Alberto Fernández se refirió al problema de la deuda pública, uno de los más agudos que deberá enfrentar ni bien asuma el poder el 10 de diciembre, y, si bien ratificó su voluntad de hacer frente a todos los compromisos, supeditó ese objetivo al de una retomada del crecimiento económico.
"Nuestra lógica es pagar, pero no postergando el crecimiento argentino ni a costa de los que menos tienen. No necesito dinero prestado ni del Fondo (Monetario Internacional, FMI) ni de nadie. Necesito crecer”, dijo el presidente electo este domingo en una entrevista con el programa El fin de la metáfora, en Radio 10.
En referencia a las versiones que le adjudican una participación en las medidas del tramo final de la gestión de Mauricio Macri, descartó que exista ninguna forma de cogobierno y señaló que "nunca es cierto que las medidas las consultan conmigo”. “Hay una gran ficción en el traspaso. Se ha hecho toda una historia con el traspaso que no tiene mucho sentido”, definió.
El líder del Frente de Todos se refirió también a la cuestión del aborto, “que está castigado, pero ocurre. Es un problema de salud pública. Hay que terminar con las descalificaciones”, pidió.
Fernández se refirió asimismo a las polémicas se desató la primera reunión del futuro Consejo Federal del Plan Argentina contra el Hambre, que contó con la presencia de algunos personajes públicos.
"Nadie está impedido de participar en el Consejo contra el Hambre. Todos los que quisieron involucrarse estuvieron. Quisiera que la erradicación del hambre sea una epopeya y no la de un presidente o de un gobierno”, dijo Fernández.
En ese sentido, defendió la participación de la chef Narda Lepes, quien, dijo, “pidió estar el día anterior y le dije que viniera. Nos hizo una presentación maravillosa sobre la diferencia entre comer y alimentarse. Fue formidable y muy esclarecedor. No sé por qué la castigaron”.
En lo que respecta al conductor televisivo Marcelo Tinelli, indicó que “tiene una fundación que se ha ocupado desde hace muchos años de la pobreza y si además nos puede ayudar a difundir la idea, bienvenido sea”.
Fernández repasó también la situación en Bolivia tras el golpe de Estado del pasado domingo 10, que terminó con el presidente Evo Morales exiliado en México.
A la vez que ratificó su postura de que lo ocurrido fue un golpe de Estado, el presidente electo disparó contra el rol de la Organización de Estados Americanos (OEA), que desató el pedido de las Fuerzas Armadas de que Morales renunciara al difundir un informe crítico sobre la limpieza del escrutinio de la elección presidencial del 20 de octubre.
"Lo que hizo la OEA fue precipitar el informe para que se conozca el domingo, que fue el día en que todo ocurrió. Pensé que podían ser más cuidadosos con la formas. En Bolivia las cosas están muy mal, han usurpado el poder lisa y llanamente”, dijo Fernández.
En ese sentido, fue más allá y le puso nombre a sus reproches. "El descaro de (Luis) Almagro no tiene nombre. Su temor es que se conozca la verdad de la situación”.
El secretario general de la organización calificó como “golpe” el intento de “fraude” que atribuye a Morales y reconoció a la presidenta de facto Jeanine Áñez.
"He pedido que la ONU se involucre. Lo que está pasado en Bolivia es de una gravedad inusual y lo de la OEA es de una gravedad doble”, señaló Alberto Fernández.
"El único problema que tienen (en la oposición boliviana) es que Evo les gana. A esta altura lo que tenemos que pedirle (al gobierno de facto) es que el proceso electoral se haga rápido y sin proscripciones para recuperar la democracia”, reclamó.
El presidente electo salió al cruce de quienes le adjudican un doble patrón por su énfasis en condenar lo ocurrido en Bolivia y uno supuestamente menor para calificar la violencia que se ha apoderado de Chile en las últimas semanas.
"No hay doble estándar. La defensa de la institucionalidad está por sobre todas las cosas. Cuando sucedió en Chile, lo llamé a (Sebastián) Piñera y me puse a su disposición”, se defendió.
En ese sentido, contrastó la convulsión que viven esos dos países limítrofes con la normalidad de la transición política nacional. "Tenemos una situación de privilegio. Se está dando un traspaso con tranquilidad y eso hay que mantenerlo. No tengo la impresión de que ese riesgo (de estallido social) lo corramos en Argentina”, dijo.