ELECCIONES 2020

Venezuela: crónica anunciada de otra oportunidad perdida

El chavismo y un sector opositor participarán de la renovación de la Asamblea Nacional, hoy el único poder en manos del antichavismo. Impugnaciones a la vista.

Este domingo, 20.710.421 personas estarán habilitadas para votar en las elecciones legislativas de Venezuela y elegir a los 277 diputados de la unicameral Asamblea Nacional (AN). El escenario será similar al de contiendas pasadas: una crisis estructural, una oposición dividida entre sectores que participarán y otros que no, mientras que algunos países ya anuncian que desconocerán los resultados. La diferencia, esta vez, es que se renovará el único poder del Estado que controla la oposición, desde el cual forjó su accionar en los últimos años. Será una jornada que no resolverá los problemas nacionales, pero pondrá en juego disputas importantes que repercutirán en la región.

 

Para analizar el presente hay que entender el pasado. El 6 de diciembre de 2015 la oposición ganó la Asamblea con el 56% de los votos. Desde aquel momento, la crisis, que ya sufría una profundización, ingresó en un proceso de aceleración. A los pocos meses, el cuerpo fue declarado en “desacato” por la Justicia y suprimida en sus funciones por una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) que no presentó ninguna Carta Magna. De esta manera, todo parece indicar que este domingo ese órgano estatal dejará de estar en liderado por la oposición.

 

El quid de la cuestión radica en que Juan Guaidó, el presidente autoproclamado, encontró su sustento jurídico y constitucional para ser reconocido como tal por más de 50 países en ser titular de la esta Asamblea, cuyo mandato finalizará el 5 de enero. ¿Qué pasará después? Nadie se atreve a hacer pronósticos porque Guaidó decidió no participar de estas elecciones y, en su lugar, convocar a una consulta popular virtual entre el 7 y el 12 de diciembre donde se le realizarán tres preguntas a la ciudadanía para manifestar el rechazo a Nicolás Maduro.

 

 

 

En el futuro de Guaidó aparecen distintas posibilidades: seguir proclamándose mandatario por considerar que las elecciones habrán sido fraudulentas –lo que bloquearía en su opinión la renovación de la AN–, la pérdida del apoyo internacional ante la posibilidad de que los sectores de la oposición que sí participarán legitimen los resultados o incluso un juicio político o el exilio. Su devenir, como el de Venezuela, es desconocido.

 

En diálogo con Letra P, el doctor en Ciencia Política, periodista y director de Medianálisis, Andrés Cañizález, explicó que las elecciones “van a profundizar la crisis política e institucional” porque “van a ponerle punto final a la la última institución con legitimidad”. Además, aseguró que “hay que estar muy atentos, más que al 6 de diciembre, al 5 de enero y a cómo va a reaccionar la oposición”, ya que se espera que el chavismo retome ese día el control del congreso.

 

Para el domingo, la oposición se encuentra, una vez más, atomizada y dividida en tres sectores. El primero es el de Guaidó, quien cuenta con apoyo internacional, pero perdió sustento social ante el incumplimiento de su promesa de derrocar a Maduro luego de intentonas golpistas fracasadas y de incentivar sanciones internacionales que solo empeoran la vida cotidiana. El segundo es el del presidente –como Guaidó– de una conducción paralela de la Asamblea Nacional, Luis Parra, quien mantiene contacto con el chavismo a través de la Mesa de Diálogo Nacional y quien sí participará en los comicios. El tercero es el del excandidato a presidente Henrique Capriles, quien anunció que iba a presentarse pero finalmente desistió porque los comicios no se postergaron como pedía y no contarán con veeduría de la Unión Europea. Para beneficio del chavismo, estas diferencias son profundas y han reiterado la ya repetida división opositora que lo favorece.

 

Este domingo, habrá 14.400 candidatas y candidatos de 107 organizaciones políticas diferentes, quienes buscarán entrar a la Asamblea, que, a diferencia de 2015, aumentará sus bancas de 167 a 277. Los dos principales candidatos opositores serán el exgobernador del estado de Lara y excandidato a presidente Henri Falcón y el pastor evangélico Javier Bertucci.

 

Por su parte, Guaidó encabezará una consulta popular de tres preguntas para determinar si la población quiere “elecciones presidenciales y parlamentarias libres, justas y verificables"; si “rechaza el evento del 6 de diciembre” y si “ordena” gestionar la cooperación internacional para “salvar la democracia”. Con este escenario, las dudas pasan más por el nivel de participación que por los resultados. Según una encuesta de Datanálisis, “el 62,2% de la población no apoya ni a Maduro ni a Guaidó” y un sondeo de octubre mostró que el 60,2% no estaba dispuesto a votar en ninguna de las dos propuestas.

 

“Estamos en un momento en el que los poderes públicos no gozan de legitimidad internacional ni de reconocimiento nacional”, afirmó Cañizález desde Venezuela, en diálogo con Letra P.

 

Las elecciones también repercutirán en la Argentina: ¿Qué hará Alberto Fernández? ¿Las reconocerá, a diferencia de los Estados Unidos? Sea cual sea la decisión que obligadamente tome, enfrentará tendrá costos dentro del heterogéneo Frente de Todos.

 

Hasta el momento, el Gobierno ha intentado tomar una posición equidistante bajo los preceptos de no intervención y defensa de los derechos humanos, pero ya sufrió una crisis interna y la renuncia de la embajadora designada en Rusia, Alicia Castro, por el apoyo nacional a una declaración promovida por la ONU donde se denunciaron torturas y asesinatos por parte del gobierno chavista.

 

Sobre el rol de la Casa Rosada, Cañizález afirmó que puede ocupar un espacio de intermediación para encontrar una solución pacífica a la crisis, pero que para eso debería despejar las disputas internas y “tener una política definida” para “trabajar en sinergia con México o Uruguay”. “Venezuela es una papa caliente para la Argentina”, afirmó.

 

El domingo no se resolverá la crisis que desde hace años sufre Venezuela. Si existió una pequeña oportunidad para acercar posiciones hace unos meses, la intransigencia política, una vez más, la desechó. Mientras tanto, la saga sigue, todavía, sin una solución pacífica a la vista.

 

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