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Este domingo, cinco provincias que conforman el 15% del padrón electoral nacional realizaron sus comicios para elegir gobernador, en los que se ratificaron los resultados esperables: el triunfo de los oficialismos provinciales. Una tendencia que se sostiene desde el 10 de marzo con la elección en Neuquén.
Es posible trazar algunas razones que permitan aproximarse a una explicación.
En primer lugar, existe evidencia en las encuestas que muestra que el electorado responsabiliza principalmente al Gobierno nacional por los problemas actuales y no tanto a los gobiernos locales, que encuentran facilidad para desligarse.
En segundo lugar, es previsible la continuidad, ya que los oficialismos disponen de las herramientas de comunicación gubernamental y las ponen en marcha para hacer comunicación de campaña. Además, se posicionan siempre un paso adelante, ya que cuentan con la posibilidad de construir el escenario de acuerdo a sus estrategias, mientras que el resto de los competidores no tienen más remedio que adaptarse, por ejemplo, a la decisión de desdoblar las elecciones y fijar su fecha.
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Ahora, hagamos un breve repaso de lo que dejó la jornada del domingo:
En Jujuy, Gerardo Morales logró cortar la racha del derrotero oficialista y le entregó el primer triunfo a Cambiemos, pero con una performance 10 puntos más baja de lo cosechado en 2015 y frente a un peronismo fragmentado. En la provincia norteña, no pudo imponerse el “unidos triunfaremos”.
Por su parte, en Entre Ríos se jugó un partido de esos en los que el resultado era el esperado: el oficialismo local, de la mano de Gustavo Bordet, se impuso claramente sobre el candidato de Cambiemos, en una elección que manifestó una tendencia que se está empezando a consolidar a nivel nacional: la creciente polarización.
Entre ambas fuerzas reunieron más del 90% de los votos. El gobernador se impuso por más de 20 puntos y dio el batacazo en la capital provincial, donde convocó a la construcción de un frente opositor a nivel nacional.
En Chubut nuevamente el oficialismo ganó con comodidad. Arcioni retuvo la Gobernación y tuvo de invitado de lujo a Sergio Massa. Ambos llamaron a la unidad nacional para derrotar a Cambiemos, cuyo candidato se ubicó más de 15 puntos por debajo del gobernador. Análisis aparte merece la conversación televisiva entre el líder del Frente Renovador y el candidato a presidente Alberto Fernández.
En Tucumán la escena fue similar, con un triunfo contundente de Manzur por más de 30 puntos y el llamado a la unidad detrás del binomio Fernández–Fernández.
Finalmente, en Mendoza se jugó la única PASO de la jornada, con una alegría para el gobierno. Las listas oficialistas juntas superaron al peronismo en su conjunto. Allí, además, se produjo una de las sorpresas de la jornada, cuando Anabel Fernández Sagasti derrotó en la interna a Bermejo.
Con los números sobre la mesa, ahora comienza el momento de las interpretaciones.
Los resultados podrían permitir afirmar que la estrategia de Cristina Kirchner comienza a ser efectiva y lo de ayer fue un esbozo de la unidad territorial del peronismo que empieza a aceitar sus estructuras de cara a octubre, pero no faltarán los que afirmen que las piezas movidas por la ex presidenta no incidieron en los hechos.
Por otra parte, estarán quienes querrán convencer de que el gobierno tomó aire con los triunfos de Jujuy y Mendoza, y quienes podrán objetar que sus rendimientos fueron notablemente más bajos que en 2015.
Lo cierto es que las elecciones provinciales no deben ser directamente extrapolables a nivel nacional, pero es imposible que no sean utilizadas para generar sensaciones que tengan un cierto grado de impacto e incidencia en los escenarios nacionales.