En la pista de aterrizaje, el presidente cubano, Raúl Castro lo recibió con una alfombra roja y honores militares, bendijo a dos niños y se sentó en una silla protegida del sol por un toldo.
Primero habló el presidente cubano y dijo que lo “satisface las estrechas relaciones entre la Santa Sede y cuba que se han desarrollado sin interrupción durante 76 años siempre basadas en el respeto mutuo” y recordó que “catorce años después que Juan Pablo II nos visitara, el bloqueo económico, político y mediático contra Cuba persiste e incluso se ha endurecido en el sector financiero”.
Por su parte, el Papa al momento de dirigirse al público mostró su satisfacción por las “justas aspiraciones” y “legítimos deseos” de los ciudadanos. También, manifestó que lleva en su “corazón” las “justas aspiraciones y legítimos deseos de todos los cubanos, dondequiera que se encuentren, sus sufrimientos y alegrías, sus preocupaciones y anhelos más nobles y de modo especial de los jóvenes y los ancianos, de los adolescentes y los niños, de los enfermos y los trabajadores, de los presos y sus familiares, así como de los pobres y necesitados”.
Es importante destacar que el rol de la Iglesia quedó relegado del poder y la vida social de la nación tras el triunfo de la revolución cubana en 1959 cuando muchos sacerdotes pasaron a conformar grupos de militares contrarrevolucionarios. Es por eso que, en la actualidad hay 300 sacerdotes para 11,2 millones de habitantes cuando, anteriormente eran 700 para seis millones.
A partir de ese entonces, las escuelas religiosas se nacionalizaron y se expulsaron a los superiores eclesiásticos de los hospitales y medios de comunicación.
En 1998, el Papa Juan Pablo II, visitó la isla para hacer presencia religiosa en el territorio y aprovechó la instancia para declarar nuevamente la Navidad como una festividad nacional.