ROSARIO (Corresponsalía Santa Fe) El sector productivo santafesino no estuvo ajeno a la crisis de las reservas del Banco Central ni a las medidas que dispuso para aumentarlas, por ser una provincia de fuerte matriz productiva, pero, sobre todo, por ubicarse como una gran generadora de divisas, con el sector agroexportador a la cabeza. La máquina queda en el centro de la escena: desde el polo exportador santafesino sale el 80% de las exportaciones, sobre todo de granos y subproductos, y eso significa billetes verdes con la cara de George Washington que engordan al Central.
Por eso, cada vez que hay este tipo de crisis de falta de dólares, las cerealeras quedan en el centro de la escena. “Los gobiernos nos miran como la caja fiscal”, sostuvo un dirigente de peso del sector cuando el Gobierno amagó, una de las tantas veces, con subir las retenciones. Justamente este jueves comunicaron que la liquidación de junio alcanzó un récord de ese mes al llegar a los 3.800 millones de dólares, y acumuló en el año 19.100 millones. Oxígeno puro para el dúo Martín Guzmán - Miguel Pesce.
En este marco, trascendió off the record que el Central les habría pedido a las cerealeras que adelanten dólares de la liquidación como forma de contener la posible corrida de la semana y las metas del acuerdo del Fondo Monetario Internacional (FMI). Consultado por Letra P, el presidente de la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA) y del Centro de Exportadores de Cereales (CEC), Gustavo Idígoras, negó la información y argumentó que tampoco pueden dar ese salvavidas. "No tenemos la maquinita de hacer dólares", graficó. El organismo monetario también lo desmintió. Es el agitado contexto y lo endeble del Gobierno lo que da lugar a una información que mezcla la suposición, algo de lógica, y la operación.
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El nuevo capítulo de restricciones cambiarias pasa el filo del cuchillo a la industria automotriz. Santa Fe no sólo tiene en su territorio a General Motors, que exporta más de la mitad de lo que produce, sino una extensa red de proveedores. El miedo es que se afecte la cadena de abastecimiento compuesta por dos niveles de autopartistas. En esa situación, está la automotriz norteamericana, que no sabe qué impacto futuro puede haber, pero por ahora no acusa problemas de producción. De hecho, está por parar una semana para poner a punto la línea de producción en pos de sumar un nuevo modelo. Sin embargo, como el resto de las automotrices llevaron la preocupación a las autoridades monetarias a través de la Asociación de Fabricantes de Automotores (ADEFA), que insisten en dialogar sobre la medida que los obliga a financiar con sus propios mecanismos los insumos del exterior.
La provincia no se metió de lleno en el problema cambiario. No pasa la línea de hacer reclamos sobre la macroeconomía, pero puede incidir en temas productivos puntuales como fue el tema biodiesel o, ahora, indirectamente, con los fertilizantes. En la semana, el ministro de Producción santafesino, Daniel Costamagna, estuvo en el congreso Maizar, en el Goldcenter de Ciudad de Buenos Aires, un evento sponsoreado por el gobierno santafesino, la Bolsa de Comercio de Rosario, la Bolsa de Cereales, agroexportadoras como Viterra, más empresas de primera línea vinculadas al negocio del maíz como Dekalb, Bayer, Pionner, Syngenta y Ryzobacter, entre otras. En alguna charla informal, el ministro dejó trascender la preocupación por la posibilidad de que falten fertilizantes, un tema en el que intervino en marzo pasado el propio gobernador.
Sin embargo, en esta ocasión el lobby quedó en manos de la mencionada cámara aceitera y exportadora de granos, que este viernes se juntó con autoridades del Central. El sector agroexportador necesitará unos 1.200 millones de dólares para hacer frente a la importación de fertilizantes el próximo trimestre, que se lleva más de la mitad del insumo utilizado. Si bien es un sector que está exento del nuevo cepo del Central, esta semana fueron “observados” muchos pedidos de importación. En criollo, pisados.
El negocio, con un doble impacto de escasez y aumento de precios al provenir de Rusia en su mayoría, tiene la particularidad de ser cash on board, es decir, tiki taka. Brasil utiliza en sus cosechas más proporción del insumo importado, pero el gobierno de Jair Bolsonaro dispuso líneas de financiamiento para quienes traen el insumo del exterior por más que muchos sean enormes firmas. Allí el posible dilema. En tanto, la inestabilidad cambiaria argentina repercute en los ánimos de los productores del agro, quienes empiezan a guardar los granos al oler la posibilidad de devaluación. "Cuando hay brecha cambiaria, el chacarero guarda y cuesta que venda", anticipa un operador del mercado de granos.