad muy grande. No falta mucho tiempo para ver si esto va a ser así. Yo estoy trabajando para que esto sea así.
(*) Profesor Universitario. @MelerEzequiel