Gimnasio a las 7 de la mañana, en el Ocampo, donde también soy DJ: pongo la música. Me gano algunas quejas porque es el gimnasio de la política, y ahí comparto con otros. Va toda la oposición, jamás entró un K: van De Narváez, Macri, Rodríguez Larreta, etc. Ahí pongo reggaetón y molesto un poco. Uno de mis grandes seguidores es Macri, le gusta mucho el reggaetón, algo de David Guetta, y como también van las mujeres de Macri y Larreta, por ejemplo Bárbara Diez, Aguada, Ayllón, ponemos un poco de Enrique Iglesias. También está la mujer de Reutemann, Verónica Ghio; así que es un lugar de mucha política, pero nada K. Va también Zulemita, aunque ahora no, por el embarazo. Pero ningún K, no se ha visto jamás un K, no sé si es porque no los dejan entrar, o qué. Lo más parecido a un K que hubo fue Amigacho (se ríe) y lo llevé yo, lo invité especialmente. Fue y cantó sus canciones y su famoso cha che chi cho chu. Después, tipo 8 y media, 9, desayuno con el equipo de trabajo en Ronpuan habitualmente, y ya me voy para La Plata para estar alrededor del mediodía. Generalmente voy tres veces por semana. Después tengo agenda televisiva, pero menos de lo que la gente quiere: ayer hacía doce días que no estaba en televisión y la gente me preguntaba por twitter cuándo iba, qué hacía que no iba, y demás. Por alguna razón, la repercusión de los programas adonde voy, como Bendita o Animales sueltos, hace que la gente crea que estoy más veces que lo que estoy en realidad. Ahora, cuando voy, es cierto, por ahí paso largos períodos sin ir, como así también hay días que acepto todo y hago una maratón de cinco programas en una jornada. Aunque Animales no puede ser considerado un trabajo en realidad, es una gran diversión…
¿Qué es lo que más te gusta hacer en la vida?
Rosquear (más risas). Yo creo que cada actividad que empiezo me apasiona, de hecho empecé en política hace poco tiempo y soy un apasionado. En realidad, como decía Borges, citando a Carlyle, “toda obra humana es deleznable salvo su ejecución”. Me meto en una tarea nueva y disfruto la tarea. Y después, me divierten cosas increíbles, por ejemplo, mi vieja vivía en Tandil hasta los 85 años, hoy tiene 88; la mudé cerca de mi casa porque vivía sola, entonces todos los sábados y domingos yo salgo con ella y la llevo a tomar el té por dos o tres horas y la escucho hablar. Debo ser el único tipo en el mundo que la puede escuchar tres horas seguidas hablar, ¡y yo me divierto! Mi familia me pregunta cómo hago, incluso mi hermano me pregunta cómo hago para estar con la vieja tres horas; y bueno, yo me divierto, soy un apasionado. Uno de los paseos preferidos de mi vieja el fin de semana es ir al cementerio alemán; no hay tumba que no conozca, ya me conozco cada uno de los nombres de los tipos que murieron en el Graf Spee. Qué se yo, le busco diversión a todo. Creo que también eso te lo permite la edad; antes cuando era chico no lo podía hacer, ahora que estoy más grande tengo la capacidad de poder divertirme en cualquier cosa que intente.
Cuando D’Alessandro era chico ¿Qué quería ser cuando fuese grande?
Abogado, y un poquito diputado. Yo tenía un tío que había sido diputado nacional, senador provincial y concejal en Tandil. A mí la política me gustaba. Mi viejo era muy radical, profundamente radical, y en mi casa se hablaba bastante de política. Yo era de leer. Ojo, imaginate las lecturas que me daba mi viejo: Ayer fue San Perón, de Raúl Damonte Taborda, y demás. O sea, nada que fuera peronista era bien visto. Mucho Sarmiento, José Ingenieros. Mi viejo tenía pocos autores, pero los que tenía se leían en profundidad: en casa estaba la colección de José Ingenieros; me crié leyéndolo, la Sociología, El tratado del amor, siempre con la esperanza de conseguir alguna chica (otra risa más). El tratado del amor de José Ingenieros es una genialidad. En mi casa se leía eso, Guillermo Enrique Hudson, cosas muy básicas, mi viejo era un gran admirador, así que yo siempre tuve esa formación. Mi viejo era el socio 27 de la biblioteca Bernardino Rivadavia y yo iba a estudiar todas las tardes, con lo cual siempre estuve cerca de los libros. La política me gustaba desde chico. Además no había mucho radical en esa época, porque era la época del 74; en realidad hemos sido persistentemente pocos, pero durante mucho tiempo.
