Ariel Schale

"Empresas inviables en 2019 hoy necesitan más divisas para producir más"

El secretario de Industria confía en que 2021 será el año del despegue. Tensiones cambiarias, controles de precios y sintonía con Economía para bajar impuestos.

El secretario de Industria, Economía del Conocimiento y Gestión Comercial Externa, Ariel Schale, recibe a Letra P a las 9:30 de un martes caluroso. Luego de un año largo en el que buena parte de su tarea tuvo que ver con delinear y gestionar programas para la emergencia, ahora hay tiempo para hablar de lo que viene: la administración del comercio exterior en un año en el que el Gobierno espera un fuerte crecimiento de la actividad industrial y, a la vez, descuenta que continuará la restricción en el acceso a las divisas necesarias para apalancar esa expansión. 

 

-¿Cómo será 2021 para la industria?

 

-Todavía estamos saliendo de dos eventos críticos: el proceso de desindustrialización del gobierno anterior, que dejó secuelas muy marcadas, sobre todo en la capacidad financiera de nuestras industrias, y las restricciones que impone el covid. La industria empezó, en septiembre, a desplegar niveles de actividad muy interesantes, con sectores trabajando casi a capacidad completa, y vemos una demanda activa que nos va a permitir seguir retroalimentando esos niveles de actividad. Vamos a desplegar una política industrial muy potente presupuestariamente, en programas como parques industriales, desarrollo de proveedores, y queremos que el 2021 sea el año de la inclusión financiera de las pymes.

 

-¿De qué manera va a materializarse ese acceso al financiamiento?

 

-La Secretaría Pyme está estructurando una serie de líneas de crédito a la inversión productiva con distintos perfiles a tasas subsidiadas, para que ningún proyecto industrial se quede sin financiamiento. 

 

-¿Cómo va a continuar la administración del comercio en un escenario de rebote y con la expectativa de que van a seguir faltando dólares en la economía? ¿Va a ser el tema principal de la macro?

 

-Sí. Quizá lo que caracterice mucho a 2021 sea la administración de una agenda de desafíos que derive del sendero de crecimiento y desarrollo en un entorno de restricción externa, todavía latente, presente, que va a exigiéndole a la política pública un nivel de coordinación importante para tener un uso muy eficiente y eficaz de las divisas, que deben estar orientadas, obviamente, a retroalimentar el ciclo de producción y consumo. Va a ser un tema.

 

-¿Ya observan tensiones con las empresas en base a la información que les van pasando?

 

-La tensión está porque también, de alguna manera, se provoca, para poder generar ese proceso de industrialización.

 

-¿En qué sentido?

 

-Esa tensión entre oferta y demanda (N. de la R.: de divisas para importar) es un escenario necesario para que se desarrollen localmente aquellos productos que nuestra cadena de valor requiere. Esa tensión debe ser bien administrada para que no ocurran distorsiones ni en precios ni situaciones de abuso comercial. Estamos muy atentos a eso, pero es parte de esa agenda de crecimiento. Todas estas señales están muy claras. La decisión del Gobierno es industrializar, promover las inversiones productivas a través de las distintas definiciones de política industrial. Durante 2020, se dio un enfoque muy fuerte en economías regionales, con mucha atención focal en la realización de proyectos de agregado de valor en origen, y una agenda central vinculada al acuerdo económico y social.

 

-¿Hasta qué punto es compatible esta agenda de promover inversiones con controles de precios en distintas industrias y actividades? ¿No termina siendo un obstáculo para la inversión?

 

-Nosotros entendemos el esquema de administración de precios como una instancia coyuntural, necesaria en este reordenamiento del entorno macroeconómico, y de ninguna manera lo queremos como un instrumento de desincentivo a la inversión Todo lo contrario. Queremos, justamente, que no haya depredación ni abuso de posición dominante.

 

-Cuando Cristina dice, como dijo el viernes, que no quiere que tres o cuatro vivos se queden con el crecimiento, ¿en qué se traduce?

 

-En instrumentos de administración de precios, claramente. Es lo que permite combatir esos posicionamientos abusivos del mercado. Indudablemente, el crecimiento que tenemos por delante está fogoneado, básicamente, por el consumo, y eso está determinado por el poder de compra de nuestros trabajadores.

 

-Los empresarios plantean problemas para acceder a insumos, por el contexto internacional pero también por demoras en la aprobación de permisos de importación. ¿Cómo se trabaja en eso?

 

-El reclamo principal es por el acceso a divisas, específicamente porque necesitan más cupo de lo que hoy les permite el Banco Central. Para nosotros, es la confirmación de una muy buena noticia. Muchas eran empresas inviables económicamente en diciembre de 2019 y hoy se presentan al Gobierno con el problema de que necesitan más divisas para poder acceder a más insumos para generar más producción.

