En la primera inflación de Javier Milei hay un dato alarmante: en el rubro alimentos los precios se encarecieron un 29,7% y, en casos, superaron el 50% de incremento. En la comida, el porcentual de la medición de diciembre duplicó al registró de noviembre: 15,7%. En 2023 los precios de los productos alimenticios acumularon una suba del 251,3%, por encima del 211,4% del aumento anual del Índice General de Precios al consumidor (IPC), que para el último mes del año marcó un alza de 25,5%.
La carne y sus derivados, el pan y los cereales fueron los productos con mayores incrementos en todas las regiones del país. Los datos del el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) revelan que en el Gran Buenos Aires, el precio del aceite de girasol subió un 57% en las góndolas, pasando de $1.273 a $1993 la botella de 1,5 litros; el arroz blanco sufrió un incremento del 53% en el paquete de un kilogramo ($1.020 a 1.557); y la harina de trigo común 000 aumentó 52%, llevando el paquete de un kilo a $492.
El primer índice de inflación de Milei tiene incluido los diez días de la administración de Alberto Fernández y Sergio Massa. En ese momento, el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central tenía proyectada una inflación del 17%; luego llegaron la devaluación del Caputazo y la desregulación descontrolada de precios.
Consultoras privadas advierten que el rubro alimentos ya registro aumentos del 4,5% en la primera semana de enero, aunque por debajo del índice general de inflación que estiman en 6,1%. La retracción se explica, principalmente, por la baja en el precio de la carne. “Hoy no está claro cuánto más pueda resistir el consumidor local sin comenzar a restringir su ingesta de carne”, se plantea en un informe ganadero de la Bolsa de Cereales de Rosario. “El ajuste de los precios de la hacienda fue producto de un consumidor sumamente reticente a convalidar las últimas subas”, se explica.
El consumo, a la baja
Los salarios congelados no resisten los niveles de inflación, eso se reflejó en la baja de los niveles de consumo. El Índice de Ventas Minoristas Pymes de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) indicó una baja del 19,8% del consumo de alimentos en diciembre.
La industria alimenticia también se retrajo. En noviembre de 2023, el índice de producción industrial manufacturero (IPI) mostró una caída del 4,9% respecto de 2022. La división “Alimentos y bebidas” fue la que tuvo mayor incidencia, con el 6,7% de caída; y la producción de lácteos interanual cayó casi 3% en el anteúltimo mes del año.
El economista Maximiliano Ramírez, de la consultora Suramericana Visión, detalló a Letra P que “luego de octubre, hubo una desaceleración de los niveles de consumo de noviembre". "La caída del salario real y la devaluación tuvo una repercusión en las ventas; y la gente afrontó todos los aumentos sin paritarias y las jubilaciones congeladas”, afirmó.
Comedores populares, repletos
“Todos los espacios comunitarios que tienen ollas han duplicado, y triplicado, el número de asistentes. Es desesperante el aumento de la demanda de alimentos y el Gobierno aún no nos atendió. La guita no alcanza, se han sumado a las ollas familias que tienen un trabajo formal porque no llegan a fin de mes, es muy triste”, dijo a Letra P Natalia Zarza de la rama sociocomunitaria del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE).
Isaac Rudninik, director del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Isepci) afirmó que “este gobierno no hizo envío de alimentos desde que asumió. La devaluación y el aumento muy fuerte de los alimentos, agravó la situación de las personas con trabajos informales y asignaciones sociales que, además, recién cobraron los aumentos de la AUH y el plan Alimentar en los primeros días de enero”.
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El presidente de la Cámara de Operadores Mayoristas Frutihortícolas del Mercado Central de Buenos Aires, Fabián Zeta confirmó que “obviamente han bajado las ventas. Desde diciembre, la gente no tiene plata; y las grandes cadenas de supermercados remarcan con un 400% nuestros productos. No podemos convalidar que el kilo de tomates cueste $1.900, eso es abusivo”.
Por su parte, Fernando Savore, presidente de la Federación de almaceneros de la provincia de Buenos Aires (FABA) afirmó: “Hoy tenemos que preguntarnos hasta cuánto puede pagar un cliente. La gente ya se pasó a las segundas y terceras marcas. En diciembre cayeron las ventas un 20% y en enero nos salvó un poco que la gente no se fue de vacaciones y viene a comprar al almacén”.