¿Quién es tu referente en la vida?
Admiro mucho lo que ha hecho mi viejo. Cuanto estoy al frente de alguna decisión difícil yo imagino qué haría mi viejo en ese momento. Él tenía la ventaja que era un simple dentista, atendía 40 pacientes por día, así que mucho tiempo para pelotudear no tenía; él tenía que tomar decisiones rápidas. Entonces yo a veces pienso eso, lo tengo como modelo. Y después en la política, si yo tuviese que elegir quién ser, diría Alem, Palacios, Dickman. Una de las cosas que mi viejo me regaló fue El Congreso que yo he visto, de Ramón Columba. Columba era un dibujante de historietas, y además era el taquígrafo del Congreso, con lo cual el tipo escribía todo el día ahí y contaba todas las historias. Y tiene un libro que son dos tomos. Por eso yo cuando veo a los taquígrafos en la Legislatura siempre me acerco a hablar con ellos; y además me parece increíble que siga habiendo taquígrafos hoy. Yo leía historietas cuando era chico, siempre te ofrecían los mismos cursos: taxidermia y taquidactilografía; y yo soñaba siempre con que iba a estudiar taquigrafía, me parecía algo genial, maravilloso. Lo intenté por correo una vez, pero me salió muy mal y no aprobé. Y había también cursos de esperanto… hoy por suerte las botineras lo rescataron del olvido (se vuelve a reir).

¿Cuál es el objetivo más ambicioso que te planteás hoy en día?
En política, como dice una canción de Amaral, “no tengo planes más allá de esta cena”. Tengo muy pocos planes, primero porque recién empecé; me apasiona pero no tengo grandes planes. A ver, todo el mundo en política, la gente agarró el cargo y ya está pensando en si va a ser intendente de Tandil o gobernador, etc. Yo no tengo ninguna expectativa en ese sentido, salvo completar el mandato bien; y también completar esta agrupación que armamos que se llama La Bendita, junto con Mario Fedeli y Juan Urruty, que son viejos compañeros de lucha. Tratamos de armar algo en donde todos tengamos un primer vínculo que es afectivo, y algunos requisitos básicos para poder caminar juntos: primero no tener ningún tipo de prejuicios con respecto a los partidos políticos que representen y segundo, a partir de ahí construir. Yo creo que el 2013 es el primer desafío que servirá para poder medirnos, y acá tengo que citar a Borges de nuevo, que en un poema él habla del soldado de Malvinas, que ve cuando viene la bala, y entonces sólo quería saber si era o no era valiente. Y el 2013 va a ser para mí la verdadera demostración si con dos años de gestión –de ser el furgón de cola de una lista encabezada por De Narváez y su alianza con los radicales- realmente he podido gravitar en la actividad como para que la gente pueda tomarme en cuenta o entender que yo ya tengo algo hecho y armado.
¿Te arrepentís de algo que hayas hecho en tu vida?
Tiendo no arrepentirme.
