Nacieron el mismo mes, con dos años de diferencia. Los dos fueron una novedad, casi una revelación cuando llegaron a puestos clave en el Estado. Y se destacan por seguir a rajatabla la línea que bosquejan sus respectivos jefes políticos. Buscan ahora ganar las PASO en la carrera por la gobernación de Buenos Aires, una pelea mano a mano que define mucho más que ese sillón ejecutivo: por su peso electoral –el territorio bonaerense contiene el 37% del padrón nacional–, de ellos depende, en gran medida, la suerte de los aspirantes a ocupar el principal despacho de la Casa Rosada.
Ella, María Eugenia Vidal, fue la primera mujer que alcanzó el gobierno de este gigantezco distrito. Llegó al cargo en 2015 sin tener historia en la estructura política bonaerense y con la sola militancia de dos años de caminata por el territorio, con un rostro desconocido para los vecinos de la provincia. Fue en un espacio electoral nuevo y en contra del peronismo, que gobernó la provincia durante 28 años ininterrumpidos.
Él, Axel Kicillof, fue uno de los ministros de Economía más jóvenes de la historia nacional, elegido por la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner en noviembre de 2013, cuando cumplía 42 años. Antes de esa actividad había tenido un rol clave en Aerolíneas Argentinas y una participación fundamental en la estatización de YPF. Con un perfil muy diferente al formato convencional de otros titulares de esa cartera, Kicillof puso en marcha varias de las medidas de alto impacto de aquella gestión, como el ProCreAr, Precios Cuidados y Ahora 12, algunas de las cuales fueron reflotadas por el gobierno de Cambiemos.
En un escenario que las propias fuerzas empujaron a la hiperpolarización, Vidal y Kicillof pelean mano a mano y voto a voto la elección del domingo, a la que –según las encuentas- el precandidato del Frente de Todos llega con una ventaja de cuatro puntos, cifra que, según estima el comando de campaña de la gobernadora, es reversible de cara a las generales de octubre.
ORIGEN. Vidal nació en el barrio porteño de Flores, pero vivió su infancia y su adolescencia en Morón. Estudió Ciencias Internacionales y Ciencias Políticas en la Universidad Católica Argentina (UCA) y se sumó al PRO casi desde su nacimiento, bajo la batuta del actual jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. De forma acelerada, Vidal se convirtió en la elegida por el líder del espacio, Mauricio Macri, y de su mano llegó a la gobernación de Buenos Aires.
Kicillof nació en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y vivió su infancia, adolescencia y juventud entre su cotidiano porteño, donde estudiaba, y su casa familiar del barrio de Gómez, en Merlo. Cuentan que por ese motivo fue la comuna elegida para el cierre de la campaña bonaerense y, quizá por casualidad, también la que primero mostró la foto de la fórmula para la provincia.
Kicillof se recibió de licenciado en Ciencias Económicas en la Universidad de Buenos Aires (UBA), carrera que extendió luego con doctorados, investigación y una trayectoria como docente de esa facultad.
Su arribo al gobierno de CFK fue un ingreso cantado, ya que el economista formaba parte del grupo de jóvenes independientes y críticos del neoliberalismo de los ‘90 que peleaban protagonismo en la Facultad de Ciencias Económicas. Desde ese ámbito e irradiado a otros lugares de pelea en común, compartió proyectos con Mariano Recalde, Wado De Pedro e Ivan Heyn, entre otros. Por eso, no llamó la atención que lo convocara al Gobierno y ocupara, como primer cargo, la gerencia financiera de Aerolíneas Argentinas, en momentos en que Recalde era su presidente.
LEALTAD Y PRAGMATISMO. Hay una coincidencia insoslayable entre Vidal y Kicillof: ambos fueron tocados por la varita mágica de sus referentes políticos, a quienes reportan de forma inclaudicable.
En ocho años, la gobernadora pasó de estrenar una banca en la Legislatura porteña y presidir el cuerpo como vicejefa a comandar el Ejecutivo bonaerense. Fue un proceso acelerado bendecido por Macri y avalado por el voto popular. En sus tres años y ocho meses como gobernadora y durante la actual campaña hacia la reelección, demostró lealtad absoluta a las decisiones políticas, económicas y proselitistas del Presidente.
El diputado nacional demoró dos años en ganarse la confianza absoluta de CFK y pasar de gerente de Aerolíneas a ministro de Economía. Ese vínculo continuó aún en la derrota electoral y hasta se consolidó en el Congreso, donde Kicillof continúo siendo una suerte de vocero y defensor de la gestión kirchnerista y, al mismo tiempo, un estudioso crítico de la gestión de Macri. Ese vínculo permitió que el legislador, que no tenía experiencia proselitista en la provincia, comenzara a caminar de forma anticipada el territorio. Y se consolidó con broche de oro cuando finalmente fue elegido como único candidato a la gobernación por el amplio espacio en el que confluyen el peronismo tradicional, el kirchnerismo, movimientos sociales y el Frente Renovador.
CAMPAÑA. En su lógica de campaña continua, Vidal sostuvo de forma rutinaria su actividad, donde cruzó los actos protocolares, las visitas personales a vecinos e instituciones, las recorridas por municipios y las actividades con el Presidente. Ese proceso fue adquiriendo intensidad y volumen a medida que la fecha de las PASO se acercaba y, además, comenzó a tener mayor dimensión la figura de Kicillof, que pasó de oponente invisible a centro de las críticas de funcionarios vidalistas y candidatos.
A medida que los números lo beneficiaban, Kicillof comenzó a tener un lugar en el discurso de la gobernadora, aunque siempre en boleta larga con el argumento de la “pesada herencia” kirchnerista.
El economista, por su parte, inició la campaña de forma anticipada, un año atrás, en su Renault Clio y con un austero grupo de colaboradores. Fue un adelantado y, quizá por eso, también el primero que recibió el abrazo de militantes, dirigentes y hasta intendentes de los diferentes municipios del conurbano y del interior y el primero que logró ordenar, como un álbum familiar, las diferentes fotos de unidad local. También fue de las pocas figuras que por esas horas vertían críticas directas y bien condimentadas a la gobernadora. En esa lista debe sumarse a su compañera de fórmula, la intendenta de La Matanza, Verónica Magario.
El de este domingo será para ambos el partido más difícil que les ha tocado jugar en sus carreras políticas. Ella no solo tiene que lidiar con su oponente, sino, también, con su propia magra gestión y con la figura de Macri, un contrapeso para todo dirigente oficialista. Él enfrenta al tanque de Cambiemos, la estrella PRO que tiene a su disposición todo el aparato estatal.