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Colombia gira del centro a la derecha y pone en peligro el acuerdo de paz

Duque fue electo presidente tras rearmar la coalición de centroderecha que ha venido gobernando Colombia en los últimos años. Petro aspira a liderar una oposición de izquierda novedosa en el país.

Colombia giró del centro a la derecha. El triunfo de Iván Duque en el balotaje con el 54% de los votos frente al 41,8% que obtuvo su retador, Gustavo Petro así lo indica. Duque pertenece al Centro Democrático, partido liderado por el personaje más importante de la política colombiana de este siglo, el ex presidente Álvaro Uribe. Pero además, de cara a la segunda vuelta, agrupo tras su candidatura a los dos partidos tradicionales de Colombia, el Liberal y el Conservador, y al candidato oficialista Germán Vargas Llera, que controlaba lo que en Colombia llaman la Maquinaria y en Argentina es el "Aparato". Los grandes medios de comunicación le dieron su apoyo -incluso explícitamente en el caso del diario El Tiempo-  y contó además con que los otros dos contendientes de la primera vuelta, Humberto de la Calle y Sergio Fajardo, optaron por el voto en blanco.

 

En rigor, Duque consiguió reagrupar para el balotaje al espacio de centroderecha que se había roto tras la decisión del presidente Juan Manuel Santos de avanzar en un acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC, desandando el camino de confrontación que había llevado adelante Uribe. Lo unió tras de sí por la amenaza que representaba para la elite colombiana el ascenso de un líder de izquierda como es el ex alcalde de Bogotá Gustavo Petro, que tuvo un pasado como guerrillero en el M19 (desarmado a principios de los noventa) y que logró por primera vez poner a la izquierda como opción de poder en Colombia.

 

La amenaza de "vamos a terminar como Venezuela", repetida por los candidatos pro mercado en todas las últimas campañas políticas de la región, tiene especial inserción aquí en Colombia, porque la vecindad entre ambos países implica un alto grado de conocimiento de la descomposición del sistema venezolana, amén de los miles de venezolanos que cruzaron la frontera buscando un destino mejor.

 

Pese a esto y con un discurso que, además de las propuestas tradicionales de la izquierda, hizo un fuerte hincapié en cuestiones todavía ajenas a las grandes agendas políticas de la región como la ecología, el ambientalismo e incluso el animalismo, Petro no solo llegó a la segunda vuelta sino que obtuvo más de 8 millones de votos que, en principio, lo dejan parado como el principal líder opositor, sobre todo teniendo en cuenta que Duque significa respecto a Santos un giro a la derecha.

 

 

¿Y en qué se daría ese giro? No claro en cuestiones económicas. Más allá de los cuestionamientos que recibe por derecha en esa área Santos, sobre un excesivo gasto estatal y una alta presión tributaria al sector empresarial, Santos se despide de la presidencia dejando a Colombia en la OCDE y siendo uno de los baluartes del espacio del libre comercio Alianza del Pacífico, que integra junto a Perú, Chile y México.

 

El gran cambio sería en torno al proceso de paz, un acuerdo que Santos impuso en contra de los resultados del plebiscito de octubre de 2016, cuando el mismo sector social que hoy respaldó a Duque votó mayoritariamente en contra del acuerdo. Para Duque -y sus votantes- ese es un mal acuerdo que debe ser reformulado. A grandes trazos, objetan que se les de beneficios a los guerrilleros desmovilizados como asientos en el Congreso, fondos públicos para financiar su reinserción, una Justicia especial, etcétera. En principio, y sobre todo en el marco del balotaje y la consecuente necesidad de conseguir votos centristas, Duque dijo que mantendría el acuerdo y que solo lo reformará. Pero, ¿hasta dónde podrá hacerlo sin romperlo?

 

En ese marco, la duda que recorre el espinel político colombiano y que fue planteada por Petro en su discurso post elección es: ¿romperá Duque con Uribe como hizo antes Santos? ¿Tiene margen para ser un presidente con autonomía y poder de decisión sin hacerlo? ¿Romper implicaría no avanzar tanto en la reformulación de los acuerdos? ¿A Uribe le alcanza con que le garantice no transitar tribunales por las acusaciones que tiene por crímenes durante el conflicto armado? ¿Tiene de verdad el líder de la derecha colombiana "horarios de abuelo", como dijo a los periodistas que fueron a buscar su opinión de la elección?

 

Son los dilemas que afrontará Duque, un hombre jóven de apenas 41 años que, contrariando a quienes asocian el feminismo únicamente con la izquierda, no solo llevó y puso por primera vez de vicepresidenta a una mujer, la dirigente conservadora Marta Lucía Ramírez, sino que además ya anunció que su gabinete será integrado mitad y mitad por hombres y mujeres.

 

Del lado de Petro, más allá de la derrota, el balance es positivo. Es la primera vez que la izquierda es opción de poder en una elección en Colombia, no porque no hubiera tenido líderes populares sino porque cuando emergían los asesinaban, como pasó con Jorge Gaitan, Luis Galán y Carlos Pizarro, por ejemplo.

 

 

 

El fin del conflicto armado con las FARC trae buenas noticias para ese sector político. No es casual que la izquierda pueda ser competitiva electoralmente ahora. En los últimos años, no pudieron aprovechar la caída de los partidos tradicionales porque el mensaje de izquierda era automáticamente asociado a la guerrilla y a la violencia. Estas fueron las primeras elecciones en muchos años donde no hubo episodios de violencia en ninguna parte de Colombia.

 

No solo eso, también creció la participación. En un país con voto voluntario, tanto ahora como en la primera vuelta hubo una abstención de menos del 50%, cifra inédita para una elección presidencial colombiana.

 

Con esta base, paz y participación -sobre todo de las nuevas generaciones-, pudo construir Petro su candidatura y superar el 40% de los votos, más de 8 millones de sufragios. Pero cuidado, no son todos de él. Como sucede en los balotajes, muchos no votaron por él sino en contra de Duque. Fajardo, que se mantuvo en el centro ideológico llamando a votar en blanco, estuvo a poco de pasar a segunda vuelta y aunque es historia contrafáctica, si él hubiera sido el retador de Duque es muy probable que hubiera ganado, porque no le podrían haber adjudicado el calificativo -descalificador- de "castrochavista", como lo hicieron con Petro.

 

A esta altura, la derecha casí debería hacerle un homenaje en agradecimiento a Nicolás Maduro por los servicios prestados.

 

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