O te quedaste con las ganas de haber hecho algo y no lo hiciste…
No. Hice todo lo que tenía ganas de hacer. Tampoco es que tengo grandes metas. No tengo grandes satisfacciones porque nunca me planteo cosas que creo que no puedo hacer, y soy bastante medido respecto de mi propia valoración. Tengo más o menos claro qué puedo hacer. Tengo errores cometidos que no los volvería a cometer, pero arrepentirme, no. En una época, –que yo venía de ser un buen alumno y me había recibido medianamente rápido-, en mi casa soñaban con que yo trabaje en un gran estudio o en una gran empresa, y mi viejo me presentaba a sus amigos que eran todos empresarios; pero a mí la verdad que no me gustan los empresarios, a mí gustan de los gerentes para abajo: me gusta laburar con trabajadores. Y yo ahí dudaba si había hecho bien eso, porque mi viejo me decía que yo tenía que trabajar en una empresa, en un banco. Hay veces que pienso ¡pucha!, por ahí podría haber hecho algo diferente a lo que hice, profesionalmente hablando, pero en realidad en la vida no tengo grandes arrepentimientos.
Hablabas de tu viejo ¿Él qué quería para vos? ¿Cómo te imaginaba en el futuro?
¡No! ¡Ellos querían otra cosa! A ver, a mi viejo se lo veía orgulloso y demás, no había problemas, pero ellos querían más un abogado de corporaciones, algo más trascendente, si se quiere. Pero bueno, eso es tal vez lo que uno quiere, pero aparece lo que uno puede. Yo realmente no podía ser abogado de corporaciones, no me sale, ¡y aparte las corporaciones no me quieren! (vuelve a reirse, claro). Como me fue bien en la profesión hay una falsa creencia de que yo soy abogado del poder. Lo más poderoso que tengo como clientes es a Mirtha Legrand…
¿Cuál es el caso más insólito que te tocó representar?
Con el tema de las siliconas, yo en el año 93 llevé a 543 mujeres a Estados Unidos, a un megapleito de 3 mil 600 millones de dólares a las mujeres de todo el mundo que tuvieran siliconas y enfermedad. Y ahí me tocó “el unicornio” –la mujer de una sola teta-; la mujer de las tetas en las piernas –una mujer que tenía las piernas muy flaquitas y como en ese momento no había siliconas para los gemelos, le pusieron dos tetas ahí y se les dieron vuelta-. Por ejemplo ese pleito lo ganamos, fue “mala praxis de tetas”, el tipo le puso las tetas que no correspondían: a la mujer le habían quedado los dos gemelos –las tetas- para adelante, entonces una de las preocupaciones que tenía era si podía caminar con un corpiño, como un pingüinito (risa asegurada). Y después, ¡mi primer caso fue muy gracioso! Yo todavía era estudiante y me tocó hacer un caso en las prácticas profesionales de una mujer que había nacido en Santiago del Estero y había venido acá (Capital Federal) sin ningún documento; y la mujer, a los 42 años, pide que la inscriban y me toca a mí justo, ¡hay que tener mala leche! Yo no sabía ni por dónde empezar… Bueno, hago el pleito, que es una especie de información sumaria en donde decís que naciste, te hacen una pericia, comprueban que no estás registrado y te dan un nombre, la mujer elige el nombre y bueno, hasta ahí iba todo perfecto. La mujer me dice que tiene 42 años y yo, por error o no sé bien por qué, pongo 44 en los escritos. Cuando sale la sentencia, obviamente sale que la mujer tenía 44 años. Blanca Díaz era el nombre que se había elegido. Vos imaginate una persona de 42 años que no tenga ni documentos, ni partida de nacimiento, ni nada, esto ya hoy no pasa… y con una persona que no tiene un sope, ¡es un quilombo! El resultado fue que a la mujer le dan el documento que decía que tenía 44 años, y ella 42… ¡lo que gritó esa mujer! Y era inarreglable, porque ya había hecho absolutamente todo… ¡la mina se creía que se iba a morir dos años antes por mi culpa! Y no había forma de explicárselo. Y después me acuerdo que tuve el caso de un tipo que se quería divorciar, y la causal del divorcio era que la mujer no se depilaba y quería que yo pusiera en la demanda que la mujer tenía unos pelos de este tamaño (hace la seña con su mano derecha, abriendo unos 10 cm sus dedos pulgar e índice), y era imposible poner eso. Después también tuve una demanda por mugriento: la mujer de un mecánico que lo acusaba de mugriento a su marido.
¡Muy parecido a La Corte!
