El decano de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad Nacional de Buenos Aires, Guillermo Cabrera, pidió licencia tras haber sido acusado de abuso sexual en la justicia. La denuncia fue radicada ante la fiscalía nacional en lo Criminal y Correccional N°1, bajo la intervención del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional N°61, a fines del año pasado y ratificada en el último mes de marzo.
Luego de haber sido notificado, Cabrera, que está al frente de la casa de estudios desde marzo de 2018, le envío una carta a “lxs profesores” anunciando su licencia de tres meses, medida que fue aceptada por el Consejo Directivo. De esta manera, la Facultad quedó a cargo del vicedecano, Carlos Venancio.
Según informó Página 12, la denunciante recibió una propuesta laboral en noviembre de 2017 que comenzó a desarrollarse en tareas cercanas al decano en abril de 2018. En ese marco, “se fueron presentando distintas situaciones de acoso laboral y hostigamiento constante, basadas en una relación desigual de poder y abuso de autoridad”, aseguró, dice la presentación. A partir de ese momento y hasta fines de 2019, se habrían sucedido distintos abusos, que así detalló en el matutino: “Tuvieron lugar hechos de abuso sexual que, en aquel momento, no reconocí como tales. Algunas de las situaciones más abusivas que padecí durante ese período se llevaban a cabo en mi propio lugar de trabajo”.
“Pude advertir las situaciones de abuso de manera paulatina y reciente, ello debido a que estaba negada a reconocerme como víctima. Sin embargo, tiempo después me fue posible reconocer que todo el trayecto que recorrí por los incumplimientos laborales estaban íntimamente relacionados con el sometimiento al poder, arbitrio y dominación que se terminó perpetuando en hechos de abuso sexual. No obstante, a partir de las primeras situaciones de acoso tuve la intención de dejar ese ámbito laboral”, agregó.
Página 12 también relató, en base a la denuncia, que estas violencias diarias llevaron a la mujer a tomar licencia con motivo de violencia de género, a solicitar el traslado de su puesto laboral y a iniciar una acción administrativa en la propia facultad para proteger su trabajo. “El pedido fue solucionado sólo en parte, debido a que actualmente me encuentro desempeñando tareas en el marco de un ‘contrato anual’ que precariza mi vida laboral”, relató.
Además, la mujer aseguró haberse sentido “desamparada” por parte de la facultad ya que denunció no haber recibido “asistencia legal ni apoyo psicológico” a pesar de que rige, desde 2017, la Unidad de Género bajo los parámetros del “Protocolo de acción institucional para la prevención e intervención ante situaciones de violencia o discriminación de género u orientación sexual” de la UBA.
La publicación también afirma que la Comisión de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans e Identidades No Binarias del Centro de Estudiantes de la FADU calificó a la situación como “un escándalo” que, de todas maneras, no sorprendió porque, aseguró, se trata de un ambiente donde “el maltrato está institucionalizado”. En este mismo sentido, aseguró que el protocolo tiene sus limitaciones, que existe un “modus operandi” en la manera de actuar por parte de las autoridades ante estos casos y que el avance de una investigación es una “decisión política”. “Creemos que es una cuestión estructural, más del espacio (la Unidad de Género) que de la persona que está a cargo”, agregó.
Esta situación se ve agravada por el contexto y la historia que registra la facultad. El año pasado, esa comisión abrió una página web para que el estudiantado pudiera denunciar el acoso ejercido por un profesor que, tras 60 denuncias, fue apartado de su cargo. Una situación similar se registró en 2018, año en el que, según un informe de gestión de la Unidad de Género, se tomaron 43 denuncias y 29 consultas, mayormente por acoso sexual y hechos de connotación sexista.
El diario Página 12 también relató que la desigualdad de género se evidencia en las dificultades que deben enfrentar las mujeres para acceder a los cargos docentes al tener en cuenta que más del 50% de los mismos son ocupados por hombres y que en 73 años de historia solo existió una decana, Carmen Córdova, y 31 decanos. En la actualidad, las dos máximas autoridades son varones y únicamente el 20% de las secretarías son ocupadas por mujeres.
En este sentido, también detalla que, según estadísticas de la facultad, los cargos de profesor/a titular están ocupados 30 por ciento por mujeres y 70 por ciento por varones, mientras que en los cargos de ayudante de primera y de segunda las mujeres representan el 51 por ciento y los varones, el 49, mostrando cómo la brecha de género se intensifica al ascender en la carrera académica. En la carrera de Arquitectura, en la materia que dicta el decano Cabrera -Arquitecturas I a IV- hay 27 cátedras y ninguna de ellas está conducida por una profesora y de un total de 66 cargos regulares, 64 corresponden a profesores varones -22 titulares, cinco asociados, 37 adjuntos- y solo dos a profesoras adjuntas.