 

-¿Cómo se resuelve esa puja?

 

-Como decía al principio, ese es el esquema de coordinación. Un desafío de la política pública para 2021, del gabinete económico, es lograr una coordinación virtuosa que acompañe todas las necesidades de los sectores productivos, priorizando la disponibilidad de divisas para la adquisición de insumos y para la adquisición de bienes de capital. Somos muy optimistas. La Argentina va a crecer y queremos que ese crecimiento sea un punto basal para la reconstrucción de todo lo que perdimos en el gobierno anterior en materia industrial.

 

-Se reglamentó esta semana la ley de economía del conocimiento. ¿Qué esperan para ese sector de servicios?

 

-Es un sector que tiene dos cualidades importantísimas y necesarias: su enorme capacidad de generar divisas a través sus exportaciones, porque exporta 6.000 millones de dólares y tenemos como objetivo llevarlo a U$S10.000 millones en los próximos años; y que puede generar 500.000 empleos en la próxima década. Son puestos de trabajo de buena remuneración, formales y de calidad.

 

-¿Hay margen para seguir bajando el impuesto a los bienes industriales?

 

-Hoy la política industrial tiene que ir acompañando las necesidades de la Hacienda. Hemos hecho un enorme esfuerzo todos los argentinos para poder asistir la crisis del covid. Necesitamos un entorno macroeconómico estable, consistente, y nuestras ambiciones de ir promocionando y facilitando la inserción internacional de nuestra agregación de valor tienen que ir acorde también con el requerimiento de Hacienda. Es una ecualización que iremos afinando durante todo el mandato de gobierno.

 

-Los empresarios repiten que la presión tributaria alta atenta contra las inversiones.

 

-La realidad productiva del país está regida por una agenda no competitiva sistémica de toda la estructura social y económica de Argentina, pero hoy nuestro principal foco está puesto en desplegar el mercado interno para nuestros productores y recuperar la escala de producción. Nuestra obsesión es generar un mercado que permita a nuestras industrias recuperar su flujo normal de caja, su volumen de producción a niveles bien por arriba del quiebre de costos. Estamos viendo el capítulo fiscal por sectores. En la construcción se han tomado medidas fiscales aliviadoras al proceso de inversión. En economía del conocimiento, que incluye a varios sectores, hemos potenciado beneficios fiscales muy importantes. En el sector automotriz también hemos consolidado toda la ley de desarrollo de autopartes, que da beneficios fiscales muy importantes. Estamos avanzando en esta agenda de reversión de la no competitividad sistémica sectorialmente, trabajando focalmente y codo a codo con cada uno de los sectores.

 

-¿En qué quedó el regreso del Decreto 814, con beneficios a las economías más alejadas, algo que se había anunciado hace un año?

 

-Siguen en la agenda, está en evaluación. Está en el marco de lo que decía antes. Nuestras empresas industriales, muy importantes, que están ubicadas el interior del país, hoy son las principales beneficiarias del proceso de reversión, vuelven a tener excelentes niveles de actividad y están reconstruyendo su situación financiera. Iremos de a poco potenciando mayores beneficios para agregar valor, que es lo que queremos fomentar.

 

-¿Vamos a una economía más cerrada?

 

-No, vamos a un país que va a comerciar mucho más con el mundo que antes. No vemos tensión entre apertura y proteccionismo. Son instrumentos. Estamos enfocados al desarrollo económico del país. A más desarrollo, mayor cantidad de comercio tendremos. Fuimos los que llevamos al récord de comercio de la Argentina, en 2011, con más de 160.000 millones de dólares entre exportaciones e importaciones. Recibimos, en 2019, un país que comerciaba mucho menos: apenas superaba los 100.000 millones de dólares. Vamos a recuperar, como objetivo primario, ese volumen de 160.000 millones de dólares.

 

-¿Les preocupan los anuncios de empresas que se van o venden sus operaciones?

 

-Primero, descartemos la figura del “éxodo”, porque sería echarle la culpa a la Argentina. Hubo casos, como siempre. Las empresas tienen una demografía natural, empresas que nacen, mueren... no vemos nada estructural respecto de los casos muy anunciados en los medios. En todos ellos, respondieron a decisiones globales a una reingeniería de sus negocios a nivel global, no a un esquema particular de la Argentina, y todos los días recibimos inversiones y anuncios de inversión; proyectos que requieren, justamente, articular con ellos los esquemas de divisas, la decisión de adquirir los bienes de capital.

 

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