María Fernanda Silva

La rosca silenciosa de la primera argentina bendita entre todos los cardenales

La salud del papa obligó a la embajadora en el Vaticano a quebrar su bajo perfil. Finta al aborto, agite en “el chat de las diplo” y trinidad de credenciales.

María Fernanda Silva cultiva el bajo perfil escudada en la diplomacia, pero en estos días salteó protocolos para hacerse escuchar a raíz de las críticas por un supuesto silencio gubernamental ante la convalecencia del papa Francisco. No fue al choque, pero dejó en claro que la recuperación del pontífice “alegraba” y “tranquilizaba” a la Casa Rosada. Para despejar dudas, la primera mujer -también la primera persona afroargentina- en la representación ante el pequeño estado católico escribió, además, un tuit en la cuenta de la embajada (@ArgSantaSede) al conocerse que Jorge Bergoglio había recibido el alta médica en el Policlínico Gemelli, de Roma, y regresó al Vaticano.

 

Los cuestionamientos por la aparente poca preocupación de Balcarce 50 sobre la salud del papa expusieron a Silva más de lo que prefiere: declaraciones radiales, posteos en las redes sociales y alguna que otra “sugerencia” a funcionarias y funcionarios en Buenos Aires.

 

La confirmación de que el presidente Alberto Fernández había mantenido contacto vía correo electrónico con Bergoglio -según confirmaron a Letra P fuentes gubernamentales- y de que la Secretaría de Estado vaticana había respondido en consecuencia mediante un agradecimiento protocolar del pontífice al primer mandatario volvieron a sacar a la diplomática de la escena nacional.

 

“Las diplo”

El bajo perfil de cabotaje que pretende conservar Silva no condice con su presencia fuerte en ambientes diplomáticos vaticanos, donde integra la task force papal para afrontar la pospandemia coordinada por su compatriota, el sacerdote Augusto Zampini, o donde mueve influencias para que -casualmente en los momentos en que hay que negociar con los acreedores- el ministro de Economía, Martín Guzmán, sea invitado a todo debate organizado por dicasterios y academias pontificias sobre la carga que implica para los países pobres la deuda externa en la particular coyuntura sociosanitaria, a los que suelen asistir figuras clave del Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Club de París.

 

Silva también es activa participante en el grupo de WhatsApp de las acreditadas ante la Santa Sede, al que se sumó apenas presentó sus cartas credenciales en mayo de 2020.

 

“El chat de las diplo” no busca acuerdos, sino que es una red informal de ideas -definen- en la que las embajadoras fomentan debates sobre puntos de interés común como acceso universal a las vacunas, deuda externa, migrantes y refugiados, derechos humanos, activismos antirracismo y un largo etcétera; además de imponer agenda sobre las tareas y perspectivas de las mujeres que trabajan en el Vaticano.

 

Aunque aseguran que en ese espacio de pares los temas particulares de cada nación no son motivo de conversación, la argentina, de fe católica práctica, quedó algo descolocada -transcendió- por no precisar su posición frente al aborto legal, sancionado en el país a fines de 2020.

 

El Vatican News, la página web de noticias papales, visibilizó recientemente que cada vez hay más mujeres embajadoras ante la Santa Sede, después de una primera de Uganda en 1975. Según el Anuario Pontificio, en 2021 están acreditadas 26 embajadoras -de un total de 135-, de las cuales 16 son residentes y otras dos diplomáticas son delegadas de organismos internacionales.

 

Entre Alberto y Francisco

En los despachos gubernamentales aseguran que la elección de Silva para esa sede diplomática fue exclusiva responsabilidad del Presidente y por tres motivos políticos: diplomática de carrera, experiencia en el Vaticano (número dos en la representación durante la gestión de Eduardo Valdés) y, sobre todo, conocida de Bergoglio.

 

Desde su llegada a la sede diplomática, Silva ha mantenido la promesa de misión que hizo en un video institucional difundido a pocos días de obtener el bendito plácet. “Trataré de tener, como corresponde a cualquier embajador o embajadora, la mejor relación posible, buscar los caminos de encuentro, los temas de la cooperación; aquellos en los que hay una gran coincidencia entre la posición del jefe de Estado, que se llama Francisco, y los planteos de la Argentina en general, históricamente, y del presidente Alberto en particular”, anunció.

 

La diplomática respalda sus convicciones políticas con una hoja de ruta particular. De madre caboverdiana y padre argentino, se presentó a dar exámenes de ingreso al Servicio Exterior de la Nación en 1990, cuando -como ella misma cuenta- para una chica de Flores, con una hija bebé, sin apellidos, sin antecedentes diplomáticos en la familia, hacerlo “era un desafío, un sueño muy grande”. Fue así que se convirtió en la primera afroargentina del Cuerpo Diplomático vernáculo.

 

Particular también es su historia de vida. Silva estaba casada y tuvo una hija, pero su esposo decidió optar por el sacerdocio, por lo que iniciaron de mutuo acuerdo los trámites para lograr la nulidad matrimonial. Durante ese proceso canónico entra en escena Bergoglio, quien acompañó a la pareja hasta obtener una sentencia favorable de vínculo nulo preexistente al enlace sacramental.

 

Para la ley eclesiástica, de ese modo, a esposa y esposo se les considera soltera y soltero; otro requisito clave para que Silva pudiera llegar a la representación diplomática, dado que el Vaticano niega el plácet -no lo hace explícito- a las postulaciones de personas divorciadas.

 

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