No… ¡los de La Corte eran mucho mejores! (gran risa).
Hoy en día hay una gran cantidad de gente que descree mucho de la Justicia. Por momentos se dice directamente que no hay justicia…
La gente dice “quiero la verdad”. Y la verdad es una sola: la verdad revelada. El tema es cómo llegás a la verdad, y qué consecuencias tiene esa verdad. Justicia se hace, lo que pasa es que cuando vos mirás del lado de la víctima, toda justicia es poca. A un tipo que le violaron un hijo, 10 años es nada. A un tipo que le mataron a la mujer, 25 años es nada. Siempre está la sensación de que no hay justicia. Pero el sistema, el orden es así… y yo a veces me peleo y discuto, incluso con mi familia. En España, el homicidio tiene 15 años de pena máxima, en Argentina, 25, y hay muchos más homicidios acá que en España. El grado de la pena no modifica… Pero lo que sí ocurre en la Argentina es que hay dificultades para el acceso a la justicia, pobreza, indigencia, gente cuya vida no vale nada… Cuando dicen “la vida de uno no vale nada” no es cierto; la vida que no vale nada es la del pibe que prefiere vivir un día bien que 365 mal, como por ejemplo este caso de “la cheta”, Emanuel, que no es un lumpen ni alguien que no tenga cultura; vos lo escuchás que dice “un día tengo un palo y si caigo, caigo”. Esto es lo que pasa. Y dentro de ese contexto social es muy complejo que la gente perciba justicia. ¿Por qué roban los chorros? Mirá, sólo se denuncia el 30% de los hechos ilícitos, de eso, sólo el 30% se sigue adelante en la investigación, y de eso, sólo el 4% se termina condenando; entonces, el resultado es que el tipo que sale a robar tiene 1 posibilidad en 500 de que lo agarren. Si yo ahora te digo que pienses un número del 1 al 500, podemos estar hasta las 12 de la noche tirando números que no lo vamos a acertar… Y bueno, los tipos esto lo saben, realmente sienten que no pasa nada porque tienen muy poca posibilidad que los agarren.
En tu trabajo como abogado representaste y defendiste a muchísimas personas. Jugando un poco con la Historia ¿A quién te hubiese gustado defender o en qué caso te hubiese gustado participar?
El caso Tejerina. Después, hace muy poco me tocó un lindo caso, el del testigo de Jehová. Fue un caso extraordinario. Un tipo que firmó un papel hace cuatro años para que no le den sangre y se estaba muriendo. Su hermana y su papá piden que le den la transfusión, su mujer y su mamá no, precisamente porque dicen que es testigo de Jehová y no puede recibir sangre. El pibe se salva milagrosamente, y la familia sigue conviviendo luego de que la Corte resuelve que se privilegia la decisión de libertad individual –que es muy interesante para mirarlo-; pero lo más gracioso es que cuando termina el caso, el padre y el hijo me invitan a comer un asado, ¡también con su mujer! Lo que son los testigos de Jehová… ellos están riéndose permanentemente, y bueno, hay que entender esa lógica. El pibe le dijo al padre: “papá, yo vi todos los videos, vi todo lo que hiciste por mí… la próxima vez no lo hagas”, y no se enojó, ni nada parecido. Y la mujer también. Sigue todo normal, como si nada. Una cosa increíble, un caso con todos los condimentos. Generalmente los casos más lindos son los que no tienen contenido patrimonial: por ejemplo cuando paré la privatización de aeropuertos; cuando paré la privatización de Aerolíneas; el primer anticorralito; cuando paré el levantamiento de la escala en Jujuy, en Aerolíneas; esas cosas, “la eyaculación precoz del derecho”, los juicios rápidos. Ahora tuve una linda experiencia, por la reparación de la Ruta 74. Estas cosas en donde vos resolvés rápido y ves que podés ser útil a una causa.

Capítulo obligado… ¡hablemos de La Corte!
