El Gobierno de Nicolás Maduro es prolífico en la enunciación de medidas de Gobierno, pero resulta poco operativo a la hora de aplicarlas efectivamente. Esa regla se verifica, una vez más, con la esperada reconversión monetaria, que dispone la eliminación de tres ceros a la moneda venezolana, el bolívar, para simplificar los cálculos y facilitar las operaciones.
La reforma se pospondrá por al menos 60 días, anunció el Gobierno, a pedido de los bancos, que no llegarán a tiempo para completar los preparativos para la fecha inicialmente prevista del 4 de junio.
Las entidades financieras hicieron llegar su solicitud de prórroga a través del presidente de la Asociación Bancaria de Venezuela (ABV), Arístides Maza. "Pese a todos los esfuerzos que hemos realizado, al trabajo desarrollado y al nivel de logros que se han obtenido, persiste el riesgo muy grande de que no podamos realizar la reconversión en la fecha indicada por su decreto", le dijo a Maduro, según la prensa local.
Los banqueros prefieren una suspensión de 90 días, pero el palacio presidencial de Miraflores se decanta por esperar solo dos meses.
La esperada entrada en vigor del llamado "bolívar soberano", que reemplazará al actual “bolívar”, es la segunda reforma monetaria de los últimos diez años, un proceso que se ha dado en paralelo a la disparada de la inflación en el país, que este año llegaría al 14.000% según cálculos del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Por supuesto que la reforma solo hará más práctico el uso cotidiano de dinero por un tiempo, pero los problemas volverán en tanto la estampida de los precios no se detenga con medidas de fondo.
Semejante hiperinflación quita referencias a las fábricas y al sector comercial, agrava un desabastecimiento ya crónico de productos de primera necesidad e, incluso, una aguda escasez de billetes.
Además, transacciones cotidianas involucran enormes cantidades de billetes.
La crisis es tal que propició el surgimiento en la frontera colombo-venezolana de un curioso mercado negro de billetes de bolívares.
En ese sentido, las comisiones para la venta de dinero en billetes llegan al 100% y numerosos comerciantes hacen fuertes descuentos para alentar los pagos en efectivo y desalentar el uso de tarjetas de crédito.