La pelea por las métricas en el stream se agudiza cuando se disputa el liderazgo político en las urnas. Durante la campaña de las elecciones legislativas en la Ciudad de Buenos Aires, quienes se postulaban buscaron ganar visibilidad en este formato, mientras que los programas más consumidos son el foco de acusaciones cruzadas, como pasó entre Olga y Luzu TV.
El 18 de mayo, día de la elección, los canales de YouTube que transmitieron en vivo superaron los 350 mil espectadores simultáneos entre las 20 y las 20.40. Esto coincidió con la publicación de los primeros resultados oficiales, según datos de la empresa Data Trip.
Si bien los picos de audiencia estuvieron liderados por señales informativas tradicionales como TN, C5N, La Nación+ y A24com, también se destacaron canales como Neura Media, Blender, Break Point y Carajo, que lograron captar una porción significativa de la audiencia en horario central.
Ese domingo electoral, Gran Hermano (Telefé) lideró el rating en televisión abierta con casi 14 puntos en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), según Kantar Ibope Media. Si cada punto equivale a aproximadamente 100 mil personas, se trató de un público masivo.
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La cobertura de elecciones también gana espacio en los canales de streaming
En paralelo, según datos de En Directo Stream, Blender alcanzó un pico de más de 30 mil espectadores simultáneos y un total de 225 mil visualizaciones acumuladas, encabezando el ranking de streams entre las 21 y las 22.
Métricas y rating de las elecciones
El crecimiento de los streams es indiscutible. Según el informe Voces en Streaming de Enter Comunicación, los programas más consumidos tienen entre 45 y 48 mil visualizaciones diarias.
No obstante, como sostiene Marcos Vázquez (Blender), es el consumo on demand el que termina dándole volumen y profundidad a los números del vivo. “Actualmente los ingresos de verdad, incluso en los grandes jugadores globales, se generan cuando el contenido encuentra recorridos largos, segmentados y multiplataforma”, afirma.
Entonces, ¿vale comparar puntos de rating con cantidad de personas conectadas o incluso visualizaciones?
El streaming y la televisión no se miden de la misma forma y ponerlos a competir a partir de los parámetros de uno de los dos puede generar confusión.
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El streaming suma coberturas de elecciones y programas políticos
Captura de redes
El rating televisivo representa el promedio de personas que ven un programa o canal durante un período determinado. En Argentina, esa medición está a cargo de Kantar Ibope Media, que utiliza dispositivos people-meters instalados en hogares estadísticamente seleccionados de cuatro ciudades del país. Estos equipos registran todos los contenidos que se reproducen en las pantallas de televisión, tanto en vivo como en diferido.
En cambio, YouTube proporciona al espectador el número de dispositivos conectados a una transmisión en tiempo real y luego le informa al creador el total acumulado de usuarios únicos, el tiempo de permanencia y otros datos.
En el stream, además, las reproducciones on demand superan ampliamente a las visualizaciones en vivo, de acuerdo con Enter Comunicación. Y no sólo eso: alimentan, como sucede también con la televisión y la radio, conversaciones paralelas.
Los recortes que se producen y circulan en redes -ya sea durante o después de la transmisión- también construyen relevancia, porque el stream no busca la masividad de los medios tradicionales, sino generar comunidad.
Esto no implica audiencias homogéneas, pero sí una tendencia a fidelizar segmentos específicos en un consumo cada vez más fragmentado. Actualmente, en las plataformas digitales, importa más que nunca no sólo cuántos te miran, sino cuántos y cómo hablan de vos.
Conversación política vs. entretenimiento
El informe de Enter Comunicación señala que los programas con contenido político específico como La Misa del Gordo Dan (Carajo), Hay algo ahí (Blender) e Industria Nacional (Gelatina), generan un mayor volumen de conversación que otros de entretenimiento, como Soñé que volaba (Olga), el ciclo de Migue Granados que disputa los primeros puestos en audiencia. No obstante, Nadie dice nada, también de entretenimiento (Luzu TV) lidera en visualizaciones y menciones en redes.
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La cobertura de elecciones también gana espacio en los canales de streaming
Comparar el rating televisivo con las visualizaciones en vivo del stream para determinar su impacto político no parece ser el camino más adecuado. Más que interpretar el fenómeno desde sus propias lógicas, este tipo de comparaciones se apoya en una mirada que lo analiza con categorías pensadas para una época anterior en la que los medios masivos tenían mayor protagonismo.
Guerra de bots y métricas opacas
Más allá de las interacciones, la cantidad de personas usuarias conectadas y de vistas de los programas es un dato relevante en el ecosistema de los streams y las acusaciones cruzadas por el número de vistas infladas o manipulaciones de tráfico digital son frecuentes.
El caso más resonante fue la pelea entre Nico Occhiato (Luzu TV) y Granados (Olga), cuando Occhiato denunció que fue víctima del uso de bots para desprestigiar su canal.
Esta pelea por las métricas no es menor. En plataformas en las que la confianza es clave para monetizar –por membresías, anuncios o alianzas–, el descrédito de las cifras y la sospecha de falta de datos transparentes y confiables erosionan uno de los activos centrales de estos modelos de negocio.
El stream como radar político
En tiempos de campaña, los streams no reemplazan a la televisión, pero disputan agenda, atención y legitimidad. Según el informe Inside Video Argentina (2024) de Kantar Ibope Media, el 85% de las personas encuestadas mira televisión con frecuencia, pero también casi el 70% consume contenidos en YouTube.
Mientras el Instituto de Gestión Electoral porteño organizó un único debate oficial en el Canal de la Ciudad durante la campaña legislativa porteña, cada canal de aire eligió a qué candidatos visibilizar y mostró un menú muy acotado de opciones, muchas veces, en función de sus alineamientos editoriales o cercanía con los accionistas, como advirtió la periodista Clara Albisu.
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En paralelo, la conversación política siguió su curso en las plataformas digitales, sin que eso necesariamente tuviera un impacto directo y lineal en los resultados electorales, como advirtió el investigador Santiago Marino.
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No obstante, subestimar el peso del territorio digital es un error político. La elección de Javier Milei -aunque catapultado primero por la televisión tradicional- mostró cómo este espacio puede funcionar como una plataforma complementaria de legitimación y construcción partidaria.
El stream avanza en un territorio hostil para los medios tradicionales: los segmentos jóvenes con lógicas de consumo centradas en plataformas, en las que la política circula entre clips, memes y emisiones en vivo, mezclada con entretenimiento.
En esta nueva arena, más que el impacto directo, importa tomar parte en una conversación que circula mucho más allá del vivo.