¡Gran programa! (no se ríe. Lo asegura). A medida que pasa el tiempo La Corte es como un mito, además ¿qué pasó? Por suerte se murieron todos los viejos que me odiaban por haber hecho ese programa (risa grupal). Lo que pasa es que todos los pibes como ustedes, que en ese momento tenían 12, 14, 16 años, adoraban La Corte, y hoy ya son tipos grandes, entonces se acuerdan de eso y sonríen, son recuerdos que vienen junto con la vainilla, la merienda, es decir, la gente joven adora ese programa. Los viejos siempre lo cuestionaban, y más en esa época, que era distinta, era el 2002, había mucha crisis, y el programa era visto como un reflejo de esa crisis. Los jóvenes son mucho más audaces, los viejos nos volvemos pelotudos, temerosos; así como los viejos cuidan la plata, tienen miedo y esa percepción de pobreza acrecentada; entonces en esa época, muchos de los tipos que estaban tan asustados con la crisis, volcaban todo ahí y decían “uh, La Corte, no, no, la desgracia de la Argentina”… Yo creo que La Corte se convirtió en un programa de culto, divertido, que todo el mundo entendía: era un programa que yo hacía en joda y la gente lo tomaba en serio.
Lo loco fue que tu ingreso fue medio casual ¿no?
Muy casual, porque llevé aquel caso de la mina con las tetas en las piernas. Habían llamado al cirujano plástico; imaginate el cirujano cuando lo llamaron de América de un programa para que cuente el caso en donde él había metido unas tetas en las piernas… ¡me sacó cagando el cirujano! (por supuesto, se vuelve a reir). La cosa es que al productor –Miguel Ángel Rodríguez- le gustó mucho cómo yo había presentado el caso, cómo se lo había contado. Ellos ya habían hecho unas pruebas con Burlando, Marconi, Juan Carlos Rey, y otros abogados, y ya habían grabado, ya habían arrancado. Pero después que vieron eso, ellos deciden hacer una prueba conmigo y me llevan al estudio –y acá es donde Mauro Viale siempre dice que él fue el que me descubrió a mí, porque él prestó la escenografía de Indomables en ese momento, para que yo hiciera la prueba-. La hicimos, les gustó y me contrataron. Duró poco, fueron 120 casos. Ahora estoy por hacer un canal de TV en youtube en donde voy a poner todos los 120 casos, porque ya estoy cansado que la gente vea siempre los mismos casos. Por ejemplo, tienen que volver a ver el del mago que tenía una paloma amaestrada durante 20 años y una vez lo contrataron para hacer una fiesta en un restaurante; cuando soltó a la paloma se fue para arriba y estaba el ventilador de techo prendido, obviamente la decapitó, la reventó contra una pared y bueno, el tipo demandaba por la paloma. Ese caso no puede quedar olvidado. También el del equipo de fútbol de Cambaceres que demandaba a la mujer porque no lo dejaba ir a la cancha. Me voy a encargar de que eso vuelva.
Hay gente que te ve por televisión en todos los programas a los que vas y se preguntan… ¿Cómo este tipo es diputado?
Y la verdad que tienen razón… yo también a veces me pregunto eso (más risas). Yo no pensaba hacer esto. A ver, yo hacía siete años que no iba a la televisión, y no porque la televisión no me buscara, sino porque no me convenía en el ámbito profesional: llegaba un punto que no podía ir a los juzgados, me volvían loco, se había convertido en un problema y yo no quería ser un abogado mediático. Pero qué pasó, cuando empecé la campaña de algún modo tenía que hacerme conocido. Beto Casella me pedía hacía años que fuera a Bendita, entonces me llevó. Le dije que sí, y empecé a ir más en el marco de la campaña. Me había hecho incluso un plan, que en diciembre no iba a ir más, pero a medida que empezó el trabajo en la Cámara baja me di cuenta que había cosas para comunicar; por ejemplo, si yo no hubiese estado en los medios no hubiese podido explicar que hacía cinco meses que dormía en la Comisión de Transporte el tema de la Hiena Barrios, y Letra P lo vio a eso. Si yo no hubiese estado en los medios, eso seguía durmiendo. Estar en los medios es como que te da un plus. El tipo que me ve en televisión tiene una sola ventaja: me ve como soy, me ve como realmente soy. En lo de Fantino, en lo de Viviana Canosa, y demás. La verdad que sería muy bueno que todos pudiéramos ver a todos los candidatos mostrarse como son en la vida real y no cuando vienen con un cassette, armado, después de haber pasado por cuatro estudios de actores para que les digan cómo tienen que hacer para impostar la voz. Yo no escondo lo que soy. Por eso digo que sería muy malo que yo, teniendo ganas de decir lo que digo en los programas como Canosa y demás, me autolimitara para que la gente no se diera cuenta de cómo soy realmente. Soy lo que soy, y además creo que a la gente le gusta eso.
