Clara García inició su carrera política dentro del Partido Socialista y junto a referentes del partido como Hermes Binner y Guillemo Estévez Boero. En 1989, y a partir de sus estudios como contadora y licenciada en Administración, se sumó al municipio de Rosario como subsecretaria de Economía. Compartió ese recorrido con Miguel Lifschitz, quien se convertiría luego en su esposo. Fue concejala y desde 2015 ocupa una banca en la Cámara de Diputados de la provincia, un lugar que busca revalidar en estas elecciones y en las que enfrentará a Omar Perotti.
En diálogo con Letra P aseguró que sus rivales en la interna “representan el pasado” y desafió al gobernador saliente: “A mí no me ganó ni me va a ganar”.
–Su precandidatura a una banca en la Cámara baja y la de Mónica Fein a la gobernación fueron sorpresivas. ¿Por qué el espacio tomó esa decisión?
–Estamos convencidos de que los equipos, más aún los de alta competencia, tienen que encontrar el mejor rol para cada uno de sus jugadores o jugadoras. Pero además también el mejor rol en el contexto en el que están, viendo quién más está en esa cancha política. Cuando advertimos que la provincia tiene un déficit tan grande de gestión, de acción, de gobierno, de experiencia, dijimos "aquí tiene que venir la mejor de las nuestras". Mónica Fein es una mujer que ha sido dos veces intendenta de Rosario. Electa y reelecta. Y que ha tenido a su cargo las decisiones más complejas, a las que nunca les corrió el cuerpo. Muy por el contrario. Siempre ha sido valiente y a la vez sensible.
–Así como Mónica es quien más experiencia tiene en la gestión, soy la diputada que más ha puesto la lupa estos años en el gobierno de Perotti que, al momento de tomar nuestras decisiones, estaba planteando encabezar la lista del peronismo. Con ese escenario dijimos acá están nuestros mejores roles y vamos con todo el entusiasmo y la convicción para el 16 de julio.
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-¿La decisión de Perotti de encabezar la lista de diputados terminó de definir esa estrategia?
-Fue uno de los elementos. Creemos que el próximo gobierno va a necesitar no sólo experiencia y gestión, eso va de suyo. También gobernabilidad, que la completa con el accionar de la Legislatura. Y hemos visto en estos años un Perotti con lo peor de las viejas prácticas políticas. Lo hemos visto faltando a la verdad, prometiendo lo que no había posibilidad alguna de cumplir. Entonces dijimos: "Cuidado que quien gane la lista de diputados y diputadas por nuestro sistema electoral tiene mayoría propia: 28 bancas sobre 50 y muy probablemente la posibilidad de elegir la presidencia". No queremos a esa mala política interfiriendo, atrincherándose en la Cámara para entorpecer lo que estamos seguros va a ser el gobierno de Unidos.
–¿Qué la diferencia de rivales internos como Corral o Scarpin?
–Muchos de mis rivales representan el pasado. Como Perotti. Son pasado contra pasado. Perotti ya le ganó a Corral. Perotti ya le ganó a Bonfatti. A mí no me ganó ni me va a ganar. Encabezo una lista de hombres y mujeres muy jóvenes, más jóvenes que yo. Tienen la característica diferencial de que nunca se fueron a la casa, nunca cambiaron de camiseta, siempre dieron la cara y, aún en los momentos más incómodos, se pusieron frente a todos los que requirieron una respuesta.
–¿Por qué no fue incluido Bonfatti en el espacio?
–No hay espacio político que no vaya no sólo con dos, sino con muchas listas. Hay un movimiento en la política en la cual los acuerdos son más complejos. No por nada criticábamos tanto el efecto de la grieta. No era un comentario menor. Estaba lesionando la manera de hacer política, de ver al adversario como enemigo. Uno ve un escenario político en todos los espacios con muchas diferencias. La verdad es que no puedo tampoco evitar comentar que como socialismo también sufrimos golpes muy duros. Veníamos de liderazgos muy fuertes, muy convocantes, muy ordenadores hacia adentro y hacia afuera y en un año perdimos a Hermes Binner y a Miguel Lifschitz. Lo cual nos llevó a nuevos diálogos, a nuevas maneras de tomar las decisiones, a otra fluidez y, por supuesto, a la búsqueda de nuevos liderazgos. Hubo categorías en las que tuvimos acuerdos y otras en las que aprovechamos esta buena herramienta democrática que son las Paso y el 17 de julio allí estaremos, juntos.
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Clara García y Mónica Fein durante la presentación en Rosario de sus precandidaturas.
-¿Cómo ve la interna de Unidos, por momentos virulenta, y que llevó a Losada a decir que en caso de una derrota no acompañaría a Pullaro?
–A mí me extraña y me hace dudar un poco de todo. Losada ganó en 2021 abrazada a Pullaro. ¿No se había enterado antes de lo que ahora critica y le resulta invalidante? O la mandaron a decir ahora eso y lo está repitiendo. Creo que la actitud que están teniendo no es la correcta y los instamos desde el socialismo a que la modifiquen. La gente nos está pidiendo generosidad, responsabilidad. Que nos sentemos a una mesa y que nuestros diálogos sean productivos. Que nuestros diálogos sean cómo vamos a enfrentar la inseguridad, cómo vamos a mejorar una salud pública quebrantada, cómo vamos a darle a los chicos una mejor educación, cómo vamos a apoyar a los que producen y trabajan. Cómo vamos a mejorar el diálogo institucional. En la medida que el tiempo se pierde en estas frases picantes, en las campañas sucias, en estas declaraciones con mucha brillantina, pero con poco contenido, la gente queda afuera y nos mira con decepción. Por otro lado, y no menor, acá se está dirimiendo una interna política porteña que no nos pertenece. Me parece que estos dos candidatos están siendo funcionales a la interna entre Bullrich y Larreta, que es feroz. Los candidatos de aquí están jugando un partido de otra cancha.
–Fein, Bonfatti, usted, reconocen diferencias ideológicas dentro del Frente de frentes. ¿Cree que Unidos es una coalición de gobierno o sólo un armado electoral?
–Tiene que ser una coalición de gobierno. Sería una decepción que no quiero sufrir que sólo sea un armado electoral. Dedicamos muchos meses y mucha vocación de encuentro, de síntesis, para llegar a Unidos. No me imagino que alguien esté pensando en desperdiciar todo eso. Lo que sí puedo decirles es que en los doce años en el gobierno y los veintipico de las alianzas que hemos venido teniendo, donde el socialismo por sus liderazgos era el motor, encontrábamos maneras de dirimir los conflictos. Porque no se crean que todo era un jardín de rosas. Obviamente que teníamos diferencias, posturas diferentes, miradas distintas, cada partido intentando fortalecer su propia identidad. Pero los líderes se dedicaban a poner un norte en común, a apaciguar las diferencias y a encontrar la responsabilidad para que esta herramienta política sea la que solucione la calidad de vida de la gente. Prefiero quedarme con ese modelo y voy a poner lo mejor de mí para que así sea.