¿A veces lo que pasa en el recinto tiene cierta similitud con lo que pasa en un estudio de televisión?
Yo tengo mucho respeto por lo que pasa ahí adentro (en el recinto). Me he peleado ya varias veces, porque la gente tiende a subestimar. Por eso mi frase: de los 92 diputados yo debo ser el más tonto. Generalmente la gente viene y me dice “vos te los comés a todos ahí”; y no, nada que ver, ahí hay gente con muchísimo oficio; hay tipos que han sido tres veces intendente, hay treinta tipos que han tenido funciones relevantes en el Ejecutivo, hay algunos que pueden hablar mejor y yo los admiro mucho. Yo admiro a Aldo Mensi, a Ricardo Jano, al Chino Navarro… son tipos que realmente pueden hablar y yo los admiro. De hecho yo estoy aprendiendo a hablar; una cosa es tener facilidad de palabra estando frente a una cámara de televisión y otra es estar ahí (en el recinto). Y la verdad es que yo no he encontrado en la Cámara de Diputados ninguna de las cosas que desde la población o desde el común de la gente se dice respecto a los legisladores: no he encontrado ni grandes vagos, ni inútiles. Todos son tipos ilustrados, leídos, que trabajan; por ahí, qué se yo, no lo he descubierto… Pero bueno, en la televisión uno encuentra situaciones mucho más bizarras que en la Cámara. No es una comparación viable. La Cámara es algo serio.

¿Hay diputados que te miran de reojo por aparecer en televisión y ser tan mediático?
No. Al principio algunos tiraban algunos tweets, por ejemplo Nancy Monzón –que después me hice amigo-, se enojaba porque yo iba a Animales Sueltos, pero ella es muy católica… ella decía que en Fantino las chicas van muy desnudas… Pero bueno, no más que eso. Tuve algunos encontronazos con la gente de La Cámpora, pero yo en realidad los admiro. Son jóvenes, admiro el empuje que tienen, realmente tengo genuina admiración por cómo han armado su estructura, aunque después, bueno, no coincido en nada más, pero no más que eso. No tengo esa sensación de que me miran de reojo. Qué se yo, tal vez debe haber alguno que por detrás… (claro, risas).
Igual imagino que te lo tomás con humor…
Sí, igual ojo, yo escucho las críticas, eh. Miro hasta las críticas en el twitter. Escucho mucho a los periodistas, que son los que ven todo. Pero no me hago grandes problemas. La peor subestimación que sufrí fue el 28 de diciembre –día de los Inocentes- cuando se me ocurrió pedir que había que sacarle a Ottavis la firma de la primera presidencia, porque inmediatamente Mónica López –de la cual me he ido haciendo amigo con el paso del tiempo- salió a descalificarme públicamente, cosa que no se atrevió a hacer ninguno de la oposición, y esto en su momento me llamó la atención y sí me demostró que eso no era un lecho de rosas. De todas maneras de eso sí me arrepiento un poquito, porque yo le contesté a Mónica, pobre, tomándomelo demasiado en serio. Hoy me reiría. De vez en cuando vienen algunos y me dicen “che, reflotemos el proyecto ese para cagarlo a Ottavis”, y no, la verdad es como decía Perón: “ahora estamos en el presente”. Es decir, yo ya no soy el mismo, Ottavis no es el mismo y la realidad no es la misma. Era 28 de diciembre.
Imagino que tu carrera como político es un constante aprendizaje…
En política, nadie es lo suficientemente amigo como para que alguna vez no tengas que hacer algo que lo pueda dañar y nadie es lo suficientemente enemigo como para que alguna vez no tengas que hacerte amigo. Esto es algo que lo voy aprendiendo todos los días. Ya trato de no pelearme…
Y en esta nueva etapa en tu vida, la de diputado ¿Hubo alguien que te aconsejó y te pidió que tal vez bajes el perfil y que dejes un poco las cámaras?
(Antes de contestar se ríe). Todo lo que hice es al revés de lo que me aconsejaron. No he tomado un sólo consejo. De Narváez me dio varios consejos que no tomé ninguno, y todos los demás también me han dado consejos contrarios a lo que hice. No los pares, pero los que están fuera del circuito me han aconsejado, y yo creo que ahí radica mi éxito: no escuchar los consejos… y probablemente también mi tumba (más y más risas). Yo conocí a Hugo Chávez en el 2003, acá en la Argentina, cuando vino a la asunción de Néstor Kirchner. Y siempre me causó gracia, porque me preguntaron qué pensaba de él, si era un payaso o un hombre inteligente, y yo dije que era un payaso inteligente. A mí siempre me llamó la atención su figura. A mí, un tipo que habla seis horas seguidas, por lo menos me llama la atención. Yo he escuchado los discursos de nueve horas de Fidel. Y el otro día, por no escuchar los consejos me pasó algo loco: esta semana me alcanzaron una encuesta que decía que ganaba Chávez fácil, por 10 puntos de diferencia, entonces agarré y lo publiqué en el twitter el día de la elección, a las 14:46. Como a las 5, 6 de la tarde, me llaman desde el cuartel general de Capriles, en donde estaba –creo- la mejor analista internacional de la Argentina y me convence de que ganaba Capriles pasándome los datos. Yo le pregunto a un par de tipos y les digo, “che, me están diciendo de buena fuente que gana Capriles. ¿Qué hago? ¿Lo pongo?”, y me dicen “no seas boludo, ¡cómo vas a poner eso! ¡Te van a matar! No pongas nada, si además ya pusiste que gana Chávez”, “sí, pero ahora me dicen que gana Capriles”, les digo… y bueno, hablo con alguien muy importante de la producción del equipo de Jorge Lanata, y me convence. Entonces lo puse y reventé el twitter. Después estuve durante dos días disculpándome con todos los chavistas que aparecieron, que eran 31 mil y yo no lo sabía…
Fue una lección. Eso que te pasó a vos… y lo que pasó en Venezuela también
Me gusta, porque recién ahora la derecha argentina acaba de descubrir que los pobres son más que los ricos. Que cuando votan los pobres pasa eso. Es lo que pasó con Chávez. Un gran ejemplo. Yo si fuera oficialista, si fuera camporista, estaría preocupado –con lo que pasó con Lanata allá- por explicarle a la gente para que quede bien en claro que Venezuela no es Argentina; que la libertad de prensa en Argentina no es la misma que en Venezuela, y que los K nunca van a llegar a eso. Esperemos que ahora con el tema del 7D, y alentado por este veranito chavista, no comentan ningún desatino ni torpeza. La conferencia por la Ley de Medios de la presidenta y Sabbatella gritando no es muy halagüeño.
Por último, un pequeño temita ¿Cuál es la situación hoy en día de la provincia de Buenos Aires?
Lastimosa. No sólo porque administra mal Scioli. También administra mal la Nación… es para hablar mucho más…
…Pero ya habíamos hablado bastante, y el Doc tenía que continuar con su agenda. Un momento entretenido y con muchísimas más cosas en el tintero para charlar. Es que para todo tiene una opinión, fundamentada, con espontaneidad y sinceridad. Un tipo que se muestra tal cual es y cae bien por su simpatía y palabra fácil. Luego de un excelente almuerzo y un café, agarró sus cosas y siguió viaje. Claro, no sin antes volver a reírse.